-Hija, deja esas compresas calientes, come lo que deje en la nevera, toma mucha agua y mañana ya estarás bien, ahora, me iré al trabajo, si necesitas algo, llámame-
-Si madre-
Tamara estaba recostada en su cama, tenía algunas compresas calientes en sus brazos y piernas, su madre cerró la puerta de su habitación y después salió de casa, Tamara solo se dejó llevar por el agradable calor y se quedó profundamente dormida, horas después, se despertó por hambre, las compresas ya estaban tibias por su mismo calor corporal, se las quitó de encima y se dejó la cobija para mantener su calor, se levantó y caminó a la nevera, sacó un traste algo pesado cubierto con aluminio, lo destapó y descubrió una sopa fría con algunos trozos de carne de res, su madre le dijo que lo comiera frio así que solo tomó un tenedor y la comenzó a comer, entre cada bocado tomaba agua para hidratarse, sus músculos ya no dolían mucho y ahora podía caminar mejor, mover sus muñecas y también hacer más fuerza, encendió la televisión y miró las caricaturas un rato, termino de comer y estaba por regresar a la cama cuando alguien tocó la puerta, fue a abrirla y estaban sus amigas del otro lado.
-Tabata, Romina, ¿Qué hacen aquí?- preguntó mientras sus dos amigas entraban
-Tu madre nos dijo que te lastimaste haciendo ejercicio- dijo Tabata, la más alta, de busto grande, piernas largas y con cuerpo tonificado
-Te trajimos una malteada de proteínas- dijo Romina, la más bajita, de cabello corto y delgada mientras levantaba una bolsa
-Esperen, les traeré unas sandalias-
-Aquí te esperamos- dijo Romina mientras se sentaba en el pequeño escalón
Tamara fue a una habitación a lado de la puerta de la entrada y sacó un par de sandalias, Tabata y Romina se quitaron los zapatos, se pusieron las sandalias para luego entrar a casa de Tamara.
-Mira, es sabor fresa- dijo Romina sacando el bote de proteína de la bolsa
-Ahora la preparo, pero dinos, ¿Por qué hacer ejercicio?, ¿Tienes un novio para pasar el verano?- preguntó Tabata tomando el bote de proteína
-No… iré a… una escuela de señoritas…-
-Dios, que suertuda-
-¿Suertuda?, esos lugares no son para nosotras, te comerán viva- dijo Tabata mientras ponía algunas cucharadas del polvo en la licuadora
-Por eso entrenare, con mi abuelo-
-¿El veterano de la guerra?- preguntó Romina emocionada
-Si, el mismo-
-Valla, entonces entrenas para…- dijo mientras echaba leche a la licuadora
-Defenderme-
-¿De qué?, ¿de soldados iraquíes altamente entrenados?- preguntó Tabata y echó a andar el motor de la licuadora, unos minutos después, vacío el contenido en un vaso grande y aun así sobro para otros dos vasos- bueno, todas tomaremos malteada de proteínas-
Tabata llevó la licuadora y repartió el restante en dos vasos, las tres dieron un sorbo y se sorprendieron por el sabor.
-Dios, es muy rica, pensé que estaría más simple o sosa- dijo Romina mientras daba otro trago
-Creo que la beberé diariamente… y no, no quiero ir a la guerra, pero tampoco quiero no estar al nivel de un guardaespaldas-
-Tienes razón… de casualidad tu abuelo no querrá entrenarme también-
-¿También entraras a una escuela de señoritas?- preguntó Romina
-No, pero quiero tomar esta malteada a diario-
-Entonces también las acompañare-
-Estoy segura que cualquier hombre mayor se pondría feliz de tener a tres lindas chicas de secundaria ayudándole, cualquiera menos mi abuelo-
-Es un ex militar, ¿Has jugado algún juego de guerra?, la violencia me deja temblando después de cada partida- dijo Tabata mostrando su mano temblorosa
-Además que perdió a su esposa, a su hijo… y la mano derecha-
-Valla, eso sí es algo muy malo- dijo Romina- pero al menos sé que no será suave-
-No lo es, créanme… mañana ya estaré bien, ¿Vamos a verlo después de clases?-
-Si, cuanto antes mejor- dijo Tabata terminando la malteada
-Preparare algo de comer- dijo Romina mientras se ponía de pie
-No te preocupes, acabo de comer-
-Si, pero nosotras no, y a casa aún queda media hora-
-No te preocupes, trajimos ingredientes- dijo Romina sacando de su mochila algunas verduras
-Solo no causen un incendio-
+Un día después+
-Aquí estamos- dijo Tamara mientras golpeaba el portón
Al poco rato, el abuelo de Tamara abrió la puerta, al ver a las tres chicas hizo una mueca y regreso dentro, las tres chicas entraron a la casa viendo todo el suelo lleno de yeso en polvo.
-Pense que me esperarías abuelo-
-No pensé que volvieras, tampoco que trajeras compañía-
-Cierto, ella es Tamara y ella es Romina, chicas, él es mi abuelo, el sargento Flores-
-Los hombres serios no pueden tener amigos pues sus enemigos los podrían usar en su contra, compre el yeso, escuchen, primero laven todo esto, limpien las paredes con la escoba y después pongan el yeso, más les vale acabar hoy, ahora son tres-
-Si señor- dijo Tabata
-Esta chica me cae bien, ahora regreso- dijo el abuelo de Tamara y se metió a una de las habitaciones, salió al poco rato con tres trajes militares parecidos al primero que uso Tamara- este es uno que ya no me quedó y se quedó guardado, espero que te quede a ti- dijo y lanzo el traje más pequeño a Romina- tú lo vestirás bien- dijo y lanzo uno de los trajes a Tabata- y Tamara, lave el que usaste, apresúrense- dijo lanzando el ultimo a Tamara- ahora, no pierdan tiempo y métanse las tres a cambiar, acercare los bultos de yeso-
Las tres amigas entraron a la habitación y se pusieron en las esquinas de espalda a las demás mientras se ponían el traje, el de Tamara ya estaba algo arreglado para que le quedase mejor, a Romina le quedó largo pero un poco justo, y a Tabata le quedaba perfecto.
-Estamos listas señor-