Complicado

Capítulo 44: Ultimo recurso

 

Scarlett

Un largo respiro me inundo cuando me deje caer sobre mi cama. Acaba de resetear aquel teléfono. Cualquier cosa que haya tenido escondido allí era historia. Algo me molesto en ello. Hubiera preferido encontrar algo sórdido. Después de todo, la rubia aún podría descubrir la verdad. Yo necesitaría algo que le impidiera delatarme.

Algo latió en el fondo de mi mente. 

Okey. 

No era descabellado y talvez fuera relativamente sencillo. Sencillo. Esa palabra era absurda. Esto no era sencillo. El hecho de hacerme su amiga no impediría que me delatará. Bueno, aunque talvez, la ablandará un poco. Eso... aunque no me gustará, era cierto. Estos últimos días estuvo más sensible y... pegajosa.

Talvez si seguía con el juego de ser su amiga, eventualmente me perdonará. Rodé los ojos con frustración. Yo ni siquiera quería que me perdonará. Solo que guardará silencio.

Bufe antes de coger de mi móvil. Eran las diez de la noche. No era tiempo de moler mi cerebro con ello. Ni si quiera tenía ganas de recordar como había podido librarme de la rubia. Al menos Gustaf me ayudo a salir de aquella casa. 

Y al menos una rubia se empeño que no saliera de su apartamento. De verdad. Yo creía que Catalina era parlanchina, Lincy no tenía comparación, al menos cuando estábamos solas. Y lo peor fue que ni siquiera haya podido preguntarle sobre aquello. Ella parecía cautelosa y con las palabras justas para interrumpirme, como si de alguna forma adivinara lo que buscaba, como si pudiera preverlo. ¿Acaso era tan predecible?

No. Seguro fue suerte. No podía ser otra cosa.

Respire profundo antes de sentarme. 

Mi mirada paso de la pantalla a la puerta. Necesitaba enfocarme en algo más importante. Algo más urgente. A lo lejos recordé que la luz de la oficina de mi padre estuvo encendida cuando me había dirigido a subir por las escaleras. Seguro se quedaría ahí haciendo quien sabe que. Al menos yo podría utilizarlo a mi favor. Él nunca trababa la puerta de su habitación. Nos teníamos confianza. Esperaba que al menos se haya mantenido igual. Escabulléndome por la puerta camine hasta la habitación de mi padre. Gire la perilla con delicadeza y cedió.

Viva.

Me alegre antes de caer en cuenta de una cosa. Mi padre jamás dejaría la puerta abierta si es hubiera algo comprometedor. Todo lo que debía haber serían cosas irrelevantes. Negándome a darme por vencida me aventure a entrar. Diez minutos fueron suficientes para darme cuenta que sería inútil. Aún con el ceño fruncido me deslice hasta su armario. Metiendo mi brazo hasta el fondo logre sacar una cajita. Respire hondo. Esto no estaba bien. Esto no era algo que yo debería utilizar. En definitivo no era algo que estaba permitido. Mi padre me carbonizaría si me descubriera ahora. Dando un largo respiro la abrí. Le tome una foto a uno de los papeles que habían después de que extrajera el móvil de mi bolsillo. Lo cerré para volverlo a su lugar antes de escabullirme hacia mi habitación con la intención de no ser descubierta.

Tranquilice mi respiración antes de sentarme en la cama. Agudice mi viste a la foto en el móvil. Mañana iría sin duda. Mañana sería perfecto.

O al menos fue lo que pensé antes de caer en cuenta que varias personas, de manera inconsciente, se interpondrían en mi camino. Catalina no fue difícil de burlar, Adelaida no puso mucho empeño y Gustaf solo se trago uno que otro insulto hacia cierta rubia. Claro. Lincy. Ella sería la verdadera piedra en mi zapato.

Mis pensamientos de la noche anterior, poco a poco se iban disipando. 

Mañana sería perfecto. 

Con cada paso parecía más una buena broma. No. Una agría y sin humor. Por favor. Yo no era de rendirme con facilidad. Pero si es que yo no estaba en un error, ya serían más de las cuatro de la tarde. 

Mañana sería perfecto. 

Lo hubiera sido, claro que lo hubiera sido de no tener a una cosita necesitada que se aferrada a mi brazo. Bueno. Había una forma de cambiar esto. Y había una forma de satisfacer mi curiosidad. Perfecto. Esa palabra ya me estaba cayendo mal.

—¿Por qué planeaste exponer el video de Adelaida? —pregunté sin rodeos aún faltando la mitad del recorrido.

Lincy clavo sus pies en el suelo. Para mi malestar, aún presionando el agarre en mi brazo. No parecía enojada. Parecía asustada.

Quizá no debí ser tan directa. Quizá debí esperar a que llegáramos a su apartamento. Y quizá quería acabar con esto de una vez.

No era fácil luchar contra mi curiosidad. Media hora fue mi limite. Tenía demasiadas ideas revoleteando en mi cabeza como para dejar ese asunto de lado.

—¿No lo dirás? —pregunte zafándome de su agarre.

La rubia seguía sin hablar. La vista clavada en el suelo. Las uñas arañando sus propias palmas. Algo en el ambiente no me gusto. Tenso y temeroso. Esos arañazos no eran de enojo, parecía ansiedad.

—Lin...

—No es lo que crees —murmuró en su susurró estrangulado—. ¿Él... te lo dijo? —tartamudeo por un instante—. Él... ese... no tuve opción —aviso levantando la mirada. Sus ojos brillando con algo derramando por sus mejillas—. No quería seguir así. Yo... creí que era la única forma, eso...

Su llanto incremento. Las palabras hacia  varios minutos ya se habían vuelto inaudibles. Solo basto un paso para que la rubia se abalanzara contra mí en un tonto intento de abrazo. Últimamente ella estaba muy sensible y últimamente yo estaba muy cerca. No eran cosas que me gustaran. Di un suspiro cansado después de comprender que no se despegaría de mi lado en un largo tiempo. 

Comprenderlo fue más peligroso de lo que pensé. Si antes la rubia era pegajosa. Ahora era casi un cáncer que no se despegaba por ningún estúpida razón. Y sí. Talvez era bueno. Talvez así me creyera una amiga y no me echaría de cabeza si alguna vez se enteraba de quien expuso aquel video. Respire hondo cuando cerré la puerta de mi casa.



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En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 30.09.2024

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