Sali de la piscina y como lo había hecho prácticamente toda la clase evite mirar a Bastien que no dudo en seguirme.
Él se detuvo en frente mío sus ojos claros y su cabello algo largo, y el pircing que lucía en su ceja.
—Déjame explicarte —fruncí mi ceño pero habían pasado días de mi cumpleaños— lo que dijo ese imb… ese sujeto es mentira.
¿Y por qué Emeric diría algo así? ¿Por celos? Eso no su orgullo era más grande que cualquier emoción relacionada a lo amoroso.
—No vendo droga no tengo nada que ver con eso te lo juro por favor… —gire mi cabeza no quería mirarlo.
—No entiendo por qué insistes… sabes que mis sentimientos
—Me importas y si amas a otra persona no me importa… quiero ser parte de tu vida —volví a mirarlo buscando una respuesta en su mirada.
—No quiero lastimarte.
—No lo harás porque yo quiero ser tu amigo.
Ya no habían más estudiantes de natación solo quedábamos el y yo.
—Bastien… —una persona apareció.
—Había olvidado que eres un becado —dijo Emeric apareciendo con las manos en sus bolsillos.
Bastien ni siquiera lo miro solo me dedico una tímida sonrisa.
<< No quiere discutir por eso se va >>
—Creo haberte dicho que te alejaras
—Solo lo hare cuando ella me lo pida… deberías aprender a escucharla antes que dar órdenes —dicho esto Bastien me dio una última mirada y se alejó.
Emeric frunció el ceño y lo siguió con la mirada.
Trague saliva y observe a Emeric que volvió a mirarme.
—Hoy nos necesitan en la empresa —su voz sonaba tan fría al igual que su rostro que no demostraba nada.
Él se dio la vuelta para dejarme allí otra vez con palabras a punto de salir de mi boca.
Me subí a su auto que estaba impregnado de su rico perfume, debía recalcar que Emeric tenía buenos gustos en ciertos aspectos.
—Greeicy extraña a Buggie —dije recordando que mi pequeña perrita le encantaba jugar con su hermanito.
—¿Buggie? —mire a Emeric que miraba el camino— te dije que se llamaría Thor.
—¡No puedes ponerle Thor a esa hermosura de perrito! —exclame recordando que Buggie era igual a mi pequeña Icy.
Hice silencio al recordar que aun Emeric no se acostumbraba al cachorro y aún seguía el recuerdo presente de Zeus.
El automóvil se detuvo en frente de su hogar, solté un suspiro y tome mi bolso pero ante de bajar el hablo.
—No debí reaccionar asi… solo no quiero que nada —el hizo un silencio mientras observaba cada parte de su rostro que estaba de perfil— nada te pueda perjudicar.
—Bastien no es un mal sujeto pero prometo —el me miro y nuestras miradas se juntaron.
Sus ojos grises observándome me hacían sentir nervios que las palabras no querían salir.
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—Tomare mi distancia si es necesario… —finalice a lo que una tímida sonrisa apareció en su rostro.
Los dos nos bajamos del auto y entramos por la puerta trasera de la casa.
—¡Todos tus porcentajes estaban mal! —el grito nos hizo detener— ¡Todo lo que haces está mal! ¡Y a quien perjudicas?!
—Oli… —y el ruido de un jarrón rompiéndose me alarmo.
—¡Eres una maldita inservible! —desde donde estábamos parado a penas se veía lo que sucedía en la oficina.
Olivier se fue contra Natacha tomándolo de los hombros.
—Quédate aquí —murmuro Emeric.
Él se dirigió hacia ellos y creo que fue lo peor que pudo hacer.
—¡Ninguno de los dos sirven! ¡Quítate basura! —y Olivier lo empujo.
Llevé una mano a mi boca y solo vi como el padre de Emeric estaba con su rostro rojizo del enojo.
—¡Los mataría a ambos! ¡Pedazos de mierda! ¡Tú y el inservible de tu hijo! —exclamo el gritándole a Natacha.
Me hice hacia atrás y el retrato que estaba sobre una mesita se cayó haciendo ruido.
—¡¿La hija de Fontaine está aquí?! —exclamo el aún más enojado.
—¡NO! —grito Emeric interponiéndose en su camino.
—¡Le callare la boca yo mismo s i es necesario!
Sentía mi corazón iba a salirse en cualquier momento. ¿Qué tenía que hacer? ¿Llamar a la policía? ¿A mis padres?
—No te atrevas a acercarte a ella —dicho esto Emeric apareció.
Su cara mostraba preocupación y molestia, tomo mi antebrazo arrastrándome hasta su auto.
Me subí sin decir una sola palabra y el condujo hacia un lugar que desconocía. Apretaba sus manos sobre el volante haciendo marcar los nudillos de sus manos.
¿Eso era lo que vivía a diario?
La carretera que indicaba que salías de la ciudad estaba en frente de nosotros, condijo unos kilómetros hasta que tomo un desvió.
Arboles a cada lado del camino de tierra y más allá del paisaje era colina.
Hasta que no se veía nada más.
El auto se detuvo justo donde terminaba el camino una hamaca hecha de madera y soga colgaba de uno de los árboles.
Me baje del auto y el corazón se me detuvo por un momento al ver que él se encamino hacia el precipicio.
La ciudad estaba a la vista de nosotros haciendo una hermosa imagen.
Camine dudosa de lo que podía decir o hacer.
Él estaba de pie con la mirada perdida, me pare a su lado y apoye mi mano sobre su espalda.
Emeric me observo por unos segundos y sin esperármelo, cayo de rodillas al suelo pasando sus manos alrededor de mi cintura.
—No puedo hacerlo… —dijo entre sollozos.
Y seguido de eso rompió en llantos, con cuidado tome su cabeza tratando de mantener la firmeza.
Emeric en su máxima expresión.
—Estoy aquí contigo… —y mi voz también se quebró.
Una lagrimas se escaparon de mis ojos, su rostro hundido sobre mi abdomen y sus lágrimas empapando mi remera.
Las lágrimas de Emeric algo que nunca quería volver a ver y que tampoco me esperaba ver.
—Debes alejarte de mí —el trataba de calmarse y solo sus palabras se sentían vacías.
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Editado: 22.07.2024