—Quiero que comiences a trabajar junto a mi hijo como su asistente.
Fue lo que dijo Alberto Almendares apenas tomaron asiento en aquel privado bar del hotel. Ailén estuvo a punto de caer de su asiento, pero mantuvo la calma viendo a su hijo durmiendo en un sofá cercano.
—No lo haré —respondió endureciendo la mirada.
Alberto alzó ambas cejas notando la seria expresión de la joven mujer. La recordaba distinta, risueña, amable e incluso graciosa, como una alocada mariposa que no dejaba de aletear de un lugar a otro. Versus quien es ahora. Luce como un animal encerrado, asustado, que no deja de mostrar las garras. La vida cambia mucho a las personas sobre todo a quienes han tenido que avanzar por un camino pedregoso y duro, Ailén es un claro ejemplo de eso.
Se mantuvo tranquilo a pesar de la oposición de la mujer, y su mirada se detuvo en el niño que duerme, si su mujer lo viera se daría cuenta que es el hijo de Andrés, se parece mucho a él a esa edad.
—Déjame explicarte, un año después de que… te fuiste Andrés sufrió un grave accidente —dijo colocándose serio—, no solo perdió la posibilidad de tener hijos…
Aquí Ailén tensó su rostro, temiendo a donde van las cosas. No sabía que él ya no podía tener hijos, pero si sabía la presión familiar de que se casará y tuviera un hijo que sería educado para ser el futuro líder de la familia. Esto no le gustaba, lo que menos quisiera es que esa gente metiera mano en la vida de su hijo Ignacio haciéndolo tan miserable como Andrés lo había sido.
—Mi hijo perdió también la memoria —agregó el hombre tensando su rostro.
Ailén no pudo entender bien con claridad lo que le dijo, no es que no entendiera sus palabras, sino que no pudo creer de inmediato que eso fuera así ¿Perder la memoria? ¿Eso es así? Entonces es por eso por lo que no la recordaba ¿Acaso no se le acercó con intenciones de burlarse de ella? Esto la confunde aun más.
—Desde entonces nada fue igual, se convirtió en otro, en donde su agresividad espantaba a cualquier chica que quisiera acercarse a él. Ya antes había anulado su compromiso con Laura —habló haciendo referencia a su ex prometida, escuchar esto sorprendió aún más a Ailén quien pensaba que a estas alturas estaba ya casado con ella y criando al hijo de ambos ¿Por qué habrá roto el compromiso? —, y no hubo forma que aceptara a otra mujer cerca, cada vez que una intentaba acercarse se volvía muy agresivo. Ha sido bastante complicado, ya imaginas que esa actitud no es buena presentación de la familia ante nuevos socios. Pero me informaron que desde que se reencontró contigo comenzó a cambiar, a actuado más amable, incluso ha comenzado a hablar con otras mujeres, el tema es que a la única que quiere como algo más es a ti… está obsesionado contigo.
¿Obsesionado? Ailén sintió como si se acabase de beber el trago más amargo que existiera en el mundo ¿Qué esta proponiendo?
—Él te quiere a ti, y tu quieres a tu hijo ¿Lo entiendes? —continuó el hombre hablando, pero la suave sonrisa se convirtió en una malicia desagradable.
¿Qué significa esto? ¿Quiere que este a la voluntad de Andrés, cumplirle los caprichos de su obsesión solo para mantenerlo calmado? Que finja el papel de asistente cuando en realidad lo que busca es una mujer de compañía dispuesta a “consolarlo” para que pueda hacer bien su trabajo como heredero. Solo la ven como una simple pieza del engranaje que no quiere funcionar a su voluntad. Maldijo para sus adentros. No solo la humillaron de la peor forma, sino que aún siguen haciéndolo como si su necesidad de dinero se redujera a aceptar ser usada de esta forma.
—Creo que he escuchado demasiado —se puso de pie ofendida y se sintió mareada de pararse con brusquedad—. Y lo lamentó por su hijo, pero el hecho de que haya perdido la memoria no significa que se deba aprovechar de eso y yo no quiero ser parte de sea lo que sea que este planeando, señor Almendares.
—Solo quiero que mi hijo sea feliz y solo sé que contigo a su lado podrá hacerlo.
—Será una felicidad falsa, y lo sabe…
Ailén sonrió vagamente antes de volverse a negar. Se enderezó dispuesta a tomar a su hijo en sus brazos y salir de ahí
—Si me ayudas a cambio me comprometo a evitar que mi mujer intenté quitarte a tu hijo ¿Aceptas? —dijo Alberto Almendares bebiendo tranquilamente su copa de vino.
Ailén detuvo sus pasos de golpe ¿Qué quiere decirle con eso? Arrugó el ceño tensando su rostro y se giró hacia aquel hombre que la contempla sin expresión alguna. ¿Está amenazándola de que le quitaran a su hijo sino coopera con su idea?
—Ignacio no tiene nada que ver con ustedes —replicó de inmediato.
—Puedo pedir una prueba de ADN, aunque te niegues un juez podría obligarte a ello ¿Quieres hacer pasar a mi nieto por todo eso? —alzó ambas cejas—. Cualquiera se daría cuenta que ese pequeño es hijo de Andrés…
Ailén apretó los dientes. Todo esto le parece tan injusto. Huyó de ellos para poder vivir en paz. Tuvo a su bebé y sino fuera por su madrina no sabía que hubiera pasado. Ha estado trabajando desde entonces comprando leche y pañales, intentando suplir las carencias económicas para que su hijo no sufriera de necesidad. Cinco años, donde la única persona que remaba a su lado hoy yace enferma en un hospital. Y aun así esta maldita familia cree tener derecho a tratar a Ignacio como su nieto. Podría aceptarlo siquiera supiese que lo querrían y amarían como ella, pero sabe que lo único que quieren es solo otra pieza en el ajedrez para sus ambiciones.
—¿Quiere que finja al lado de su hijo como si nada hubiera pasado tiempo atrás? ¿De esa forma no me quitaran a mi hijo? ¡¿Con que derecho me obliga a esto?! —se acercó golpeando la mesa con ambas manos mientras apretaba los dientes—, me humillaron, me echaron como un perro, con un niño cargado en mi vientre, el cual logré sacar con esfuerzo de mi madrina y mío, que es todo para mi ¿Y ahora quieren quitármelo?
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Editado: 16.03.2023