Confesiones de un alma torturada

Gustavo.

El capitán dejo de leer la carta con el pecho oprimido, al borde de las lágrimas. Una sucesión de imágenes pasaron por su cabeza. Creyó que luego de tanto tiempo, ya no sufriría al recordar, creyó que permanecería en su memoria como un caso del monto, luego de tantos años, luego de tantos casos, luego de tanto horror.

Un caso del montón. Deseaba que fuera así.

El releer por millonésima vez esa carta atrajo la catarata de recuerdos suprimidos sobre aquel morboso caso, a su juicio, el peor en su carrera.

Un vecino encontró el cuerpo. Estaba pescando cuando vio que se acercaba la canoa a la orilla. Solo por curiosidad se acercó a ver. Como en la pequeña embarcación no se notaba la presencia de ninguna persona, le parecía extraño que se acercara a la costa, le preocupaba que se hubiera descompensado o algo peor. Sin embargo, lo que encontró fue algo muchísimo más macabro de lo que jamás hubiera imaginado.

Había una vaca muerta y pestilente, con la panza rasgada. Dentro de ella se veía una mano.

Vomitó. Era de esperarse.

Gustavo al recordarlo también vomitó. Cada vez que lo recordaba vomitaba. Era algo más fuerte que él.

Era un niño. Solo un niño.

Arrodillado y abrazando el tacho de basura, cerró los ojos intentando que la descompostura remitiera. Lagrimas caían de sus ojos rodeados de arrugas.

Cerró los ojos y al abrirlo estaba de nuevo en ese lugar. A las orillas de unas costas de las que ni siquiera sabía que estaban en su jurisdicción.

Encontró al hombre sentado en la arena con las manos en los ojos intentando olvidar lo que había visto. Susurraba que lo que había visto no era real. Sus palabras casi imperceptibles se atropellaban y se fundían unas con otras. Gustavo creyó oírlo llorar y lo entendía, aun después de tanto tiempo lo entendía.

Se acercó a la canoa, casi podía ver las moscas revoloteando sobre ella. El olor era insoportable, lo penetraba. Colocó un pañuelo en su boca como si con eso fuera a impedir la peste.

Los peritos ya habían sacado el cuerpo del fondo de la vaca, el niño estaba intacto, después supo como se llamaba. Despues contactó a su familia y tuvo que dar explicaciones muy a su pesar de cómo había encontrado a su hijo, tuvo que mostrarle a la madre las fotos.

Creyó que estaba preparado para todo. Creyó que en la academia lo preparaban para todo, que salía listo para cualquier cosa que encontrara en el mundo real, pero la verdad que no era así.

Durante dos largos años, soñó cada noche con él, sin descanso.

Le reclamaba, le exigía una explicación una razón por la cual lo dejó morir. Se veía a si mismo en una habitación oscura, húmeda y que olía a muerte. Había una puerta a la que no podía ir porque no podía moverse. No podía gritar, su garganta estaba muda, sus cuerdas vocales no respondían.

Al recordarlo, sus palpitaciones aumentaron, subían a una velocidad escalofriante, podía escuchar su corazón latir bajo sus orejas, en su garganta, en su pecho como si quisiera salir de él.

Respiró profundo y cerró los ojos, ya no podía evitar llorar, estaba desconsolado, cada vez que lo recordaba su corazón se rompía un poco más. Ahora que ya estaba jubilado ya no podía huir del pasado con casos presentes y futuros, estaba entregado. Lloraba sin cesar, hipaba como un niño pequeño y desconsolado.

Algo heló su sangre y detuvo sus lágrimas. Era ese hedor que conocía a la perfección y que nunca podría olvidarlo. Abrió los ojos inflamados de tanto llorar y en la silla frente a él, estaba él. Estaba ese pobre muchacho al que había dejado morir. Fumaba uno de sus cigarrillos, la putrefacción ya había hecho lo suyo, le faltaba uno de los ojos y su dentadura estaba expuesta por la falta de carne, tenía la lengua negra y babosa. Su mirada era soberbia, truculenta.

Gustavo no daba crédito a lo que veía, era real, estaba muy seguro de que era real. Podía sentir ese olor a muerte que lo perseguía dia a día, pero este era fuerte, asqueroso, penetrante. De su boca no podía salir una palabra, abría y cerraba sin éxito.

-Me dejaste morir.- murmuró cargado de rencor el cadáver que en algun momento fue un joven aterrado dentro del cuerpo de una vaca.

 



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En el texto hay: historiascortas

Editado: 15.02.2020

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