El tiempo se me hacía eterno, la fecha del calendario me indicaba que todavía faltaba un mes para casarnos, yo continuaba flotando en una Stella de amor, ilusión y sueños, antes sabía que deseaba pasar el resto de mi vida con Jack, pero ahora era real, nos casaríamos y no podría estar más feliz por eso.
Aunque estaba ansiosa por el gran día, las horas no me alcanzaban, entre los preparativos para la boda que eran infinitos, nunca imaginas cuantas cosas debes planificar hasta que la fecha esta tan cerca, Coulden ha sido bastante generoso y no me ha asignado casos importantes, apenas algunos seguimientos, reportes no muy complicados, mas hay momentos en los que olvido a que me dedico y que además debe ser secreto, por ejemplo el otro día tuve la prueba del vestido, antes de eso estaba resolviendo un asunto que me encomendó Coulden, por lo que se me hizo tarde, al llegar y quitarme el gabán sentí morir al ver mi arma en la cintura, rápidamente tuve que cubrirme y excusarme para ir al baño antes de empezar con la prueba, todo fue tan rápido que solo se me ocurrió guardarla en el tanque del inodoro, como le explicaría a mamá que una Asistente de bienes raíces estuviese armada, esto de tener doble vida me está pasando la cuenta, aunque gracias a mi mamá y a Linda todo está saliendo tal cual lo planeado.
Todo este tema del matrimonio me tenía especialmente sensible, sentía ganas de llorar todo el tiempo, lo que a su vez me irritaba, sin contar con el estrés que acarreaba el día a día, sin embargo al llegar a casa y ver a mi futuro esposo recostado en la cama esperándome, todas mis tensiones desaparecían, inclusive últimamente habíamos estado hablando de la posibilidad de irnos y salir de todo, formar un hogar tan rutinario como cualquier otro, hablar acerca del temas tan triviales como una serie de televisión o lo agotador que el trabajo en la oficina, en lugar de planear juntos la muerte del siguiente criminal.
La última noche antes de la boda, Jack no se quedó en casa, acordamos que se quedaría en casa de Coulden quien estaba siendo especialmente tolerante con nosotros, fingía ser un hombre serio y rudo pero a veces nos dejaba ver ese hombre real, que se reía de tonterías y que le emocionaba nuestro matrimonio, además de que le dimos motivos suficientes para sentirse así, ya que le pedí que me llevará al altar, no tenía a papá y a pesar de que el esposo de mamá era un gran hombre no teníamos una estrecha relación, por lo que Coulden era la persona indicada en este caso.
Me encontraba revoloteando por toda la casa repasando uno a uno los pendientes de la lista, para asegurarme de que no faltara nada, muchas noches soñé con flores marchitas, pastel arruinado, copas rotas y músicos desafinados, por lo que no podía dejar ningún detalle al azar, afortunadamente todo estaba listo, no podía dejar de ver todo, los zapatos y accesorios excepto el vestido que mamá traería temprano ya que lo recogió en la boutique donde lo vaporizaron, después de asegurarme de que todo estuviera en orden, me obligué a ir a la cama, me acomodé para dormir pero no podía evitar sentir un vacio en el lugar donde Jack solía dormir, justo cuando pensaba en eso mi teléfono timbró haciendo que me sobresaltara.
-¡Sí buenas! –contesté sonriente sabiendo quien era.
-¿Podría hablar con la futura señora Ficher por favor? –dice Jack sin saber que esas palabras suenan como melodía en su voz.
-Con ella caballero, pero déjeme decirle que mi futuro esposo que pondrá muy celoso si sabe que hablo con otro hombre. –digo reprimiendo una carcajada.
-¡Ya veo! No quisiera provocar a ese hombre, me han dicho que no solamente es el más guapo y sexy sino que golpea muy fuerte. –Describe pavoneándose y no puedo contenerme más rompiendo así en risa—. Cariño, es que te extraño tanto y no puedo creer que mañana por fin serás mi esposa, tengo miedo de cerrar los ojos para descubrir que es un sueño—. Confiesa ahora serio.
-Amor, no hay nada más real que esto, así que créetelo por que después de mañana la que no te voy a dejar dormir soy yo. –advierto haciendo énfasis en las palabras.
-¡Uy! ¿Eso es una amenaza? –Pregunta en tono pervertido.
-¡Es una promesa! –afirmo. –Ahora, si es que no quieres tener a un zombi por esposa, debo dormir, ¡Te amo con toda mi alma! No veremos mañana, ¡Seré la de blanco! –digo antes de colgarle.
Unos minutos más tarde mi teléfono suena nuevamente, entonces sonrío antes de mirar la pantalla, seguramente es Jack que se rehúsa a dejarme dormir, entonces lo tomo de la mesa de noche donde lo puse antes de apagar la luz, miro la pantalla pero veo que es un número desconocido, enciendo la lámpara para mirar con mayor claridad, dudo antes de presionar la tecla de contestar pero al fin lo hago.
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Editado: 17.11.2018