Al parecer, notaste mi presencia, te vi arrepentir al ver aquellas gotas saladas resbalar en mi mejillas. Ya es demasiado tarde. Te alejaste del tacto de ella como si su piel quemara, vi la vergüenza reflejarse en tus facciones. No obstante, en el instante que decidiste aproximarte a mi, emprendí marcha y me alejé dando grandes zancadas.
¿Por qué duele tanto?
Llegué a casa, sintiéndome estúpida al haber tomado decisión de ir. Esto yo me lo busqué. Me encerré en mi habitación, abrumándome con la densa oscuridad. No quería ver a nadie, mucho menos escuchar a mi mamá para que me alimente.