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Después de haberme puesto el vestido, me di cuenta de que no se me veía tan mal como pensaba, pero si estaba un poco corto.
Me peiné el cabello dejándolo lacio como siempre, pero era muy habitual en mí, así que le hice ondulaciones en las puntas. Apliqué un poco de labial rosa, ya que no me gustan los colores llamativos, y el resto de maquillaje fue igual de natural. También me puse algunos accesorios, como un collar plateado que se veía sumamente delicado, unas cuantas pulseras delgadas en mi mano izquierda y listo, ya estaba lista y preparada.
No falta decir que siento una gran emoción por ver a Aaron, y el preguntarme cómo va vestido.
Apuesto a que se verá guapo, aunque él con todo se ve bien.
Ahora nos encontramos en la entrada de la casa de facultad. Zoe toca la puerta y esperamos a que abran.
La música se escucha a varias cuadras, pero creo que las personas de la vecindad están tan acostumbradas que no creo que llamen a la policía.
La facultad no se encuentra tan lejos de la universidad, por lo cual decidimos caminar.
Por otro lado, será mi primera fiesta aquí en Londres. Razón por la cual estoy nerviosa. Quizá las fiestas aquí sean más diferentes a las que hacían en la secundaria.
Al tercer golpecito impaciente que Zoe da, un chico abre la puerta y nos regala una sonrisa coqueta. Típico de los chicos en las fiestas.
La música se escucha más fuerte y el olor a alcohol inunda mis fosas nasales.
―Pasen.
Al momento de entrar lo reconozco de inmediato, y él parece estar igual de sorprendido que yo.
―Hola. ―saluda con una sonrisa de sorpresa.
―Hola, tú. ―digo con una sonrisa fingida al reconocer a mi compañero de trabajo.
Zoe se posiciona a mi lado un tanto incómoda.
―No sabía que vendrías a la fiesta. Te veía más como la chica: ‹‹Soy responsable y no tengo interés por nada más que mis libros››. ―lo miro mal y él ríe.
Aunque bien que ha dado en el clavo. Pero no lo admitiré, eso sería aumentar su ego.
―Nah... es solo que vine acompañar a mi bella y dulce amiga. ―digo pasando mi brazo por los hombros de Zoe.
Él la mira y sonríe ampliamente.
―Un gusto, señorita...
―Clarck, Zoe Clarck.
Él toma su mano y la besa.
Hago una mueca al presenciar la escena.
―Eres bellísima.
Puedo notar el enrojecimiento en las mejillas de Zoe.
―Por cierto, no me he presentado.
―Y no es necesario que lo hagas. ―lo interrumpe una voz.
Esa voz hizo que cerrara los ojos por un segundo tratando de convencerme de que era un sueño, pero no lo era.
¡Demonios!
―Ellas realmente no necesitan tipos como nosotros en sus vidas. ―dice en tono molesto. Sus ojos marrones ahora oscuros.
No sé si es por mí, o si es por lo que Aaron había dicho cuando estábamos en mi dormitorio, pero Rick está enfadado.
―Vámonos. ―dice tomando a su amigo por el antebrazo mientras él lo mira confundido y lo lleva consigo.
―Vaya, Rick sí que puede ser raro a veces. ―dice Zoe a mi lado una vez que ellos se fueron.
La miro y sonrío levemente. Zoe desde luego es ajena a lo que ocurre entre Rick y Aaron.
―Supongo. ―susurro.
Miro a mi alrededor. Ahora sí que puedo admirar la gran casa en la que estamos. Hay muchas personas con lo que supongo es cerveza. Algunos están apoyados sobre su espalda en la pared charlando y bebiendo, pero gran parte de la gente está bailando. No obstante, otros parecen comerse entre sí, por lo cual no logro ocultar una mueca, y otros optan por hacer competencias de quién bebe más en una amplia mesa que se encuentra al final del salón.
―Bien, vinimos aquí para divertirnos, no para estar de pie y aburrirnos. ―dice la pelirroja tomándome del brazo y caminado entre la multitud que se encuentra en la pista de baile.
Empezamos a movernos al ritmo de la música, primero lento y luego rápido. De repente, siento algunas miradas sobre mí.
Ahora es cuando me arrepiento de haberme puesto un vestido tan corto y ceñido, sin contar que está abierto en la espalda.
Y todo por dar una impresión.
En realidad estaba a punto de rechazar la invitación-obligación de Zoe a la fiesta, pero cuando mencionó los nombres de quienes vendrían y entre ellos el de Aaron, mi corazón saltó de emoción al saberlo.
Quería llamar su atención sin dudarlo, pero creo que esta no es la mejor manera.
Mientras paso la mirada sobre todas las personas que bailan para reconocer algún rostro familiar, observo cómo dos chicos nos tienen en la mira y se acercan bailando.
Mentalmente, me doy con la mano en la frente por su "discreción", pero al ver que del otro lado se acerca mi compañero de trabajo, estos se alejan.
Raro.
―No te importa si me llevo a tu amiga, ¿verdad? ―dice él a nuestro lado.
Lo pienso durante unos segundos. No quiero quedarme sola, no conozco a nadie además de Zoe. En cuanto a Aaron y Max, no los he visto desde que entré por esa puerta.
Sin embargo, sé que Zoe muere por ir con él, así que resignada, asiento.
Aparte, necesito socializar con las personas, me siento un poco antipática.
Observo cómo poco a poco se van alejando de entre la multitud y salgo de la pista de baile y me dirijo a no sé dónde.
¿Y con quién demonios pienso socializar? Lo único que lograré será ponerme en ridículo.
Me recargo sobre la pared suspirando pesadamente. De pronto, un chico aparece en frente de mí repartiendo bebidas. Yo, sin decir o pedir nada, me da uno de esos vasos rojos que había visto al entrar.
Lo tomo y lo observo por unos segundos.
No creo que contenga alguna sustancia tóxica.
¿Pero qué demonios digo? El alcohol es tóxico.
Da igual.
Llevo el vaso a mi boca pero antes de tomar el primer trago, alguien lo arrebata de mi mano con brusquedad.
Me preparo para decir algún insulto hasta que miro quién es, aunque bueno, a él le puedo decir muchos.