Se disponía a preparar la tina del baño dejando caer las sales y burbujas mientras esta se llenaba de agua tibia, envuelta en una bata de seda ha llegado a casa hace una hora aproximadamente, han sido unos días de arduo trabajo, pero se sentía completamente satisfecha con lo que estaba haciendo, le encantaba tener a sus clientes felices, ser felicitada por el crecimiento que ellos han tenido y por supuesto comprender que la lujosa vida que ahora posee se debe a todo el esfuerzo que ha puesto en ella.
Si bien el negocio de los clubes sigue proveyéndola de un ingreso excelente, Emma ya no tenía demasiado espacio para continuar vigilando el mismo, claro que hace diez años parecía la cosa más increíble formar un club nocturno donde ella y todas sus amigas pusieron a partes iguales la inversión, misma que se multiplica con creces en cada año y con la diversidad de ubicaciones que los clubes han tenido, pero de alguna manera siente que ya a sus treinta y tanto es hora de irse despidiendo de las largas noches de baile, licor y encontrarse con el amanecer del siguiente día.
Paseándose en su amplia habitación buscó el último libro que Mia, una de sus mejores amigas y escritora renombrada había escrito, estaba encantada con una saga de romance erótico que narraba la vida de cuatro mujeres, cada una tenía su propio libro, pero de alguna manera se entrelazaban, contando su historia de amor, de drama y momentos picantes que a veces la ruborizaban de sobre manera.
Además del libro llevó su Tablet buscando la aplicación de música que conectó al sistema inteligente de parlantes que se distribuía en la habitación y baño, otorgándole su propia y más calmada fiesta, suspiró cuando tocaron la puerta justo antes de que ella se metiera al baño, así que indicó que podían pasar.
Diane asomó su cabeza y luego pasó sin dudarlo cargando una Tablet moderna donde estaba jugando.
—Mami, ¿qué color es ese? —preguntó señalando un cuadro en la pantalla.
—Es turquesa mi amor.
—Lo ves Calvin, no es celeste.
—Pero parece celeste—reclamó el niño a través de la llamada que los ha conectado, ambos jugaban en una aplicación donde además de pintar guiados por números, también podían compartirse retos y hacer trivias—y el número siete pide celeste.
—Se han equivocado—señaló Diane segura—eso puede pasar ¿verdad mami?
—Puede pasar, intenten utilizar el turquesa y creo que se verá igual de bonito, además—miró el reloj en la pantalla de su Tablet—creo que ya casi es la hora de que los dos se vayan a dormir, así que vayan terminando y tu mi amor, recuerdas cepillarte los dientes.
—¡Yo ya me los cepillé tía! —indicó Calvin animado.
—Eres un chupa pie—Emma se puso a reir.
—¿Un qué? —consultó risueña.
—Es que dice Alberto que cuando una persona le gusta siempre quedar bien con los demás, lame los zapatos de esa persona…
Emma solo negó suspirando suavemente, intentó mantener el rostro sereno, pero se le hizo imposible, sin duda iba a hablar con Alberto sobre los temas de conversaciones que tenía con Diane cuando la niña llegará a la empresa.
—Se le dice lame botas—indicó suave ante Diane quien asintió—pero no es correcto decirlo y menos a tus amigos ¿okay? Ahora terminen de jugar, que mañana hay clases.
Notó el rostro arrugado en Diane, pero al final esta salió dando brinquitos mientras escuchaba a Calvin hablar de cuando dejó de chuparse los pies, Emma solo suspiró regresando al fin hacia el baño donde le esperaba una bañera de agua tibia y burbujas.
Sintió la deliciosa combinación al hundirse en ella acomodándose en la amplia bañera, recostada en una especie de cojín que había comprado especialmente para la tina cerró los ojos dejando que las sales aún efervescentes le acariciaran la piel, después de un suspiro tomó el libro y continuó con su lectura, percibiendo el efecto que cada detalle fue ocasionando en ella, porque tal parece que Mia tenía un arte sinigual relatando posiciones y explosiones.
Pasó saliva cuando la página la hizo expulsar el aire que tenía retenido en el pecho, así que cerró el libro dedicando un especial momento a la manera que su piel se ha erizado, estaba por cambiar la música cuando el equipo señaló una nueva llamada, la última antes de irse a dormir, así que aceptó, invitándolo de manera automática y casi inmediata a una videollamada que el caballero de azulados ojos aceptó.
—Oh, vaya—susurró pasando saliva al darse cuenta donde la guapa pelirroja se encontraba—espero no interrumpir.
—En realidad es un buen momento, ¿quieres que te cuente de mi trabajo?—consultó, había una chispa en ella que el caballero interpretó de manera perfecta.
—Claro, te quiero escuchar.
La sonrisa en Emma fue tibia, pronto sus mejillas estaban ruborizadas y tan solo soltó un suspiro cuando notó la forma que él fue enfocando su cuerpo, las burbujas se fueron disolviendo y entre el agua tibia las manos la recorrieron, animada por una voz grave y varonil que parecía susurrarle al oído eso que la hacía sentir erizada.
—Que hermosa eres Emma—susurró seguro, perdido en la manera que los labios se entreabrían—que hermosa eres—le recordó.
Dejó que sus manos fueran aves libres que la recorrieron suave y de manera correcta, la música amortiguaba su delicada respiración y en el momento que sintió su piel erizarse simplemente se sumergió completa en la bañera, saliendo a flote con un amplia sonrisa y la respiración pesada ante el caballero de rubia cabellera que la miraba embelesado.
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Editado: 25.12.2022