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El calor que siente mi cuerpo es tan arrollador que hace que quiera quedarme allí para siempre, y sin que nadie me moleste.
Ese calor me hace sentir protegida.
Abro mis ojos un poco pero los vuelvo a cerrar al sentirme tan cómoda, y también porque quiero seguir durmiendo.
Luego recuerdo la noche anterior y los abro de golpe, esperando verme en otra habitación, pero es la mía.
Me giro sobre la cama pero no veo a nadie. Me siento sobre el acolchado y observo todo a mi alrededor.
Es mi habitación.
Miro las fotografías en la pared, el escritorio, el viejo armario...
¿Todo fue un sueño?
Siento una presión en el pecho. La decepción se apodera de mí y no hago más que abrazar mis piernas mientras intento no llorar.
Todo fue tan real.
Cierro los ojos con fuerza y respiro profundo para darme fuerzas.
¿Cómo no pude darme cuenta antes? Todo fue un simple sueño, solo un simple sueño... ¡Maldición! ¿Por qué siempre me pasa esto a mí? ¿Por qué?
Mientras me cuestiono sobre porqué mi vida es una desgracia, escucho una voz en la lejanía.
Agudizo todo lo que puedo mi oído y le presto más atención.
Me toma unos segundos escucharla más cerca.
―Melody.
Siento cómo mueven mi hombro y poco a poco abro mis ojos algo adormilada.
Lo primero que veo son un par de ojos verdes chispeantes mirándome.
Lo miro con más detenimiento y por un segundo creo que sigo en el sueño, así que parpadeo varias veces para cerciorarme que es real. Que es él.
Una amplia sonrisa se dibuja en mis labios y me siento tranquila al saber que solo fue un sueño. Un mal sueño.
Las ganas de abrazarlo y nunca soltarlo se pasan por mi mente como un rayo, pero aún así no lo hago y mantengo la cordura.
―Despierta. Tenemos clases hoy. ―se levanta de la cama y camina hacia el baño.
Sonrío como tonta mientras lo miro y dejo de hacerlo al recordar que me acabo de levantar y mi aspecto no debe de ser el mejor.
Llevo una mano a mi cabeza para suponer que tan despeinada estoy, y bueno, debe de estar peor que un nido de ratas.
Me siento sobre la cama y busco algo con qué poder verme.
A un lado, en la mesita de noche, está mi celular. Lo tomo y cuando veo mi reflejo y el moretón en la pantalla, hago una mueca.
Me peino el cabello con una mano y me aseguro de que todo esté en su lugar.
La puerta del baño se abre y él sale ya arreglado. El olor de su colonia se esparce por todo el dormitorio haciendo que me embriague y empiece a olfatear como un perro. Aspiro todo el aroma que puedo y lo dejo de hacer cuando se gira hacia mí.
―¿Estás lista? ―pregunta tomando su mochila.
¿En qué momento se bañó tan rápido? ¿Tanto tiempo me quedé pensando?
―Un segundo. ―digo para ponerme en pie y luego colocarme las Converse.
Camino hacia el baño y lavo mi cara, también paso el poco de agua que queda en mis manos a mi cabello para intentar que no se vea tan desaliñado.
Finalmente me miro en el espejo y chequeo con detenimiento lo que llevo puesto.
No hay mucho qué hacer.
Salgo del baño y me dirijo a la puerta que está ahora abierta con Aaron esperándome fuera.
Una vez los dos en el pasillo, él cierra la puerta y empezamos a caminar.
―Te dejaré en tu dormitorio, ¿de acuerdo?
Me estremezco con tan solo pensar en que tengo que ir a mi habitación para arreglarme y posiblemente ver el rostro de Skylar, que tal vez quiera terminar lo que empezó.
Asiento y miro la punta de mis Converse.
―¿Estás bien? ―inquiere.
Asiento otra vez y levanto la vista mientras suspiro.
Dios, apiádate de mí.
Meto las manos dentro de los bolsillos de mi sudadera y pienso en cómo rayos sobreviviré después de cruzar esa puerta. Lo más probable es que después no me reconozcan debido a los multiples golpes.
¿Y si me pongo una peluca? ¿Y si me cambio de nombre y apellido?
―Sabes que por más que intentes ocultarte, Skylar tarde o temprano se dará cuenta, ¿no?
Odio cuando hace eso.
―¿Cómo sabes siempre lo que pienso? ―lo observo esbozar una sonrisa.
―Eres un libro abierto.
Asiento dándole la razón y llegamos a mi dormitorio.
―Ten. ―lo observo sacar de su mochila la pomada, y me hace entrega de ella.
―Gracias. ―Sonrío y él me mira un poco preocupado.
―¿Segura que estás bien?
‹‹No, no estoy bien››, pienso.
Ruedo los ojos y asiento.
―De acuerdo. Te veo en clase. ―dice finalmente girándose.
Lo observo alejarse por el pasillo hasta que lo pierdo de vista. Me volteo hacia la puerta y me quedo mirándola un rato mientras me pregunto si Skylar se encuentra dentro.
Recojo todo el valor que puedo y abro de golpe la puerta, pero no hay nadie, o al menos eso supongo.
Me dirijo a la puerta del baño y coloco la oreja en ella, pero no escucho la ducha abierta, así que me relajo y camino hacia el armario para buscar qué ponerme. Luego, en uno de los estantes dejo la pomada.
Solo espero que el moretón no dure mucho tiempo en desaparecer.
Aún no entiendo el porqué del comportamiento de Skylar y el motivo por el cuál me golpeó.
Aunque tengo que admitir que tiene un gran gancho derecho.
Después de arreglarme, camino a mi clase de Diseño editorial con algunas miradas sobre mí y escuchando murmullos en el pasillo, lo que logra ponerme nerviosa.
Aparte, tuve que ponerme como mil kilos de maquillaje para que no se notara el moretón en mi mejilla.
―¡Melody! ―escucho que gritan mi nombre y me detengo de golpe―. ¡Espera! ―me giro lentamente y me relajo al ver que solo se trata de Zoe, sin embargo, su rostro muestra pánico.
Frunzo el ceño y se detiene frente a mí. Pone las dos manos sobre las rodillas, tratando de recuperar el aire antes de empezar a hablar.
―Amiga ―dice con la voz entrecortada―, no sabes el susto que me diste. ―dice ahora poniéndose derecha.
Ya sabiendo a qué se refiere, me siento un poco molesta.
―No me devolviste la llamada. ―le reprocho mientras levanto una ceja.
Aunque si Zoe hubiese tomado esa llamada, no me hubiera quedado en la habitación de Aaron.
―Lo siento, es que Max me jugó una broma. ―se cruza de brazos y frunce el ceño molesta.
―¿Me cuentas de camino al salón de Diseño editorial?
Asiente y caminamos por el pasillo.
―Verás ―comienza a decir―, ¿recuerdas el regalo de cumpleaños que le di a Max? ―pregunta mordiendo su labio inferior.
Asiento y le hago una seña para que continúe.
―Una broma pesada debería decir. El punto es que me devolvió la broma, pero siento que esta vez se pasó ―la miro sin entender. Ella resopla y me observa con cansancio―. Estabamos en la terraza y ya sabes que me gusta molestar a Max, y cuando me quise dar cuenta... mi celular terminó por ser tirado desde el quinto piso.
Abro mis ojos como platos.
―¿Hablas en serio?
Asiente y vuelve a resoplar.
―Esto es terrible ―niega con la cabeza―. No podré ver los videos que publiquen los chicos ni comentar nada por Twitter ni Instagram hasta que me compre uno nuevo. ¡Ah! Y también fue por eso que no te llamé. Además, cuando pasé por tu dormitorio nadie me abrió la puerta y no se escuchaban ruidos, así que supuse que no había nadie ―me mira con los ojos entrecerrados―. ¿Dónde pasaste la noche? Porque estoy segura que en el dormitorio no te quedaste.
Siento el calor subir por mis mejillas.
¡Demonios! ¿Y ahora qué hago?
―Bueno... ―empiezo a decir. ¿Pero para qué mentirle a alguien que prácticamente es ahora mi mejor amiga? Si las chicas escucharan lo que pienso, me matarían―. Pasé la noche en el dormitorio de Aaron. ―digo en español, para que nadie invente chismes o rumores, los cuales quiero evitar, y termino cubriéndome el rostro con las manos por la vergüenza.
Pronto siento las manos de Zoe quitando las mías lentamente.
―¿Dormiste con Aaron? ―pregunta sorprendida, ahora poniendo sus manos sobre mis hombros.
―En el buen sentido. ―me encojo de hombros y sonrío tontamente al recordar su mano entrelazada con la mía mientras dormíamos.
Ella se aleja mientras me analiza con los ojos entrecerrados.
―Esa sonrisa...
Dejo de sonreír y ladeo la cabeza confundida.
―La he visto antes ―se toca la barbilla pensativa―. Nah, no importa. ―se encoje de hombros y me asusto un poco por su repentino comportamiento.
¿Zoe estaba hablando sola? Creo que hablaba consigo misma.
¡Ja! Y yo que pensaba era la única que hablaba con su yo interno.
―Por cierto. ¿Qué hacían en la terraza? ―pregunto para cambiar de tema.
―Acostumbramos a ir ahí de vez en cuando, como cuando queremos contarnos algo, pero no queremos que los demás sepan.
―¿Cómo qué?
―Ya sabes que Max es mi mejor amigo, y supongo que ahora el tuyo también ―tiene razón―. Así que no le había contado lo que pasó en la cafetería.
Abro mis ojos sorprendida y la miro con una sonrisa pícara.
―¿Qué pasó con Dave?
―No mucho ―se encoje de hombros―, solo hablamos un rato. Pero es que es tan lindo. ―dice juntando sus manos mientras suspira y refleja una cara pensativa.
―Okay ―la miro con una mueca. Ya la perdí―. ¿Nos vamos?
Asiente y seguimos caminando. Después de un rato llegamos al salón. Entramos riendo, ya que Zoe venía contando uno de sus chistes. Y no es que me ría porque me den gracia, lo hago porque son muy malos y eso provoca que me dé risa, pero tampoco se lo digo porque si no la haría sentirse mal.
Camino hacia un asiento vacío y me siento. Miro a Zoe pelear con Max y río por lo bajo para que no me escuchen. Parecen dos hermanos de 5 años peleando por ver quién se deja el dulce.
Mi vista viaja hasta la puerta y para mi mala suerte, miro a Rick entrar tan imponente como siempre, pero al mirarme, se queda quieto en su lugar.
Observo lo que parece ser uno de sus ojos morado e hinchado.
Eso explicaría la mano herida de Aaron.
Ahora todo tiene sentido.
Él mira el asiento vacío que hay a mi lado y antes de que ponga mi mochila en ese asiento, él se sienta.
Rayos. ¿Por qué a mí?
Instintivamente bajo la vista a mis manos y juego con el borde de mi suéter color rosa pálido.
―Lo siento.
Levanto la vista y lo miro fijamente, pero inmediatamente la aparto cuando me doy cuenta de que me observa.
Me siento inquieta y al mismo tiempo mi corazón se siente estrujado.
¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué tuve que pensar que era mi amigo?
Solo espero que mi confusión no sea porque me guste, porque si no estaría pérdida.
¿Pero entonces? ¿Por qué me duele tanto? Es decir, Rick es un idiota.
―¿Melody? ―lo escucho preguntar, pero hago caso omiso.
Escucho al profesor entrar saludando a la clase.
Es entonces que levanto la vista y me doy cuenta que algunos compañeros nos miran e incluso murmuran al igual que las personas que estaban en el pasillo.
Dios, ¿ya te dije que te apiadaras de mí? Porque en serio necesito que lo hagas en este momento.
Al terminar la clase, me levanto y camino lo más rápido que puedo a la salida, pero siento que alguien me toma del brazo antes de poder hacerlo, para finalmente acorralarme contra la pared.
―Melody, escúchame ―pide mientras me mira a los ojos pero bajo la vista―. No tengo nada que ver en esto. Créeme.
No pude responder, ya que todo fue tan rápido que no vi el momento en el que Rick ya estaba en el piso y Aaron sobre él dándole golpes en el rostro.
―¡Te dije que no te acercaras a ella!
Me quedo atónita sin saber qué hacer.
¿Por qué hacen esto?
―A-alto. ―trato de no tartamudear, pero no lo logro.
Entro en pánico cuando miro el labio roto de Rick y la ceja partida de Aaron.
―¡Ya paren! ―grito con desesperación, pero hacen caso omiso.
Me abalanzo sobre ellos para tratar de apartarlos, pero están tan alterados y son tan fuertes que me empujan y caigo al piso, golpeándome la cabeza en uno de los escritorios.
El dolor es mínimo, pero me asusto de que sin darse cuenta me puedan hacer más daño.
Llevo una de mis manos a la cabeza para sobar la zona afectada y me levanto despacio para no marearme.
―¿Viste lo que acabas de hacer?
―¡Fue por tu culpa!
―¡¿Por mi culpa?!
Los escucho discutir y creo que con más ganas de repartir golpes.
―¡Ya basta!
Los dos dejan de discutir y me miran con el ceño fruncido.
Tienen la cara hinchada y un poco roja, supongo que pronto se tornarán moretones en esas partes.
―¿Por qué hacen esto? ―pregunto con el entrecejo fruncido y me cruzo de brazos―. ¿Quieren que los expulsen y pierdan el curso por una estupidez? ¿No pueden hablar como personas civilizadas? ―pregunto un poco histérica―. Aaron, no quiero que vuelvas a golpear a Rick ―abre la boca para contradecirme pero lo interrumpo―. ¿Entendiste? ―asiente con desgana y miro a Rick―. Y tú no me vuelvas a hablar. ―digo con un hilo de voz y sintiendo unas profundas ganas de llorar.
Salgo del salón rápidamente y me escabullo entre los demás alumnos que se encuentran charlando y caminando por los pasillos, con la esperanza de que ninguno de los dos chicos me encuentre.