Otra vez mire el mail de Marion que se mostraba en la pantalla de la computadora.
“Se que estas bien y más por las personas que te acompañan, no quita el hecho de que no te extrañe niña rica. Por cierto, Lilian quiere mandarte fotos del maldito pastel que hizo.
Bastien se fue a una escuela de verano, Simon se volvió una rata de estudio y Alban está de vacaciones con sus abuelos. Se que esto no debe interesarte, aunque no eres la única que desapareció sin dejar rastro.
Esto de que no tengas móvil me estresa, pero te juro que solo con saber que estas bien me pone feliz.
Por favor no te contagies del dramatismo de Giulia, palabras de Lilian.
Te quiero Elise xoxo”
Solté un suspiro pensando en las semanas que habían pasado.
—Vamos deja esos papeles y… —Giulia me tomo de la mano.
—Sabes que es importante que estés preparada —dije mirando con poca emoción a Giulia.
Ella me miro a los ojos, sus ojos eran de color verde y su cabello era castaño, su nariz casi perfecta y sus cejas arregladas.
—Eres la mujer más hermosa de todas y sobretodo la más inteligente… ahora sonríe y cabeza en alto —ella me dio un toque en la nariz.
Salimos de su cuarto y nos dirigimos hacia el patio de su hogar.
La familia estaba toda reunida para despedirnos.
—¿Sabes que siempre podrás contar con nosotros? —dijo el tío André levantando su copa y mirando a mi padre.
—Lo mismo digo… de verdad gracias por todo esto —agrego papa mirando a su hermano.
—No dudes nunca en pedirnos ayuda cuando lo necesites Ignace —el tío Charles extendió su copa hacia papa— recuerda que nuestros padres no son su única familia que aquí nos tienen a nosotros.
Recorrí con mi mirada la mesa y mi madre abrazaba a la tía Simone que se encontraba entre llantos.
Ahora entendía porque Giulia lloraba por lo mínimo.
Mire a mis dos primos que me envolvieron entre sus brazos. La cena cálida y llena de risas no falto.
Camine hacia la cocina y el tío Charle se encontraba eligiendo una botella de vino.
—Elise no te vi —dijo el tío sorprendido de verme.
Sonreí y tomé de la alacena una bolsa de malvavisco.
—Elise… solo quiero decirte una cosa —mire extrañada al tío Charle, que no parecía haber bebido.
—Soy toda oídos —dije sonriente.
—Tu eres la única que tendrá el poder de cambiar las cosas no te fíes de los Fortier no puedes confiar en ellos —el hizo una pausa mirando fijamente a los ojos— no cometas el mismo error que tu abuelo.
Dicho esto, salió de la cocina con la botella en sus manos, dejándome con la extraña sensación en el pecho.
Sali de allí dirigiéndome al sitio donde se encontraban mis primos, casi en la oscuridad con la luna sobre nosotros.
Los tres nos recostamos sobre el césped con la mirada al cielo.
—Estoy orgulloso de ti Elise —dijo Francis a mi lado— cualquiera diría que una persona no puede cambiar de un día para el otro… pero tu eres el claro ejemplo de que con un corazon roto, es como la bebida, te sientes en un punto donde nada importa y es cuando nos ponemos a prueba como personas…
Gire mi cabeza mirando a Francis que no dejaba de mirar el cielo lleno de estrellas.
—Y tu demostraste ser valiente y sobre todo fuerte.
—Volviste a encontrarte contigo misma —el brazo de Giulia paso por encima de mi— no olvides que lo más importante es confiar en ti misma.
Confiar en mí misma… ¿Lo había conseguido?
Era solo cuestión de esperar.
—Gracias por todo —dije tomando las manos de mis dos primos.
La noche no tardo en irse y la mañana en llegar, el ver mis maletas y Icy esperando por subir a la camioneta que nos llevaría al aeropuerto.
Sería otra historia, era el comienzo de una nueva historia.
Ya no había temor, solo era el enojo y el deseo de hacer justicia. El ver a papa luchar porque una empresa que estaba en sus manos no cayera, pensar por días la manera para poder salir a flote.
Por culpa de una persona, esas personas, que habían demostrado no estar del mismo lado.
Nos despedimos de nuestra familia y subimos a la camioneta. Mi mirada iba en la ventanilla.
¿Dónde estaba mi lado sensible?
Giulia tenía su rostro empapado en lágrimas y Francis que la abrazaba. Quería decirles lo importante que habían sido para mi.
Espero que nos volvamos a ver… en esa oración donde no me encontraba.
<<Esta bien así >>
La ciudad, esa ciudad, que solo quería olvidar. Trataba de luchar conmigo misma para evitar que cualquier tipo de recuerdo se hiciera presente.
La empresa y todo lo que habíamos trabajado.
Sirvió…
Y la casa de los abuelos apareció en frente nuestro, el primer pie que puse fuera del auto sentí como si estuviese en una tierra desconocida.
—¡Oh ya están aquí! —la abuela Regine apareció sonriente.
Avance hacia ella que no tardo en abrazarme.
—¡Mi niña! —su mirada se dirigió hacia mi cabello— estas bellísima.
Volví a sonreírle aunque me sentía con ganas de salir corriendo en ese mismo momento.
—Hijo, Sabine —la abuela saludo a mis padres.
Seguimos su paso hacia adentro de la casa, varias de las decoraciones habían sido cambiadas.
Entramos a la sala y yo me dirigí hacia el gran ventanal que daba hacia el patio, donde estaba el jardinero.
El gran árbol estaba ahí…
Ese árbol…
Retrocedí para mirar a mis padres que conversaban alegremente con la abuela.
—Iré a cambiarme de ropa y saldré a correr —mama sonrió y yo me dirigí hacia la habitación que tenían preparada para nosotros.
Miré el reloj de mano y empecé a correr, el hábito que había tomado viviendo en Capri.
Cada vez iba aumentando más la velocidad y a la vez me iba alejando más del punto de partida.
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Editado: 22.07.2024