Capítulo 17. Lucha campal

• ¡Jah! ¡Quién lo diría! ¡Derribamos a la traidora! – dijo el sujeto que asesinó a Esmi desde la distancia.
• ¿Qué es lo que pretenden? – preguntó Ramiel, colocándose por delante de las chicas para protegerlas

Los energéticos negativos no respondieron y, en cambio, blandieron sus espadas para atacar directo al pequeño grupo.

Clara y Luz se abrazaron. Al ser materiales, no podían hacer nada para defenderse de aquella lucha de otro mundo. El cuerpo de Esmi había explotado en mil pedazos y su alma se esfumó rápidamente de ahí.

• Yael, llévate a las chicas lejos de aquí – le pidió Shenar.
• ¿Y qué harán ustedes? – preguntó Yael
• Esta vez, no huiré – dijo Shenar – lucharé hasta el final.
• Yo también pelearé – dijo Ramiel – Así, también, me redimiré de lo que le hice a Israfil hace tiempo.

Yael activó su nave y dejó que Clara y Luz entraran en ella. Ramiel y Shenar bloquearon los ataques de los energéticos negativos y, así, las chicas pudieron escapar.

• Debemos salir de aquí también – dijo Ramiel a Shenar – si peleamos en un mundo material, podemos perjudicar a los seres vivos.
• Será difícil – lamentó Shenar, sin dejar de bloquear los ataques – a este grupo no le importa nada, ni están dispuestos a negociar. ¿No viste lo que sucedió con Esmi?

Algunos animales huyeron del lugar. Las plantas de los alrededores se secaron. Y se formó un extraño agujero en la atmósfera, absorbiendo todo a su paso. Así es que ambos incorpóreos no lo pensaron dos veces y huyeron en sus respectivas naves, siendo perseguidos por los energéticos negativos.

Al marcharse de ese planeta, el agujero de la atmósfera desapareció y las plantas volvieron a la normalidad.

Ya en el espacio exterior, Ramiel y Shenar salieron de sus naves para enfrentar a los energéticos negativos. Éstos les triplicaban en números, por lo que no les quedaba otra opción más que convocar a los vecinos para que les diesen una mano. Lograron atraer a un total de cien personas, quienes usaron las energías proveídas por las estrellas más cercanas para trasladarse y defenderse de las energías oscuras dominadas por los energéticos negativos.

Ramiel movía su espada de luz energética con destreza. Shenar prefería lanzar cúmulos de energía. Las armas de sus contrincantes eran variadas, pero todas emitían esa mortal potencia oscura capaz de arrasar con todo a su paso.

Al paso que iban, solo iban generando grandes daños a los planetas más cercanos. Y los cúmulos de energías oscuras provocaban que las estrellas comenzaran a moverse rápidamente, separándose entre si y dando la sensación de que, pronto, se desintegraría la galaxia entera.

• No nos queda de otra más que dejarnos “absorber” por la oscuridad – concluyó Ramiel, al ver que no conseguían derribar a sus enemigos – así evitaremos acabar con toda una galaxia.
• Si lo hacemos, podemos correr el mismo destino que Israfil – dijo Shenar – nadie sale vivo de esa absorción, o al menos nunca hubo nadie para contarlo hasta ahora.
• Todavía no sabemos si Israfil consiguió sobrevivir. Tampoco detectamos la presencia de Adusias. Además, ¿qué otra opción nos queda? ¡Si no los derribamos ahora, ellos volverán a atacar a nuestra gente e involucrar a los materiales en un conflicto bélico interestelar!
• Tienes razón. Es hora de poner fin a esto.

Ambos incorpóreos se acercaron rápidamente a los energéticos negativos. Los demás los siguieron y, al instante, fueron absorbidos por la oscuridad.

• ¡Jah! ¡Ahora están perdidos! – dijo uno de los energéticos negativos - ¡Aquí tendremos energías de sobra para derrotarlos! ¡No tienen ninguna estrella para abastecerse en su batalla!

Sin embargo, los incorpóreos tenían un as bajo la manga: fusionaron sus naves para replicar una estrella a escala, lo suficientemente potente para ayudarlos a resistir un poco más en la oscuridad y seguir luchando.

• ¡No dejaremos que anden por ahí a sus anchas! – les advirtió Ramiel - ¡Esto les está perjudicando incluso a su gente! ¿Acaso no se dieron cuenta?
• No escucharán – lamentó Shenar – Pero, al menos, les demostraremos que no deben confiarse solo porque dominan “un poco” la energía oscura.

Varios de los incorpóreos unieron sus espadas y crearon un haz de luz que atravesó los cuerpos de varios energéticos negativos. Éstos, a su vez, desintegraron a varios incorpóreos con la energía oscura. Ramiel y Shenar, entonces, juntaron sus manos y recrearon una bola de energía cósmica, el cual absorbió parte de la energía oscura y que fue directo hacia los energéticos negativos.

Pero, al hacer esto, vieron que sus cuerpos empezaron a perder consistencia y se estaban desvaneciendo.

• ¡Qué lástima! – dijo Ramiel – y yo que esperaba pasar momentos interesantes con Yael
• ¡Sí! – dijo Shenar – es una niña muy agradable. Hubiésemos sido juntos una familia feliz.
• Al menos nos queda el consuelo de que volveremos a reencontrarnos otra vez. Aunque ya no nos reconozcamos.

El sacrificio de esos incorpóreos no fue en vano, porque con ellos también perecieron los energéticos negativos. Al final, tanto sus naves como sus armas se desintegraron y formaron parte de las partículas de materia oscura presente en el lugar. Lo único que quedaron fueron sus almas que pararon directo al jardín de Belcú en espera de sus reencarnaciones.