Ella era mi amiga.
Mi amiga.
Jamás nos alejabamos ni un poco y... Desde que mi mama falleció en ese estupido accidente, eramos más cercanas que nunca.
Hasta que llegó el viaje de egresados...
El viaje.
No se me da muy bien hablar con personas que no conozco y mucho menos con el nivel de verborragia que esos chicos, de un colegio cercano, llegaban a tener. Eran gritones, sos voces altas y estridentes, no importaba a donde fueran se hacían notar. Al parecer su ego lo necesitaba.
Al principio pense que no iban a registrarnos. La empresa nos agrupó, hizo un contingente con todos los que ibamos a viajar, ese colegio era el más grande, el más bullicioso, se conocían entre todos y, a quien no conocían, aún así le hablaban.
Nunca llegué a entenderlos del todo.
No me equivoqué. Al principio ni siquiera notaron nuestra existencia. Fue un alivio. Ellos estaban tan entusiasmados con irse que... Ella era mucho más sociable que yo, es la verdad.
Fue una lástima.
Fue una suerte que nos tocara juntas en el avión, una verdadera suerte. No quería que nadie nos notara y, por suerte, nos tocó en las últimas filas.
Suerte...
Ahora que lo pienso... Todo fue culpa de la suerte.
En el asiento de adelante iban dos chicas de ese... Colegio tan ruidoso. Sus risas era estridentes y sus voces muy agudas. Una miraba por la ventana como si estuviese acostumbrada a viajar, mientras que la otra, no podía disimular su fascinación, al parecer, era la primera vez que se subía a un avión.
Tal vez fue eso lo que le llamó la atención... O tal vez que esa chica sorprendida, la de la voz más aguda, sacó un libro de su mochila.
Así empezó todo, con un maldito libro.
No dejaba de mirarla, como si fuera algo especial, como si no pudiera perder la oportunidad de conocerla sólo porque iba leyendo en el avión. Algo estúpido si puedo opinar.
No puedo fingir arrepentimiento. No lo siento. No me arrepiento de nada.
Ella lo provocó. Si no me hubiera abandonado, si no le hubiera dado el lugar que a mi me correspondía ocupar, todo esto hubiera sido distinto. Todo hubiera sido distinto. Todo hubiera sido totalmente distinto.
Ella lo provocó. Fue culpa suya lo que le pasó, lo que les pasó.
Lo recuerdo bien... ¿Como olvidarlo? Fue el mejor dia de mi vida. Fue el día que me saqué ese peso insoportable del pecho que no me dejaba respirar.
Recuerdo bien cómo lo hice, cómo las engañé a ambas. Fue sencillo, no se separaban nunca. A dónde iba una, iba la otra atrás, como una segunda sombra.
Estaban predestinadas a estar juntas... Yo nunca creí en esas cosas, pero ellas, rompieron todos los paradigmas. Parecían dos gotas de agua, como si se hubieran criado juntas, como si hubiera crecido con ella y no conmigo.
No fue difícil encerrarlas... Sólo de recordarlas gritar... Suplicar... Que satisfactorio fue ver sus cuerpos muertos, fríos, acabados.
Les propuse juntarnos las tres en mi habitación y, las muy estúpidas aceptaron con entusiasmo. Como si no recordaran que las estuve evitando todo el tiempo. Y, aunque no todo sucedió de acuerdo al plan, ambas terminaron muertas de todas formas.
Llevaron alcohol.
Se emborracharon de tal manera que... Lo último que vieron fue mi rostro.
No podían ni caminar de lo ebrias que estaban. Carcajeaban y hablaban en códigos. Códigos que yo no entendía. Eso acrecentó mi resentimiento. Eso acrecentó mi decisión.
Aunque quise golpearlas no lo hice... Quería esperar a que se durmieran y luego les cortaría la garganta.
Sería sencillo y podría vivir con las consecuencias. Pero la alarma de incendios comenzó a sonar, un poco tarde para mi gusto, el fuego ya estaba consumiendo el edificio.
Ninguna de las dos entendía lo que sucedía hasta que vieron la puerta arder bajo el fuego más intenso que vi en mi corta vida.
Ni siquiera lo pensé. Tomé las botellas y vacié su contenido sobre ellas.
Las vi arder.
Las oí gritar.
Las oí suplicar mientras se consumían en ese fuego cada vez más abrazador y naranja.
No sé en qué momento me sacaron de allí. Sólo sé que, contra todo pronóstico, sobreviví.
Al poco tiempo me enteré que el incendio fue intencional, que fue provocado por el coordinador y que falleció por inhalación de gases tóxicos.
Todos lograron salir a tiempo. No tenían más que un par de quemaduras mínimas y muy pocos debieron ser hospitalizados.
Las únicas que no lograron salir fueron ellas dos.
No imagino cuán difícil fue para sus padres regresar sus cuerpos al país, pero ese ya no era mi problema.
Para los bomberos fue sólo un accidente. Un fatídico accidente.
Fue sólo un daño colateral.