Enero 13, 2019
Querido Tao:
Enero ha sido nuestro mes más romántico, al menos el principio de él…
El 1 de enero salí con mis mejores amigas para hablar y compartir y parte del tiempo con ellas lo dediqué a buscar un regalo de cumpleaños para tu madre. Era extraño porque siempre había coincidido con ella y parecía que me tenía buena estima, pero no la conozco en absoluto y ahora que soy tu novia quería que me viera como la indicada para ti.
Después de un largo rato escogiendo, le compré un kit de cuidado corporal que trae un polvo, una crema y una colonia. Estaba nerviosa por ir a dárselo porque significaba entablar conversación con ella y además, deseaba que le gustase el regalo porque lo compré con el último dinero que me quedaba y esperaba que valiese la pena.
Por fortuna, al llegar a casa tuviste la voluntad de venir por mí a casa para acompañarme a la tuya a entregarle el regalo a tu madre.
Me dio un poco de pena porque era de noche y sabía que durante la tarde tu familia había celebrado con ella todos juntos y deseabas que hubiese estado allí, al igual que yo, pero como ya me había comprometido con mis mejores amigas mucho antes decidí cumplirles. Por eso, me sentí más nerviosa aun. Creo que tampoco me invitaste formalmente a ello de todos modos.
Al final, no fue como lo esperé. Lo único que dijiste durante todo el rato que estuve en tu casa fue: “Madre, te presento a mi novia.”
A pesar de los nervios, le extendí la mano con el regalo y una sonrisa en la cara. Le deseé feliz cumpleaños y le di un beso en la mejilla, pero la actitud de tu mamá también me hizo sentir incomoda. Ella me ha visto crecer y conoció a mi madre a lo largo de los años, sin embargo su actitud fue distante.
No sé si estaba molesta por no haber asistido a la reunión familiar o por alguna razón ajena a mí, pero lo cierto es que por más que intenté conversar y socializar con ella no pude, pues aunque me hablaba, le resultaba más interesante lo que sea que no la dejaba despegar los ojos de su celular.
Creo que fue una suerte que tu papá estuviese dormido porque con él habría sido más difícil aun. En todo caso, la incomodidad me ganó y hui a mi casa. Tú no hiciste ni dijiste nada al respecto.
Quise besarte aquel día para despedirme, pero por respeto a tu madre y su casa no lo hice y a raíz de ello terminé soñando que nos besamos, más específico, que tú me dabas clases sobre como besar y pasamos un día completo practicando los tipos de besos. Fue un sueño divertido que deseé que sucediera y fui corriendo a contártelo y te gustó la idea de pasar todo un día besándonos.
“En realidad no soy experto, solo disfruto un tipo de beso que no sé cómo se llama. Es uno con lengua y un labio sobre el otro.”
No entendí del todo y te pedí que en cuanto nos viéramos me mostraras como era, lo que cumpliste a cabalidad en plena vía pública. Y ese beso resultó de mis favoritos, la forma en que tomaste mis labios entre los tuyos y en que tú lengua los probó se sintió tan bien que me importó un comino que todos a nuestro alrededor nos vieran.
Ese día se me hizo tarde y me llevaste al trabajo, pero en la zona en la que estaba el almacén al que debía hacer inventario era prohibido el paso de motos y no pudimos despedirnos por lo que quedamos con ganas de más y a raíz de ello, durante la noche perdí la cuenta constantemente en las primeras dos zonas de conteo. Hasta bromeé contigo sobre que me habías hechizado porque no dejaba de pensar en ti.
Me sentía flotando sobre nubes de algodón. Entonces me confesaste que habías orado mucho a Dios por mí, que tampoco lograbas sacarme de tus pensamientos y que lo que sentías por mí era amor verdadero.
“Tengo que luchar para no recordar esos besos porque los siento en todo mi cuerpo, siento que mi miembro tiene vida propia. Solo el mero recuerdo lo levanta. Me hace pasar vergüenza.
Creo que hacer el amor será la cosa más bella que experimentemos. Cuando se dé, en su debido tiempo, cuando se dé.”
Me resultó inesperada la última parte, ya había descubierto lo que provocaba en ambos algunos de nuestros besos, como en la ocasión de la playa. Sin embargo, no me había detenido a pensar en nosotros yendo más allá como lo habías hecho tú y eso toco una fibra de mis temores porque sabía que era algo que no estaba lista para que sucediera ni siquiera en un año.
“La verdad es que no sabría que decirte pues me atemoriza la primera vez por lo dolorosa que puede llegar a ser. De todas formar, como lo dijiste, ya veremos a su tiempo.”
Me agradó que lo entendieras y que te mostraras paciente en ese sentido. Me aseguraste que esperarías lo que hiciera falta. Y contrario a lo que se pensaría, que íbamos a dejar ese tema atrás, hicimos todo lo contrario.
Los siguientes días estuvimos tan hormonales que hablamos más acerca de las sensaciones que nos producimos el uno al otro y estuvimos siendo un poco atrevidos, como cuando me dijiste que querías enviarme fotos de tu trasero.
Hablamos también, acerca de lo mucho que te gustaba y hacía sentir involucrado el hecho de que yo te dijeras cosas bonitas todo el tiempo, como que me encantas, que me enamoras, y todas las cosas que me parecen atractivas y seductoras de ti, como tu sonrisa.
“Me encanta que me digas esas cosas porque me derriten. No quiero que dejes de hacerlo nunca. A veces eres un poco seca y eso me hace evitar decirte ese tipo de cosas porque no quiero ser empalagoso.”