Confía en Mí

31|| Entre copas

Observe la cantidad de vinos que había en ese pequeño lugar.

—¿Por qué tienen todo esto y no lo aprovechan? —dije mirando las distintas marcas de vinos.

—Me pregunto lo mismo —me sobresalte al escuchar a Emeric.

—Imbécil me asustaste —dije tomando una de las botellas.

Aquel lugar olía a madera.

—Me sorprende que aquí no haga calor —comento Emeric a mis espaldas.

El pequeño pasillo que volvía hacia la cocina era estrecho. Era mi momento de vengarme por lo que había hecho momento atrás.

—Creo que si hace demasiado calor —dije deteniéndome y girándome a el.

Emeric me miro a los ojos y sonrío al ver mi cercanía.

—Pienso que… —hice un paso mas hacia el quedando nuestros rostros muy pegados.

Quería besarlo pero no, el tenía que sentir lo mismo que yo.

El cerro sus ojos y yo sonreí.

—¡Ya está la comida! —dije para salir rápidamente de allí.

—¡Elise! —exclamo el a mis espaldas.

Empecé a reírme al ver su cara de decepción.

Saque la pizza del horno, mientras el servía el vino en las copas.

Decidimos que íbamos a comer en la cocina y así lo hicimos.

—Creo que una copa es suficiente —dijo el al ver que yo volvía a servirme.

—¿Acaso piensas decirme que hacer? —dije levantando una ceja— yo fui la que cocino así que tu deberás lavar los platos.

El empezó a levantar los platos sucios y yo me senté sobre la isla observando la espalda descubierta de Emeric.

—Extraño a mi familia de Italia —deje la copa vacía a un lado— extraño a Giulia y a Francis y sus ocurrencias.

—Si los recuerdo creo que la ultima vez que los vi fue hace tres años atrás —dijo Emeric que lavaba los platos.

—Aunque la última vez que los vi no la estaba pasando bien —baje mi cabeza.

El sonido del agua del grifo se detuvo y Emeric se volteo hacia mi dirección.

—Lo se también lo pase mal —dijo el acercándose a mi— todo cambio mi Elise.

Mis ojos fueron a los suyos y fue en ese momento donde deseaba tenerlo más cerca de mi.

Emeric estaba intentando cambiar y eso podía verlo.

—¿Puedo besarte? —su pregunta hizo que mi corazon se detuviera unos segundos.

Ni siquiera respondí y tome su rostro entre mis manos acercándolo mas a mi para finalmente juntar nuestros labios.

Ese beso, ese dulce beso que había ansiado durante tanto tiempo ese gesto lleno de emociones que solo me hacían quererlo más pegado a mi.

Sus manos se posaron en mi cintura y fue donde envolví mis piernas alrededor de sus caderas. Solo basto un movimiento para que me tuviera aferrada a el.

Deseaba a Emeric mas que nada en ese momento.

Ni siquiera me percate en el instante que llegó a mi habitación. Un beso que estaba lleno de deseo.

Emeric se deshizo de mi ropa y yo sin romper nuestro beso ayude a que se quitara las únicas prendas que el tenia.

Ya no había nada que estorbara solo sentía la felicidad de tenerlo ahí entre mis brazos.

El me miro a los ojos y se coloco entre mis piernas, entrando lentamente en mi. Después de tanto tiempo volvía a sentir como aquel lugar de mi cuerpo era invadido.

—Mi Elise no tienes idea de lo mucho que te he extrañado —dijo sin dejar de moverse.

Sentía el placer envolverme al igual que el calor que emanaban nuestros cuerpos.

—Yo también te extrañe Emeric —dije para luego besarlo.

Los gemidos y jadeos inundaron aquella habitación. Otra vez éramos uno.

Emeric se recostó a un lado y yo me recosté sobre su pecho, sintiendo su respiración agitada.

Aun no podía creer que otra vez me encontraba allí entre sus brazos entregándome a el.

El miedo seguía presente pero ya no de la misma manera.

—Hace tiempo que no hago esto —dijo el limpiando el sudor de su frente.

—No tienes que mentirme —dije levantando la mirada.

—No hay razón… pero acabé antes de lo pensado —solté una risita— además tu eres la única que provoca esto.

Mire hacia donde el señalo y su miembro estaba otra vez erecto.

—Tenemos toda la noche después de tantos meses —dije mirándolo con una sonrisa y subiéndome a horcajadas sobre el.

—Me puse en forma para este momento soy y sere siempre tuyo —el volvió a juntar nuestros labios.

Y así la noche continuo para nosotros que ni siquiera me percate del momento exacto donde nos dormimos.

Abrí mis ojos sintiendo como mi cuerpo estaba relajado, mire a mi lado y la cama estaba vacía.

Sentí una puntada en mi pecho, me envolví en las sabanas y Sali lentamente de la habitación.

—Emeric… —dije mirando desde la punta d ela escaleras.

Tenia el miedo otra vez de que todo hubiera cambiado de que Emeric volviera a comportarse como un idiota.

Baje las escaleras con cuidado, hasta que es escuche el ruido en la cocina.

—Emeric —volví a decir al ver su espalda descubierta.

Mis ojos se pusieron brillosos al ver que el no se daba vuelta.

Hasta que se giro y vi los auriculares en sus oídos, y tenia una sarten en sus manos.

El levanto su cabeza y su sonrisa desapareció, dejo la sartén a un lado y se saco los auriculares.

—¿Qué sucede? ¿Estas bien? —el se acercó a mi.

El me envolvió en sus brazos podía sentir el calor de su pecho y el olor a jabón de su piel.

—Pensé que iba a alejarte de mi y a comportarte como un idiota… —dije dejando salir unas lagrimas— no estabas a mi lado y siempre…

—Elise —el me alejo un poco y tomo mi rostro entre sus manos— me desperté antes para poder hacerte el desayuno.

Mire hacia la isla y en un plato habían tostadas con huevo revuelto, guacamole y tocino.

—Mi desayuno favorito… —solté una risita y volví a mirarlo.

—Va a ser difícil que te deshagas de mi y tampoco voy a dejar irte así nomás.

—¿Debería preocuparme? —dije levantando una eja y el solo sonrio y negó con su cabeza.




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