Conociendo a tu Crush

Capítulo 6

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Al día siguiente, se podría decir que me levanté como la mismísima momia, porque a mi querida compañera de habitación, sarcasmo señores, sarcasmo, le dio por desempacar sus cosas a las ¡once de la noche! Las personas normales duermen a esa hora y no me dejó ser recibida por los brazos de Morfeo. Cuando me desperté y me dirigí al espejo del baño, hasta me asusté de mi propio reflejo. Estaba del asco y con unas ojeras muy marcadas, por lo que me tuve que maquillar.

¿A quién se le ocurre desempacar sus cosas a las once de la noche teniendo todo el día libre?

¡A nadie!

Ya me he duchado y arreglado, lo último que me falta es desayunar, así que tomo el pomo de la puerta y la abro. Observo a mi compañera, de la cuál aún no sé su nombre, por última vez dormir como una morsa y salgo del dormitorio.

Una vez en el pasillo, escucho a un lado de mí susurros, volteo y son dos chicas que miran en mi dirección. Una ríe y la otra sonríe coqueta. Levanto una ceja sin entender nada, me giro sobre mí misma y antes de dar el primer paso, me topo con unos hermosos ojos verdes.

―¡Wow! ―digo llevándome una mano al pecho―. Qué susto me diste. ―trato de respirar con normalidad.

Y es que la maldita emoción nunca se va.

¿Cuándo lo voy a superar? Pues creo que nunca.

―Hola. ―sonrío nerviosa.

Ahora entiendo a esas chicas.

―Buenos días. ―dice separándose de la pared, ya que estaba recostado.

―¿Hace cuánto que estás aquí? ―digo mirándolo con intriga.

Las chicas que anteriormente murmuraban entre sí, ahora lo hacen mientras caminan a nuestro lado. Me lanzan una mirada recelosa y siguen su camino.

Como si eso me afectara. Supongo que no son ingenuas y saben a la perfección quién es. Y es raro decir que me siento privilegiada al estar a su lado.

―Hace unos minutos. ―responde.

―¿Y por qué no tocaste?

Se encoge de hombros.

―No quería molestar. Voy a desayunar, ¿vas?

Asiento rápidamente, mi estómago se está muriendo del hambre.

Nos dirigimos a la cafetería en silencio, pero ya no es incómodo. Al llegar, tomamos una bandeja cada uno, algo de comer y nos sentamos en una mesa desocupada para desayunar.

Al llegar, tomamos una bandeja cada uno, algo de comer y nos sentamos en una mesa desocupada para desayunar

―...y ese es el campus ―dice señalando el largo y hermoso césped de la universidad de Leeds―. Vamos por aquí. ―señala con un gesto de cabeza.

Ya me ha enseñado dónde queda cada salón. También las oficinas, el campus, las cafeterías que se encuentran fuera de la institución, tiendas y hasta me ha ayudado a distinguir los dormitorios de chicos y chicas. Todos están juntos, solamente que los de las chicas se encuentran en el ala izquierda y el de los chicos en el ala derecha. Lo cual me deja saber lo que ya sé, él está en el mismo piso que yo, solo que en diferente dirección.

Lo sigo mientras lo miro por la espalda, analizando cada parte de su cuerpo y dejándome una buena vista de su trasero.

―¿Melody? ―llama mi atención sin voltearse.

Mi nombre se escucha tan bello cuando sale de su boca.

―¿Si? ―digo algo insegura. No le he prestado atención a lo que estaba diciendo en el camino.

―Te dije que si te gusta leer. ―dice ahora volteándose y ladeando una hermosa sonrisa.

―Ah... sí. Me encanta. ¿Por qué lo preguntas?

―Ven. ―me toma de la mano, ignorando la pregunta. Al instante, siento una agradable sensación que recorre mi cuerpo.

Mientras él me arrastra, mis piernas se sienten débiles, y algunas chicas me ven mal.

¿Qué tengo pintado en la cara? Oh, esperen un momento, es por Aaron.

Las ignoro y me dejo guiar por el chico.

Luego de caminar por unos cuantos pasillos, nos detenemos enfrente de dos grandes puertas de madera. Él abre una haciéndola rechinar. Nos adentramos en silencio y una señora de quizá unos cuarenta y tanto de años y con lentes, se encuentra del otro lado del mostrador; a simple vista parece ser un poco amargada.

Dirijo mi vista al frente y...

Oh. Por. Dios.

Hay estantes gigantescos con miles de libros. Es... simplemente hermoso.

Me quedo boquiabierta mientras giro sobre mí misma admirando el hermoso e inmenso lugar. No hay espacio para un libro más.

―¿Te gusta? ―pregunta metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.

Sigo admirando el lugar como boba.

―Es... perfecto ―sonrío como tonta―. Creo que me enamoré. ―digo y él ríe.

‹‹Además de ti››, pienso.

―Lo sé ―lo miro ladeando una sonrisa―. Siempre venía aquí en mi tiempo libre. Ya sabes, antes de mudarme a Nueva York. ―dice sonriendo aún más.

―Me imagino que debe ser muy tranquilo y relajante. ―digo suspirando. Es tan perfecto.

―¿Qué te parece si vamos a ver un par de libros?

Asiento energética. Quiero ver todos.

Nos dirigimos a un pasillo. Aaron empieza a buscar un libro en especial, supongo. Yo hago lo mismo, pero un poco más alejado.

Ya he tomado varios libros y todos son en inglés, obviamente, pero ninguno de ellos es interesante. Sigo rebuscando hasta que uno de ellos llama mi atención. Trato de tomarlo pero está muy alto, miro a los lados para ver si hay alguna escalera, pero no la hay. Sigo con mi intento fallido, hasta que un brazo largo pasa por encima de mi cabeza y toma el libro con facilidad.

Miro el sujeto, pero sonrío con ilusión y ternura al ver que solo se trata de Aaron.

―Gracias ―digo mientras él me lo da y yo lo tomo―. Odio ser tan enana. ―él ríe y luego me mira por un lapso corto.




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