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—¡Hey, ahí viene el amor de tu vida!
—¡Cállate, Zoe!
Aaron pasa a nuestro lado y toma asiento frente a mí.
—Hola. —sonríe alegremente.
Ahora se ve mucho mejor que antes.
Zoe se echa una risilla y la miro mal cuando Aaron no tiene sus ojos puestos en mí.
Esta mañana cuando desperté, fue uno de los muy pocos e increíbles despertares que he tenido. Topándome primeramente con el hermoso rostro de Aaron.
Mi respiración se cortó de inmediato, él aún dormía plácidamente con sus ojos cerrados y su respiración tan tranquila.
Esa maravillosa imagen causó que un suspiro saliera de mi boca.
Tenía miedo de que esto solo fuera un sueño y despertara de repente, sin embargo, ya había pasado por esa etapa.
Me quedé embobada mirándolo. Sus pestañas eran largas, pero no tanto como las mías, la forma gruesa pero fina de sus cejas, sus facciones eran muy marcadas, su nariz era respingada y finalmente, me detuve en sus labios.
Mordí mi mejilla en el interior, y me detuve a pensar en si podría ser tan atrevida de robarle un beso. Pero no un beso cualquiera, si no mi primer beso, y a quien se lo robaría, no sería cualquier persona, si no a mi crush.
‹‹¿Estaría dispuesta hacerlo?››, me pregunté. ‹‹¿Qué tal si despierta?››.
Mi consciencia por desgracia siempre tenía la razón y odiaba dársela.
Mientras tenía una batalla mental, di un respingo cuando se movió repentinamente.
Para cuando me di cuenta y quité la vista de sus labios para mirarlo, él abría sus ojos somnolientos. Sonrió levemente, adormilado.
—Buenos días. —dijo con voz ronca.
—B-buenos días. —balbuceé con las mejillas rojas.
No estaba segura de si se había dado cuenta de que lo miraba con tanto esmero, pero quería que la tierra me tragara en ese momento. Moría de la vergüenza, así que opté por levantarme como Flash y salir disparada hacia el baño.
Como pude arreglé mi cabello y lo cepillé con los dedos, me lavé la cara y enjuagué mi boca, pero todo apuntaba a que era una desaliñada con una maldita suerte de mierda.
¿Por qué siempre me sucedían cosas así? Además, parecía ser siempre la única que se comportaba de manera torpe.
Cuando me preparé mentalmente para salir, lo vi sentado sobre la cama frotándose un ojo. Se veía malditamente tierno y adorable. Hasta sentí unas ganas tremendas de abrazarlo como a un peluche; no obstante, me contuve y sonreí. Pasé a su lado y miré las medicinas que había traído el día anterior.
—No se te olvide tomarte la medicina. —lo miré con cautela, esperando que respondiera algo.
—Está bien, enfermera. —levantó la vista y sonrió ampliamente.
Sentí mis mejillas nuevamente sonrojarse, y miré en otra dirección cuando sus ojos se encontraron con los míos.
Dios mío, era demasiado para mí tenerlo sentado en una cama y verlo despertar con su cabello despeinado.
Es todo un adonis digno de admirar.
—Muy bien. Debo irme, no quiero llegar tarde a clases. —dije cuando estaba dispuesta a irme, pero me detuvo del brazo haciéndome estremecer.
Un escalofrío me recorrió por la espina dorsal e instantáneamente lo miré.
Esas sensaciones no eran muy buenas, yo me estaba ilusionando y eso no era lo más adecuado.
‹‹Las ilusiones pueden llegar a ser muy peligrosas››, me recordó mi conciencia.
—Gracias... por todo. —dijo al fin después de unos segundos de silencio.
—No hay de qué.
Soltó mi mano, y aunque lo vi abrir la boca nuevamente, no dijo nada más, así que me fui.
Recuerdo haber estado demasiado nerviosa como para quedarme otro rato allí.
De repente, una bolita de papel me golpea en la cara sacándome de mis añorados pensamientos.
Maldigo en voz baja y de mala gana la tomo.
‹‹Estás muy pensativa, o querré decir, enamorada››.
Eso es lo que dice la nota, y no hay que adivinar de quién ha venido para saberlo.
Tomo la lapicera y empiezo a escribir.
‹‹No digas idioteces, no estoy enamorada, solo me gusta alguien. Es todo››.
Arrugo la hoja de papel y se la lanzo a Zoe.
Trato de poner atención en la clase, pero me sorprendo al mirar en el reloj de pared que faltan unos cuantos minutos para salir de clase y mi libreta está totalmente en blanco, mientras que el resto escribe quién sabe qué cosas.
La bola de papel vuelve a caer sobre mi escritorio, entonces tomo la libreta y finjo leer lo que escribí, aún cuando sé que está vacía.
Abro la bolita y la leo.
‹‹Sí, claro. Eso es lo que dicen todas :P››.
Bufo exasperada. Zoe no me dejará en paz hasta que escriba lo que quiere leer. Pero mi instinto sarcástico es el que se apresura a escribir.
‹‹Y entre todas ellas tú también, ¿me equivoco?››.
Sonrío maliciosa, pero antes de lanzarla, me es arrebatada de las manos.
Indignada y dispuesta a decir muchas fechorías hacia esa persona, me detengo en seco y cierro la boca antes de empezar a decir una retahíla que no querrán nunca escuchar de mi boca.
El profesor la abre y la empieza a leer.
‹‹Mierda››, es lo primero que pienso.
—..., ¿me equivoco? —susurra leyendo la nota.
Siento el calor acumularse en mi cara y me muerdo una uña mientras me deslizo sobre la silla hacia abajo, tratando de verme más pequeña y queriendo que las miradas desaparezcan de inmediato.
El profesor despega la vista de la nota y la clava en mí.
Ahora me siento más pequeña de lo normal. Aún más que una hormiga.
Me pregunto, ¿cuál es el animal más pequeño del mundo?
—Así que enamorada. —dice con una sonrisa socarrona.
Estoy demasiado sorprendida.
¿El profesor será capaz de leer en voz alta la nota?
Vuelve abrir la boca para hablar pero el timbre le interrumpe haciendo que todos quiten sus miradas de mí, incluyendo la de Aaron, y seguidamente recogen sus cosas.
Los imito con una rapidez sobrenatural y apresuro el paso hasta la salida. Sin embargo, una mano se posa sobre mi hombro haciéndome detener de inmediato.