Yohan llegó a Petaluma y buscó el instituto de La orden para hablar con Gerard.
—Dices que quieres transferirte a mi grupo… ¿Hermione lo aceptó?
—Sí, señor, firmó la solicitud y la enviará al Orkunato para que la inquisidora Yelena lo apruebe.
Gerard tocó su escritorio con los dedos uno tras otro como si tratase de descifrar algo con tanta curiosidad.
—Si ella lo aceptó no veo porque yo no. —Sonrió a secas—. Sé que eras su mejor cazador, espero también lo sigas siendo para mí.
—Por supuesto, no lo defraudaré, señor —respondió emocionado—. La señora Francis dijo que podría quedarme en cuanto usted lo quisiera…
El hombre se rio y asintió.
—Me gusta tu entusiasmo, busca algún miembro y pide que te instalen.
Yohan salió y en el pasillo se encontró a Yurim que lo vio desconcertada.
— ¿Qué haces aquí?
—Me trasferí a La orden.
— ¿Por… qué? —Arrugó su ceño—. No entiendo, eres el mejor de tu grupo y aun así quisiste cambiarte, ¿por?
“¿Yohan?”
Injae se acercó alegre interrumpiendo la conversación de ambos, Yurim reviró sus ojos cuando vio que se saludaron con entusiasmo.
— ¿Qué…?
—Hermione aceptó mi transferencia, al parecer tu petición fue un éxito —dijo rápido para interrumpir a Injae.
—Genial…—titubeó—. ¿Quieres contarme de ello? Hermione no me avisó más.
— ¿Tú le pediste a Hermione que transfiriera a Yohan?
La castaña sonrió nerviosa para decirlo todo con ello.
—Hermione me dijo algunas cosas, hablemos de eso… por allá. —Empujó a Injae para hacerla caminar—. Adios, Yurim.
Caminaron hasta arriba para ir a la cocina y hablar a solas.
— ¿Qué fue eso? Yo no le dije nada a Hermione.
—Yo lo hice, pero necesito que me hagas un enorme favor… No desmientas lo que le dijimos a Yurim, por favor. —La miró suplicante—. No quiero que crea que la sigo hasta su instituto.
— ¿Y no es lo que haces? —Se burló.
Yohan reviró sus ojos con gracia porque esa situación de alguna forma lo divertía.
— ¿Lo harías?
—Claro.
Ambos se sonrieron y Yohan vio entrar a la casa a Scott; el pelirrojo los miró con la mandíbula tensa y desvió su mirada cuando Injae iba a voltear, los ignoró para pasar por la sala e ir al establo.
—Cuéntame las novedades de aquí, ¿ya están saliendo?
—Pff. —Se rio con la frente arrugada—. Por supuesto que no, Scott y yo solo somos amigos.
—Claro que sí.
El chico le dio unas palmadas suaves a Injae en la cabeza y después la despeinó.
—Gerard dijo que buscara a alguien para instalarme, ¿me ayudas?
Debajo de la casa, en el cuarto de armas estaba Yurim haciendo el inventario con ayuda de otros miembros incluido Félix, quien desde que regresaron había estado distante con la chica.
—Hey, Félix, ¿podría hablar…?
—Ahora no, Yurim —respondió tajante.
Le dio la espalda para ir a revisar las armas de fuego y ella lo jaló del brazo molesta.
— ¿Qué te sucede? Has estado ignorándome cuando te hablo… ¿es por lo que dije ese día? —Añadió en voz baja—. No pensé que fueras de esos tipos que se portan como un imbécil después de que los rechazan.
Félix oía sin mirarla mientras contaba y anotaba en la Tablet la información.
— ¿Ley de hielo o algo así? Estás actuando muy inmaduro.
—Oh, disculpa no ser lo que esperabas, Yurim. —Se volteó a mirarla irritado—. Lamento no ser tan maduro como quisieras… y sobre todo perdona por no ser como Yohan Soler.
Yurim apretó la Tablet que sostenía al mismo tiempo que se mordió por dentro de sus mejillas.
—Vete al diablo, Félix. ¡Cuando quieras hablar asuntos de La orden sabes donde buscarme!
Félix resopló y se pegó la frente contra el estante metalico, recibió un golpe en su espalda de Marco y giró su rostro sin ganas.
— ¿Qué fue eso? Se veía molesta.
—Le armé una ridícula escena de celos a Yurim —dijo avergonzado volviendo a pegar su cara con el metal—, fue tan patético.
— ¿Y… por qué hiciste algo como eso? —Abrió grande sus ojos.
—Vi algo que no debía en la graduación de marcas, Yurim y Yohan estaban juntos.
—No quiero los detalles. —Cerró sus ojos asqueado—. No me los digas.
—No pensaba hacerlo —alegó indignado—, lo que menos quiero es recordarlo.
Marco resopló y lo tomó por los hombros para caminar en busca de otras armas que revisar y también para hablar.
—Seguro quieres matarlo, ¿no? —Se burló—. Oí que se transfirió a La orden, sería bueno que alguien le diera su merecido… —Se calló cuando vio a Félix callado—. Si por algún motivo, en una misión o en algo, él estuviera en peligro… ¿tú lo salvarías?
Félix se quedó pensando y suspiró para voltear a mirarlo.
—Definitivamente me gustaría dejar morir su trasero engreído, pero si yo fuera la única persona que pudiera salvarlo… lo haría, por Yurim —afirmó abatido—. No sé qué relación tengan, pero debe importarle a Yurim sino lo hubiera mandado al diablo a la primera.
—Yurim te pegó duro.
— ¿Acaso nunca te has enamorado de alguien?
—Una vez hace tiempo, me rechazó rotundamente —confesó riendo—, me dijo que era gay.
Ambos se rieron y siguieron con la tarea del almacén.
Yohan estaba recorriendo su nueva habitación antes de desempacar su ropa. Alguien tocó a su puerta, aunque estaba abierta.
—Seguro extrañarás tu viejo cuarto —comentó irónica.
El chico miró hacia la puerta y vio a Yurim parada frente a ella con una taza negra de bienvenida.
—De hecho, no está mal este.
Ambos se rieron.
—Ya no pudimos hablar sobre eso…
—No hay de que hablar —interrumpió al chico—. Te dije que lo olvidases, finge que no ocurrió y estaremos bien.
— ¿Qué pasó con eso de que nunca te acostarías conmigo? Lo hiciste.
—Eso no contó.
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Editado: 04.04.2024