Convaleciendo al corazón

Capítulo 24

Savannah

Jareth está en el baño, dándose una ducha mientras yo leo plácidamente recostada en mi cama. Faltan tres días para navidad y, en este punto, todos nuestros amigos se encuentran felizmente con sus padres.

Ahora que lo pienso, sigo sin saber por qué él no se ha ido, lo único que sé es que sigue indeciso con respecto a dónde pasará sus vacaciones. Además de eso, ha estado actuando un tanto raro, es como si algo le preocupara pero no quisiera hacerle frente, lo cual no es propio de él.

Sin poderme concentrar de lleno en la lectura termino dejando el libro a un costado. Me recuesto en la cama bocarriba y contemplo el techo como si fuera lo más interesante del universo.

Cuando pienso que voy a quedarme dormida por el aburrimiento, la tonada de mi celular comienza a reproducirse, por lo que me pongo de pie y salgo de la cama en busca del aparato.

—¿Si? —atiendo sin saber de quién se trata.

—Hola, princesa —escucho su inconfundible voz con cierta pizca de nostalgia.

—Z-zev —tartamudeo, atónita, e inmediatamente separo el móvil de mi oreja para asegurarme de que es su nombre el que aparece en el contacto—. ¿P-por...?

Incapaz de decir algo coherente me decanto por lo más fácil, colgar la llamada. Al instante prácticamente corro a tumbarme en mi cama, como si ésta tuviera alguna clase de escudo protector sobre mí.

Sé que había dicho que me disculparía con él, pero es complicado, o al menos en mi cabeza lo es. Además, qué voy a decirle. Oye, perdón por todo lo que te dije, estaba enojada con todo el mundo tras la muerta de Crisha, ¿amigos? Pongo los ojos en blanco, ni siquiera en mi cabeza suena bien.

Me muerdo las uñas nerviosamente, no quiero que crea que pienso dejar las cosas mal entre nosotros, seguro que ya habló con Kara y la muy canija le dijo algo sobre mis planes por avanzar y por eso se animó a hablarme.

Apenas transcurren un par de segundos cuando el molesto sonido vuelve a hacerse presente. Incrédula y temerosa por que nuevamente se trate de él, me acerco al mueble donde descansan ambos móviles. Al ver la palabra ′Papá′en el identificador, suspiro aliviada. Tomo el aparato en mis manos y deslizo el ícono verde.

—¡¿Por fin te dignas a contestar, niño malcriado?!

La voz autoritaria y enfurecida de un hombre resuena estridente, causando que me vea obligada a apartar el aparato de mi oído esperando no quedarme sorda con semejante griterío. Ya entiendo por qué no le coge las llamadas.

—¡¿No vas a decir nada, muchacho insolente?!

Escupe tras un largo rato en completo silencio, minutos en los que tengo que morderme el labio inferior para aguantar la risa. Por lo que sé, su padre se mantiene calmo siempre que alguien externo a su familia está presente, así que, ¿qué pensaría de saber que no ha sido Jareth quien tomó la llamada?

Justo cuando pretendo decirle que me he equivocado de móvil y que su hijo no está disponible, una pequeña y tierna vocecita se escucha de fondo.

—Ya hablaremos —amenaza seguido de un resoplido y un par de insultos.

El silencio se prolonga durante un buen rato, tiempo en el que yo me quedo mirando el celular de Jareth en mis manos totalmente confundida—. Ésto me pasa por distraída —murmuro para mí misma, pensando en que lo mejor será que cuelgue la llamada y se acabó.

—¿Manito? —La inocente voz de un niño de no más de 5 años vuelve a hacerse presente.

—Lo siento, Jareth no puede contestar. Creí que era mi celular, por eso atendí.

—Quiero hablar con mi manito —insiste entristecido, y temo por que se eche a llorar—. Dijo que pasaría las vacaciones conmigo.

—Espera un momento, ¿si? —murmuro al dejar de escuchar el ruido del agua al correr—. Y, por favor, no llores.

Sin esperar una respuesta o cualquier sonido afirmativo de parte del niño, avanzo en dirección al baño y, recordando que mi compañero nunca le pone el seguro a la puerta, me adentro en el mismo con los ojos cerrados.

—¿Sigues en la ducha? —indago apenas doy un paso dentro del minúsculo espacio.

—¿Savannah? —pregunta confundido—. ¿Acabas de entrar al baño conmigo desnudo? No esperaba eso de ti, Savannah, me decepcionas —dice pícaro, causando que ruede los ojos molesta con su actitud.

—Idiota.

—Ya, perdón. ¿Qué pasó?

—No te enojes, ¿si? Además, ha sido tu culpa por poner el mismo tono en ambos celulares —imploro sin dejar de justificarme—. Contesté tu celular pensando que era el mío. Primero tu papá empezó a gritar y ahora tu hermano está casi llorando porque no le has hablado ni te ha visto —resumo.

La atmósfera aquí dentro empieza a sentirse tensa y abrumadora, razón por la que le extiendo su celular para poder salir de aquí lo más pronto posible. Aparte de que no me agrada nada la idea de tenerlo desnudo a mi alrededor.

Jareth finalmente lo toma y aun cuando no puedo ver su rostro, estoy segura de que hay cierto pesar en él. Inmediatamente me doy la vuelta para retirarme, sin embargo, me detiene sosteniéndome de la muñeca, y en un rápido movimiento me pega a su pecho, provocando que me tense.

—Jareth, suéltame —exijo tratando de mantener las partes medias de nuestras anatomías lo más alejadas posible—. Estás desnudo y quiero salir de aquí.

Su risa, estridente y fresca, se hace presente, rompiendo de alguna forma con la incomodidad del ambiente. Seguramente del otro lado de la línea se estén preguntando qué carajos sucede aquí.

—No te asustes, bonita, me he puesto el bóxer —dice divertido—, ¿o me vas a decir que también te asusta verme así?

—Para nada —niego abriendo los ojos, logrando percibir la sonrisa ladeada en su rostro—. Pero en serio, ¿ya puedo irme?

Su bella sonrisa se transforma en una mueca—. ¿Podrías quedarte? Ya termino de vestirme, pondré el altavoz. —Pongo los ojos en blanco, ¿poner el altavoz? Por lo poco que oí no se lleva nada bien con su padre, ¿y no le preocupa que llegue a escuchar su conversación?—. Por favor —reitera, luciendo completamente vulnerable, así que sin pensarlo mucho termino asintiendo con la cabeza.




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