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Siempre me he preguntado, ¿cuántas personas se han enamorado de mí y no lo han dicho? Lo han callado y se han consumido por sí solos con el paso del tiempo.
Suspiro mientras camino por el pasillo junto con Max y Zoe.
Debo dejar el pasado atrás, y Mario es eso, pasado.
Esta semana la he pasado genial al lado de los chicos. Debo decir que he encontrado buenos amigos, y me agradan mucho. Especialmente porque no me fastidian como mi compañera de dormitorio. Argh, ella sí que es un fastidio.
Por otro lado, la tutoría de Aaron me sorprendió, ya que no esperaba que fuera él. De hecho, estaba tan nerviosa de que fuera una persona que no conociera que ni siquiera pensé en esa minúscula posibilidad.
Ahora me dirijo a la cafetería con mis amigos.
Hacemos fila, luego de unos minutos tomamos nuestro almuerzo y caminamos hacia una mesa.
―Hey, ¿qué harán este fin de semana? ―pregunta Max mientras le da un mordisco a su sándwich.
―Yo nada. ―respondo y bebo de mi jugo.
Max levanta la vista al igual que Zoe y me miran.
―¿En serio no harás nada? ―pregunta Zoe dejando la cuchara de lado.
Antes de morder mi emparedado, los miro unos segundos, examinándolos mientras sostengo el mismo entre mis manos.
―No. ―respondo para continuar comiendo.
―Es broma, ¿cierto?
Nuevamente levanto la vista y lo miro de forma obvia.
―No es broma, hablo en serio. ―digo con un poco de comida en la boca.
Ellos se miran y luego a mí.
―¿Qué? ―pregunto al ver que no dejan de mirarme.
―Todos los fines de semana las facultades organizan fiestas ―dice Max―, por lo cual, no ir sería un delito. ―sigue comiendo.
―Exacto ―lo apoya Zoe―. Además, qué tan interesante es lo que harías el fin de semana.
―Ver una maratón de Friends con un bote de helado y dulces. ―respondo.
Zoe me mira unos segundos analizando lo dicho.
―No estaría mal.
―¿Friends? ―pregunta Max.
Zoe y yo lo miramos con los ojos como platos.
―¿Nunca has visto esa serie? ―pregunto y niega con la cabeza―. Definitivamente tendremos que compartir un fin de semana juntos con una maratón de Friends ―le sonrío―. Te encantará.
Max se encoge de hombros.
De verdad no sabe lo que se pierde.
―Volviendo al grano, ¿irán? ―pregunta ansioso y escuchando atento a lo que diremos.
―No lo sé.
―Sí. ―responde Zoe, segura. Los dos me miran esperando una respuesta.
Hace mucho que dejé de ir a fiestas. El último año lo había pasado como un ratón de biblioteca para obtener buenas calificaciones. Aparte, la última vez que me emborraché, no fue para nada un lindo recuerdo.
Además, la jaqueca del día siguiente no es algo que le desearía a alguien. Esa fue una de las razones por las cuales me prometí no volver a beber.
―Tal vez. ―respondo mientras termino de comer.
―Bien, piénsalo. ―dice Max.
El timbre suena y todos los estudiantes empiezan a salir del comedor.
―Oye Zoe ―ella me mira―. Necesito un favor tuyo ―le sonrío apenada―. Quiero conseguir un trabajo y bueno, tú conoces la zona, así que me preguntaba si...
―¿Podría acompañarte? ―termina la frase por mí.
―Sí.
―De acuerdo. Será después de clase.
Asiento y salimos de la cafetería.
―¿Saben? A veces me desespera no entender qué es lo que dicen. Me frustra. ―dice Max algo irritado.
Zoe y yo nos reímos.
―Pobre Max, algún día nos entenderá. ―ironiza Zoe en español y luego rueda los ojos.
―Es una lástima, ¿no lo crees? Sería más divertido. ―digo pensativa.
―¿Sabes? Podríamos estarnos burlando de él en este momento que no sabría lo que le decimos. ―ríe.
Una sonrisa maliciosa se asoma en mi rostro.
―Max ―digo y su vista viaja hacia mí ―, eres un idiota.
Él me mira confundido, pero Zoe se ríe a carcajadas.
―Algún día te enseñaremos hablar español. ―dice ella en inglés, sonriendo.
―Eso espero, si no tendré que tomar clases privadas. A veces pienso que se están burlando de mí.
‹‹Pues estás en lo correcto, Max››, digo para mis adentros.
―Bien, me despido. ―dice Max, se acerca y besa mi mejilla para luego despedirse de la misma forma de Zoe.
―Nos vemos. ―dice Zoe agitando la mano en su dirección.
Max vive cerca de la universidad, por lo que no tiene que quedarse a dormir allí.
Observo su casa. Tiene fachadas altas, es de dos pisos y color crema, tiene un gran jardín en frente y una reja baja y negra.
Seguimos caminado, observando lugares en los que puedan necesitar algún empleado, pero después de preguntar en unos quince locales, no hay nada. Ningún local que necesite un empleado.
Suspiro cansada. Ya me duelen los pies y estoy agotada.
Al final, Zoe y yo preferimos volver a la Universidad y seguir la búsqueda durante el fin de semana.
Ya son pasadas las cinco de la tarde, así que al llegar a la institución, cruzamos el campus y nos dirigimos a la cafetería para buscar algo de comer e ir a nuestros dormitorios.
Zoe recibe una llamada, así que se va antes y yo me quedo sola. Al terminar, guardo el muffin que he tomado en mi mochila y unos cuantos dulces por si se me apetece durante la noche comer algo.
Me levanto de mi asiento y empiezo a caminar fuera del lugar.
Me pregunto dónde estará Aaron, hace ya un rato que no lo veo. Además, estos días se ha estado comportando de manera extraña, cada vez que ve a Rick, se tensa y busca algún pretexto para salir de clases o alejarse de nosotros cuando él intenta acercarse.