Condenados a estar Juntos

Un viaje al Pasado

Eduard Pov

 

 

Han pasado siete años desde la muerte de mis padres, en ese horrible accidente donde el único sobreviviente fui yo. Desde ese instante ya no soy el mismo, mi vida se ha vuelto más oscura y monótona.

Ahora soy un empresario reconocido internacionalmente, por mis grandes proyectos en la empresa de mi abuelo.

He aprendido como ser tenaz, hasta para dirigirme a las personas. Mi abuelo me ha enseñado a ser persistente con los socios, así los atraigo más para que acepten mis propuestas, siempre y cuando sean excelentes.

Empecé a trabajar en las empresas cuando tenía veinte años, pero estuve aprendiendo de todo esto cuando tenía dieciocho, mi abuelo y mi abuela me llevaban frecuentemente a sus reuniones e iba aprendiendo a como negociar, escuchar a los demás con sus propuestas de proyectos, a proponer negocios que eran inevitable rechazar.

En estos años han pasado varias cosas.

Cuando asistía a la universidad siempre pensaban que tenía quince años en vez de dieciocho y eso me molestaba ya que muchas veces se burlaban de mí, por mi físico y mi apariencia, pero a veces mi abuelo me enviaba a entregar documentos en otras empresas y no me gustaba, porque siempre vestía con ropa muy simple, para ser el nieto de Dominik Becker, dueño de la empresa agrícola más grande de todo el mundo.

Dos años después mi cuerpo y mi vestimenta han cambiado radicalmente, ahora tengo un cuerpo bien esculpido gracias a que iba al gym todos los días, ahora las chicas se sentían atraídas por mí, ya que vestía de forma elegante por motivo a que era el asistente personal de mi abuelo, pero de igual manera ignoraba todas y cada una de sus miradas provocativas.

Ya no soy el niño que asistía a las reuniones a sentarse en las ultimas sillas de la mesa en la sala de juntas, ahora era todo un hombre. Hace un tiempo me gradué con honores en las carreras de Agronomía y Administración de Empresas, en la universidad de Ludwing Maximilian en Munich. Los primeros años se me hicieron difíciles tras la muerte de mis padres, mi primera navidad sin ellos y además no tenía amigos, pero ya me acostumbré, me he acostumbrado a las fiestas de mis abuelos, al igual que salir en todos los medios de comunicación.

- Señor Becker todo está listo para abordar hoy a las 4:00 pm, y estar en Roma a las 8:15 pm. -dice Herbert al entrar a mi oficina.

- El señor Dominik lo está esperando abajo, para ir a almorzar.

- Muchas Gracias Herbert, enseguida bajo. – digo sin aun voltearme de los ventanales, él es el hombre de confianza de mi abuelo, su mano derecha quizá.

Apago el ordenador y arreglo los papeles de mi escritorio y salgo de mi oficina y voy directo hacia el ascensor y -marco la planta baja; diez minutos después llego y veo al abuelo fuera del auto con su típico traje de color negro y gafas del mismo color.

Sonrío y apresuro el paso tenía casi un mes sin verlo, mi abuelo ha sido mi mentor en todo esto, a pesar de que ha estado ahí desde la muerte de mamá y papá y estos siete años sin ellos ha hecho que nos unamos más, él me conoce mejor que nadie; y sabe que estas fechas no son muy buenas.

- Abuelo. – digo con una sonrisa en el rostro mientras lo abrazo. – no sabes cuento te extrañé, pero cuéntame ¿cómo estuvo el viaje en Roma? – pregunto mientras entramos al coche.

- Eduard, también te extrañe mi muchacho; todo estuvo perfectamente bien, mañana en la noche firmaremos el acuerdo con Agro Galliano, y se hará una pequeña celebración de que las dos potencias agrícolas se unan en un acuerdo muy beneficioso para ambas. – dice con una sonrisa.

- Bien. – digo en modo de aprobación. – Pero ¿cuánto tiempo estaremos alojados en Roma? – preguntó

- Eduard cariño, no te preocupes por la empresa todo estará bien, estaremos alojados una semana, Magda quiere pasar un tiempo contigo. – al decir lo último me hace sonreír.

Magda Becker es la mujer más hermosa, risueña, honesta, amorosa y amable que conozco; ella siempre está ahí para ayudar a los demás sin importar la clase social que sea, la nacionalidad y su tipo de piel, cada año participa en diferentes centros para ayuda humanitaria. – esa mujer tan extaordinaria es mi abuela, y la amo tanto...

Llegamos al restaurante y ordenamos lo mismo de siempre, hablamos de cómo fueron las vacaciones por toda Europa y este dichoso acuerdo con agro Galliano.

- Bien Eduard, cuando me presentaras a tu futura esposa. – dice cambiando de tema.

- En serio abuelo tenemos que hablar de eso ahora. – digo cortante, él sabe que no quiero casarme aún, bueno en realidad no sé si podré hacerlo, pero ya está bien mayor y yo debo de encargarme de todo lo que es propiedad Becker, y para obtenerlo tengo que casarme.

- Eduard desde los dieciochoaños años que no te veo con una chica, ya estoy muy viejo y no quiero morir sin antes Magda y yo conocer a nuestros bisnietos. – dice con la mirada triste, sé que también le afecto mucho la partida de mis padres.

- Abuelo por favor. – le digo.

- No estés diciendo esas cosas, tu estarás a nuestro lado por mucho tiempo, o acaso piensas dejarnos a Magda y a mí solos, sin importar el dolor que nos cause. -le digo de manera cortante, pero al ver como su rostro cambia, así que cambio mi opinión.



#47168 en Novela romántica

En el texto hay: sufrimiento, amor, dolor

Editado: 13.08.2019

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