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El avión está por aterrizar y la aeromoza dice que tenemos que abrochar los cinturones. De verdad me siento cansada, nunca he viajado en avión, y casi no duermo por temor a un accidente. Tonta, ¿no? Pero en fin, todo está bien. Excepto por la pequeña intriga de saber quién es el chico que está sentado en los asientos delanteros. Me tiene sin poder pensar en algo en concreto; ya quiero que el avión aterrice para poder verlo.
El avión empieza a descender y miro por la ventanilla. Un escalofrío recorre mi cuerpo al saber que he cumplido uno de mis tantos sueños.
Después de haberse detenido, todos bajan apresurados al igual que yo. Y aunque no me precisa, lo único que quiero saber es si el chico que se está levantando es Aaron, o no.
Tomo la mochila rápidamente y casi que doy empujones a unas cuantas personas por el estrecho pasillo.
Mi corazón se empieza acelerar y trato de respirar con normalidad, pero al salir, todo eso se esfuma cuando miro al chico.
Empiezo a mirar a todas partes tratando de contener la gran tristeza que siento. Cierro los ojos con fuerza y empiezo a caminar.
No es Aaron, es un chico normal, solamente.
Suspiro decepcionada y al mismo tiempo con cansancio.
‹‹¿Dios, por qué me haces esto? ¿No podría verlo solamente o tropezar con él?››, pienso. Aunque, luego recuerdo que esta no es una típica película romántica.
Empiezo a caminar hasta llegar al lugar donde recogeré mi equipaje. Hay muchas personas esperando las suyas, me quedo a un lado un poco nerviosa y cuando salen las mías las tomo y las coloco sobre el piso. Nuevamente me aseguro de que estén completas, al cerciorarme las tomo y camino con dificultad por el aeropuerto, aunque me detengo un momento para sacar de la mochila un pequeño mapa de la universidad. Tomo de nuevo las maletas y empiezo a caminar mientras lo observo. Tiene diversos colores, trae el nombre de las alas o pasillos, y también trae indicaciones de sus instalaciones.
Sigo caminando con la mirada fija en el papel, pero de pronto choco contra alguien, haciendo que suelte el equipaje y casi caiga al piso. Miro a la persona para disculparme pero me atraganto con mis propias palabras.
En silencio, lo observo detalladamente, como si mi cerebro estuviera procesando lo que está sucediendo.
¿Aaron?
Siento cómo todo a mi alrededor se detiene: las personas al caminar, el ruido de los celulares sonar, los parlantes por los que hablan... Todo. Como si solo la misma atmósfera nos rodeara a él y a mí.
No, no, no. Esto... esto no puede estar pasando.
Miro hacia el techo.
‹‹Dios, es una broma, ¿cierto?››, pregunto.
Sabiendo que no obtendré respuesta alguna, bajo la mirada resignada hacia el piso, pero rápidamente la dirijo hacia el chico.
Mi respiración se empieza agitar, mi corazón se acelera y siento un calor inundar mis mejillas.
Las piernas me tiemblan, al igual que mis manos.
Simplemente estoy en shock y mi mente no hace nada más que pensar en blanco mientras observo al chico con gran intensidad.
Mis ojos están como platos, el color carmesí tiñe mi rostro y el tener las ganas de querer gritar, saltar, llorar, reír, abrazarlo y no saber qué hacer, me frustra. El revoloteo en mi estómago vuelve, pero esta vez más fuerte.
¡Oh... Dios! ¡No puedo creer que sea él!
Cierro los ojos con fuerza y respiro profundo. Tal vez cabe la posibilidad de que esto solo sea un simple sueño.
¿Coincidencia o no? ¿Casualidad o no? ¿Acaso es el destino o simplemente lo estoy imaginando?
Los abro de golpe pero aún tengo la presencia de él, ante mí, mirándome con confusión.
―¿Estás bien? ―pregunta en inglés y con su melodiosa voz.
Lo miro atónita, sin saber qué hacer o qué decir, simplemente me quedo muda mientras miro el intenso color verde de sus hermosos ojos.
Siento la necesidad de salir corriendo y tirarme en la calle a que un camión pase y me atropelle para despertar de este posible sueño, o pellizcarme el brazo.
Creo que es mejor la segunda opción, aunque no frente a él, me vería demasiado tonta.
Aún me mira esperando respuesta, el problema, es que olvidé lo que dijo.
¿Qué había dicho?
No lo sé, lo que sé, es que mi cerebro aún está procesando el simple hecho de tenerlo frente a mí y aún no poder creerlo.
¡Dios! ¡He soñado tantas veces con este momento, por favor, dime que no es un sueño y que es real!
Mis dudas fueron respondidas al momento en que su mano tomó delicadamente mi brazo.
Lo miro con los ojos aún más abiertos de lo normal y mi respiración se corta.
¡AARON BECKETT ESTÁ TOCANDO MI BRAZO! ¡No me lo lavaré en una semana, pero qué digo, en toda mi vida!
‹‹Oh Melody, ¿pero qué dices? ¡Contrólate!››, me digo a mí misma.
Salgo de mi pequeño trance y lo miro.
‹‹¡HABLA! ¡No te quedes callada!››, grita mi mente.
―Ah... ah...
‹‹¿En serio? ¿Eso fue lo mejor que se te ocurrió?››, me reprendo.
Mi cara debe de estar roja de la vergüenza, no sé qué hacer, en lo absoluto. Ni siquiera puse atención a lo que dijo y todo por estar viéndolo como tonta.
¡Pero qué ridícula debo de verme en este momento!
‹‹¡Haz algo! Quizá, decirle un... hola, estaría bien››, pienso.
Mi cuerpo no reacciona a lo que mi cerebro le pide y actúa por sí solo.
Antes de que abra su bella boca y diga algo, tomo las maletas que están sobre el piso.
¿Cómo? Ni yo lo sé.
Camino rápidamente a la puerta principal del aeropuerto.
¿Para qué? Tampoco lo sé.
Al salir inhalo el aire de la hermosa ciudad de Londres y miro los autos pasar frente a mí.
Hace un poco de frío, a pesar de que es verano. Debo remarcar que no es la misma temperatura que hay en mi país, pero aún así, se puede observar el hermoso sol reluciente.
Trato de calmar los rápidos latidos de mi corazón, pero es inútil.