Complicado

Capitulo 51: No esta funcionando

 

Scarlett:

—¿Qué haces aquí? —pregunté por quinta vez. 

Yo en serio no esperaba volver a verlo aquí. No esperaba volver a verlo. Punto.

—Es tu culpa.

Rodé los ojos. 

Frustrada.

Era lo mismo que había estado repitiendo. ¿Qué rayos significaba eso?

—No tengo tiempo para esto —Mis manos inevitablemente se fueron a mi cara, necesitaba calmarme, necesitaba respirar, necesitaba que se fuera, a la de ya—. No tengo tiempo para nada en realidad. Así que largo, ¿si? Largo.

Él empezó a reír. ¿Se estaba riendo? ¿De mi? ¿O es que ya había enloquecido? 

—No me largaré —aviso con algo en su tono que no pude descifrar, tampoco es que le pusiera mucho empeño.

Mi atención estaba centrada en mirar a través de un orificio de la puerta. O a través de las ventanas. Específicamente ver algo que pudiera usar. Cualquier cosa. Cualquier cosa menos a la propietaria.

A nadie le gustaba ser espiado, o controlado, lo sabia por experiencia propia.

Pero al parecer la mujer no estaba.

No. No debía ser pesimista. A lo mejor estaba en la segunda planta o en algún cuarto. Eso me serviría para pensar en algo antes de llamar a la puerta. 

Y deshacerme del cavernícola. Lo que me lleva a registrar lo ultimo que dijo.

—Así que a partir de ahora, me dedicare a arruinar cada cosa que te importe. 

¿Cómo que arruinar cada cosa que me importe?

¿Acaso este tipo quería morir? 

¿Acaso no valoraba su vida? 

Mis ojos se clavaron en esa  cosa espantosa que estaba atentando contra mi plan. Mi, no tan preestablecido, pero un plan al fin de cuentas.

—¿Quieres morir? —salió de mis labios sin poder evitarlo.

¿Qué mas podía decir? Era lo que estaba sintiendo. Y lo se. Normalmente había un filtro riguroso entre mis sentimientos y lo que digo, pero esto rebasaba los limites.

Mis limites.

—Quiero arruinarte tal como me arruinaste a mí —arrogó como mirándome directamente a los ojos—. Hubiera sido fácil para ti ceder, pero no, tenias que agrandarlo todo.

—¿Yo? —chille incrédula.

¿Esto no podía ser en serio? 

Ustedes fueron testigos que lo que paso. Yo no tengo culpa alguno, si, puede que me halla divertido humillándolo, pero eso no hubiera pasado si alguien no hubiera empezado, él fue el del problema, no yo.

—Tu definitivamente estas loco —agregué tratando de encontrar sentido a lo inexplicable—. Yo no hice nada. Yo solo me defendí y si tu dañando cerebro, si es que lo tienes, no es capaz de comprenderlo, pues no es mi problema. Si tienes problemas ve con alguien a quien le importe o quien le importes. Claro, si es que existe a alguien que le importes —escupí a todo pulmón con la mirada de acero y las palmas quemando.

No diría que me sentía mal por lo dicho. Yo no estaba mintiendo. 

Y si, claro que pude haberlo dicho de otro modo, pero por fin había logrado salir de mi casa, no quería otro problema más. Y menos uno tan predecible.

—Te odio —lo oí decir.

Su rostro visiblemente enojado de un color inusual y sus ojos con una chispa que en condiciones normales se podría llamar aterradora, casi parecía que a punto de estallar. Una bola de tiempo compacta con los segundos contados.

Una persona normal habría sentido miedo. Una persona normal habría corrido. Una persona normal habría suplicado por que no la matara.

A estas alturas estaba claro que no era una persona normal. Quizá era bueno o quizá eso acortaría mi estancia en este mundo, de cualquier forma, sabia que si iba morir no seria por él. 

—Entonces no entiendo que haces aquí —agregue ignorando aquella bocina que gritaba peligro, corre por tu vida—. Porque no se tu, pero al menos yo, no voy hacia las personas que odio.

Mi mirada fija en aquellos ojos verdes. Yo no seria quien cediera. Yo no bajaría la mirada. Él podía parecer un maldito demonio, podía parecer lo que el quisiera, no tendría ningún impacto. 

Nunca.

Dos minutos fueron suficientes para que alguien saliera con el rabo entre las patas. 

Bien.

Ahora podía estar tranquila.

Para bien o para mal, aquel intercambio de palabras me había dado unas cuantas ideas. Una en especifico que utilizaría, después de todo. ¿No seria tan difícil fingirme desorientada, verdad?

Respire hondo antes de tocar la puerta. Ya había dejado escapar valiosos minutos, ni uno mas.

La primera vez que toque nada paso.

Okey. No iba alarmarme.

¿Quizá estaba ocupada en alguna parte y no oyó?

Toque otra vez.

Nada paso por unos cinco minutos.

¿Bien? Quizá solo estaba tomando una siesta. ¿Era normal, verdad?

Toque de nuevo, con un poco de fuerza esta vez.

Algo que la hiciera salir. Algo que la hiciera despertar. Porque en definitiva debía estar dentro. Esto no podía ser por gusto.

Espere unos largos diez minutos esta vez.

La respuesta era la misma.

Ya empezaba a impacientarme. 

Okey. Okey.

Una ultima vez, no había porque enojarme. Solo una vez más. Sino salía, empezaría a evaluar meterme por la ventana o por algún sitio menos riesgoso.

Me acerque y di ocho golpes a la puerta, no era algo excesivo, quizá un poquitito mas fuertes que los anteriores, pero...

—Gracias al cielo —soltó una mujer de mediana edad luego de abrir la puerta, parecía exhausta, tenia ojeras y su algo me decía que su semblante demacrado no solo era por falta de comida—. Aquí esta todo lo que necesita —me tendió un par de bolsas—. Empecé a pensar que no vendrían, pero gracias a Dios. Sabia que era una buena agencia. Cuídela, esta en la planta superior —aviso recostándose en el barandal que guiaba hacia la acerca—. Yo regresare en tres horas. Gracias. Gracias.

Y se fue.

Así como así.

Como si no acabara de dejar a alguien con quien sabe quien.



#3036 en Novela contemporánea
#16550 en Otros
#2495 en Humor

En el texto hay: amor odio, despedidas, problemas y amor

Editado: 30.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.