Confía en Mí

23°

Volví a mirar el batido de frutilla que tenía en frente mío y otra vez me volvía a sumergir en mis pensamientos.

—Vaya… vaya… ¿Se puede saber que te tiene sonriendo así? —pregunto Marion que tenía toda su boca embarrada de helado.

—Creo que ese motivo empieza con E y termina con meric —continuo Lilian con una sonrisa.

Enderece mi espalda y me acomode en la silla.

—Eres una perra Elise ¿No piensas contarnos? —mire a Lilian que mostraba curiosidad.

—Mírale el lado positivo al menos ese chico sin corazon últimamente no se lo ha visto con otras zo- personas… —Marion entrecerró sus ojos— ¿dinos qué clase de brujería utilizaste?

Empecé a reír junto con Lilian por su comentario.

¿Yo utilizar brujería? Pff un dato que no se había cruzado por mi mente.

—¿Y? —Marion volvió a insistir.

Tomé un papel de servilleta y se lo extendí. Una cuarta persona hizo su presencia al lado de nuestra mesa.

Simon estaba de pie con sus dos manos dentro de los bolsillos de sus pantalones.

—¿Eres gay o no tienes amigos? —pregunto Marion dándole un mordisco al cucurucho.

—No Marion vine a hacerles compañía necesitan a un hombre que cuide de ustedes —el tomo una silla de otra de las mesas y la acomodo junto a nuestra mesa.

Mire a Lilian que tenía las mejillas rojizas.

—¿Me acompañas a buscar un vestido para noche? —dije mirando a Marion y tomando su mano.

—No hare compras de niña rica… es algo que no va conmigo —dijo haciendo cara de desagrado

Entrecerré mis ojos mirando a Marion y me puse de pie tomando mi bolso.

—¿Se irán? —preguntó Lilian tratando de disimular su nerviosismo.

Con una sonrisa mire a Simon y luego a Lilian.

Otra vez a mi mente venia Emeric y ese beso, sus cálidos labios y su suave textura.

<< Concéntrate Elise >>

—Adiós ilusos —dijo Marion despidiéndose de los dos.

—¡Adiós! Hablamos después —le guiñe un ojo a Lilian.

Y seguí a Marion que ya iba más adelante.

—¿Por qué los llamaste así?

—El amor es una basura si no mírate —me detuve y mire seriamente a Marion que parecía importarle poco como reaccione— es la verdad Elise.

El amor era una basura algo en lo que no estaba de acuerdo con ella. Era algo complicado pero no todo era basura.

—Quizás no has encontrado a una persona…

—No es eso —ella se detuvo y me miro a los ojos— estas enamorada de Emeric y te ves tan… vulnerable.

¿Vulnerable? La expresión de mi rostro hablo por si sola.

—Él te lastimara… Emeric es alguien que necesita ser —y de a poco sus palabras dejaron el sentimiento de la duda.

—¿Qué quieres decir con eso? —trataba de entender a que se refería Marion.

—No es de importancia mejor hagamos tus compras de niña rica —ella continuo el paso.

No podía quedarme con la duda así que me acerque a ella y la tome del brazo.

—¿Crees que no seré lo suficiente para él? —ella frunció el ceño.

—¿Estas sintiéndote insegura? No Elise, Emeric necesitan que lo reparen.

—¿Te gusta Emeric? —la cara de molestia paso a una de desagrado.

—Por supuesto que no sujetos como el no son de mi tipo —respondió cruzándose de brazos— puedes caer con el si no eres lo suficientemente fuerte… eso es lo que me preocupa Elise.

Trague saliva procesando las últimas palabras de Marion. Estaba haciendo las cosas bien y ella no tenía por qué arruinar todo eso.

No volvimos a cruzar palabras con Marion y solo hubo un silencio que apenas rozaba la incomodidad.

Regrese a casa y me prepare para acompañar a mis padres a su importante reunión de negocios en el Hotel CityGarden.

Al llegar varios de los socios de papa estaban acompañados de sus familias.

Hasta que mi mirada quedo en la puerta de entrada por ella cruzaban los Fortier. Emeric con su característico rostro de indiferencia y un esmoquin negro, y con el botón de su camisa desprendido.

<< Guapísimo… >>

Acomode mi cabello y mis ojos cruzaron mirada con Natacha, una mezcla de molestia y a la vez de temor.

—Elise… —el frio tono de la voz de Olivier me indicaba que el sabía que yo sabía lo que había ocurrido en su hogar.

Trague saliva al sentir su mirada intimidante sobre mí.

—Olivier… —dije disimulando los nervios que estaba asintiendo.

Ese hombre generaba miedo ya que no sabias que esperar por su parte.

—¿Me acompañas a buscar bocadillos? —ofreció Emeric apareciendo a mi lado.

Sonreí para luego seguirlo solté el aire contenido por aquella incómoda situación.

—No diré nada sobre lo ocurrido puedes confía en… —el me miro a los ojos.

Esa mirada y esos ojos en los que solía perderme por unos segundos.

—Si él se atreve a decirte algo prométeme que me lo dirás —dijo el mirándome con seriedad.

¿Qué podía decirme ese señor después de gritarle a su esposa e hijo?

<< Es capaz de cualquier cosa… >>

—Te lo prometo —dije asintiendo y tomando el palto entre mis manos.

—Ustedes dos son muy extraños —dijo una voz del otro lado de la mesa.

—¿Marion? —levante una ceja observando como Marion llevaba un trozo de tartaleta a su boca.

Ella saco un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta.

—No puedes fumar aquí —dijimos Emeric y yo a la misma vez.

Marion me miro a mí y luego a Emeric y puso sus ojos en blanco.

—¿Se quedarán aquí a ver como estos tipos hablan de negocios? —ella miro a su alrededor y rodeo la mesa.

Y se dirigió hacia la puerta de entrada. Sentido tenía para irse de allí y también nosotros.

Mire a Emeric que miraba hacia donde se encontraban nuestros padres.

Tampoco quería quedarme allí así que avance hasta donde estaba mi madre conversando con Natacha.

—Saldremos un momento —dije mirando a mama con una sonrisa.




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