Cindy se despertó a eso de las once de la noche, había perdido la noción del tiempo, como nos suele suceder a todos nosotros cuando tomamos una siesta de un par horas, desde ahí ya no pudo quedarse dormida, lo que se le ocurrió para matar el tiempo fue terminar de hacer los trabajos pendientes que tenía, y de repente le entró una rabia hacia Lucas, ¿quién se cree que es para aparecer así como si nada?, dijo.
Después pensándolo bien se dijo, trabajo es trabajo, entonces se calmó un poco, pero la angustia volvió de nuevo, otro problema que tenía era Enrique, ese hombre tan caprichoso.
-Uff, por qué me pasan estas cosas... – dijo con los ánimos por los suelos...
Su móvil empezó a sonar, era su madre:
-Buenas noches madre... – dijo Cindy, tratando de responder sonando normal...
-Hijita, te llamaba para preguntarte como estabas – le dijo su madre con dulzura – y también quería saber si podemos tener una cena de madre a hija este viernes por la noche... ¿Qué dices?.
-Hmm, claro que sí madre, por supuesto que sí, sabes que no te daría un no como respuesta – dijo Cindy sonriendo, - nos vemos el viernes en la noche entonces...
-Está bien hija, descansa, nos vemos el viernes, adiós – dijo la madre y luego colgó.
Cindy se quedó en la línea pegada al teléfono, no tenía ánimos de absolutamente nada y ahora ya tenía una salida con su mamá...
Decidió tratar de dormir, pero no podía, los problemas la tenían agobiada, se puso a leer un poco, y con eso pudo calmar en gran parte los nervios que la consumían...
(Cindy por dentro sentía que aquel beso que le dió Enrique la tenía turbada, había descolocado ese equilibrio que había en su cabeza, no podía dejar de pensar en aquel momento que pasó todo eso).
Cómo aún no le daba sueño por más que ya había leído y ordenado su apartamento, se le vino la idea de hacer algo de ejercicio.
En todo ese tiempo ella no había hecho mucha actividad física, ya que pensaba que no necesitaba tanto de eso.
Cinco minutos después de que empezó, ella ya estaba acabada, sentía que ya no podía más, eso le causó mucha risa, y además las día siguiente iba a estar macurcada.
Decidió parar, no podía castigarse tanto en un sólo día, se propuso continuar el siguiente día.