──────•❥❥❥•──────
Después de todo, ese día sí podía ser peor.
Lo único que recuerdo era haberme ido casi corriendo para no tener que mirar más la desagradable escena.
Sentí un nudo en la garganta, falta de aire y unas inmensas ganas de llorar, por suerte me pude contener.
Simplemente me dije a mí misma que no lloraría y que sabría cómo manejar las cosas, porque de alguna manera sabía que me estaba causando daño a mí misma y empecé a llamar amor lo que sentía por Aaron, cuando en realidad la palabra correcta para describirlo era obsesión. De algún modo, no quería aceptar que aquello era verdad.
Tomo una gran bocanada de aire en un intento fallido por controlar mi respiración.
Hace mucho tiempo que no corro así. Tan rápido, tan energética, con tanta desesperación que duele.
Es cierto cuando dicen que el ejercicio es el mejor método para tratar de descargar todo lo que llevas dentro.
Suspiro con frustración y con ganas de parar, pero mis sentimientos no me dejan, aunque mi cuerpo me diga lo contrario, por lo que trato de distraerme con lo que hay alrededor.
Durante estos meses he descubierto mucho sobre la ciudad. Como por ejemplo, que los ingleses son muy amables, aunque debo decir que hay otros que... bueno, cómo decirlo, son algo intrépidos. Pero ese no es el punto, si no las maravillas que guarda esta hermosa ciudad de personas como yo. Que nunca han viajado ni conocido otro país.
Admito que me aterraba la idea de venir aquí, pero al mismo tiempo me emocionaba cumplir mis sueños. Durante muchos años soñé con viajar a Europa y lo logré. Hasta conocí a mi crush y eso lo hizo más emocionante e interesante...
Hasta que apareció ella.
Cada vez que pienso en ella cerca de Aaron siento mi estómago revolverse, también me siento agobiada y triste.
Resoplo con solo pensar en ello, sin embargo, no me detengo en ningún momento.
Esta vez me desvío por un camino pavimentado pero lleno de hojas secas y algo húmedas. El aroma a tierra mojada inunda mis fosas nasales y aspiro más el olor. Siempre me ha encantado ese aroma.
Observo muchas personas pasear a sus mascotas, algún que otro anciano leyendo concentrado el periódico y otros simplemente pasan corriendo por el parque como yo.
Después de unos minutos de meditar y correr, llego a la universidad atravesando el campus a toda marcha y corriendo por el pasillo hasta el ascensor donde me detengo y me dispongo a entrar.
Después de todo ahora el muy desgraciado sí funciona.
Presiono el botón para cerrar las puertas y luego el botón hacia el segundo piso.
Noto cómo las gotas de sudor se deslizan por mi frente y mejillas. Llevo el dorso de mi mano y las limpio. Mi respiración agitada es lo único que se escucha dentro del ascensor hasta que la luz empieza a parpadear y hacer un ruido parecido al de las hormigas. Mi respiración se detiene por unos instantes y siento mi corazón acelerarse.
‹‹No puede ser que me vaya a quedar encerrada dentro de un ascensor››, pienso.
Mis ojos se abren como platos cuando el ascensor se detiene y abre ambas puertas, dejando a la vista el pasillo. Sé que debo salir de inmediato, tengo frente a mí una oportunidad y la tomo sin pensar.
Salgo corriendo de aquel elevador endemoniado y tropiezo con alguien a quien no presto atención. No obstante, estoy tan asustada que no se me pasa por la cabeza disculparme con aquella persona. Solo me limito a mirar el elevador con recelo.
—Maldito ascensor... —gruño en un murmuro y camino hacia el dormitorio.
Abro la puerta y miro a Skylar escuchando música de su iPhone con auriculares, sacudiendo la cabeza de arriba abajo como la última vez que la vi.
—Hola. —saludo en un susurro que no espero que escuche mientras camino hacia el baño.
De todas formas es de educación y una costumbre saludar.
—Hola. —escucho su voz a mis espaldas y me giro para verla.
Se había quitado los auriculares y ahora me mira con una sonrisa sincera.
—Sabes —comienza a decir y se recuesta sobre el respaldar de la cama—, pensaba que quizá podríamos salir hoy, ¿te apetece?
Ladeo la cabeza aún incrédula por su actitud. Skylar últimamente se comporta de manera amable y por alguna extraña razón eso me empieza a asustar.
Tengo dos opciones: Uno, decirle que no y quedarme en estas cuatro paredes sin hacer nada; o dos, decirle que sí y despejar mi mente de tantos pensamientos referentes hacia Victoria como encontrar la manera más lenta y dolorosa posible para asesinarla.
Creo que la más apropiada sería la dos...
—De acuerdo. —me encojo de hombros sin mostrar interés y me meto en el baño.
—Muy bien. —la escucho decir.
~✧~❂~✧~
La mañana empezó de lo más aburrida, pasé la mayoría de las clases distraída o pensando en otras cosas que no eran de mi incumbencia, cuando en realidad debería estar sumamente enfocada en la materia para obtener buenas calificaciones. Pero no, simplemente mi mente el día de hoy se distrae hasta con una mosca.
El timbre suena sacándome de órbita y tomo la mochila para salir y almorzar con mis amigos.
Aaron no se ha dignado a dar señales de vida. La última vez que lo vi fue después de aquel lascivo beso con Victoria.
Argh, ni lo quiero recordar.
—¡Hola, peque! —saluda Max cuando me siento junto a él, y trayendo consigo un vago recuerdo de la despedida que tuve de mis amigos en el aeropuerto cuando estaba en mi país natal.
—Hola. —sonrío con nostalgia y empiezo a comer.
Zoe por su lado se limita a agitar la mano y seguir comiendo.
—¿Qué hay de nuevo? —pregunta Max.
La novia de alguien está de vuelta. Sin mencionar que llegó para entrometerse en la vida de una tranquila chica, y que además de eso, a esta tranquila chica no le hacen falta ganas de desaparecer su innecesaria existencia del mundo.