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Sebastián
La tormenta se hizo presente en las calles de la ciudad impidiéndome cumplir mi plan de salir en aquel sábado por la noche como todo joven que se comportaba bien y no tenía ningún vicio tóxico como los demás; al menos eso creía desde mi perspectiva porque en ocasiones no conocíamos nuestros verdaderos gustos hasta que tocas fondo.
Cerré la ventana de mi habitación bruscamente. Miré hacía mi cama donde pude encontrarme con César durmiendo pacíficamente después de haber estado una buena partida de Smash Bros y un maratón de películas por la noche en vista que papá me restringió las salidas con mis amigas a fin de impedir cualquier encuentro con Jonathan Ross.
Desde la plática con Los Ross la situación en mi casa se volvió un poco tensa dado que, papá le preocupaba que fuera a romper sus reglas nuevamente como lo he estado haciendo con cada escapada; una parte de mí se sentía bastante culpable ya que, mi moral no iba enfocada a causar problemas siempre pensaba antes de actuar y en estos días el amor ha estado cegándome, por lo que, las medidas en casa aumentaron.
Deseaba que Santa Ramona cumpliera una petición más. Estaba cansado de volver a repetir el mismo patrón de hace cuatros años, y no planeaba tener un final ¿Cómo puedo romper las cadenas? Sabía que todo este romance se saldría de control en un segundo donde me descuide porque papá era un experto en descifrar un misterio.
Cabizbajamente fui directamente a mi cama ya no quería seguir pensando en mis problemas personales porque terminaría escuchando mi lista de reproducción deprimente para sollozar y quedarme dormido, aunque no me arrepentía de cada decisión al sentirme otra vez vivo en este verano atormentado y fantástico vivido en tierras mexicanas.
Me acomodé en la cama y acurruqué a lado de César. Cómo quisiera tener la misma valentía que portaba mi amigo, a él no le interesaba los comentarios ajenos ni mucho las criticas a pesar del daño sufrido por sus malas decisiones ¿alguna vez seré valiente? No lo creía acostumbraba acobardarme cuando afrontaba un momento difícil en la vida y terminaba haciendo la voluntad de mis papás.
El momento en que iba a cerrar los ojos escuché el tocar de la puerta del apartamento pude escuchar como César hizo un quejido y se cubrió los oídos con una almohada para posteriormente abrazarme e impedir que me levantará a estas horas.
—Sebas, no vayas —susurró César
—¿Haz pensando que puede ser urgente? —cuestioné
—Ay, tú siempre encuentras la manea de convencerme con un solo intento.
Reí.
Perezosamente me levanté de la cama quejando en mi interior al cuestionarme ¿Quién es tan estúpido para salir con una tormenta así? Recorrí el pasillo que llevaba directamente a la puerta comenzaba a pensar que puede tratarse de un robo siendo la 1:00 de la mañana a pesar de eso, la curiosidad me invadía y terminé llevándome una gran sorpresa.
—No puedes venir a casa —me quejé
Permití su entrada al apartamento sin tener otra alternativa y permiso dado previamente. Sabía que era castigo seguro ignorar las reglas establecidas por papá, las cuales modificó la sanción a dar.
A mis espaldas pude escuchar como la puerta se cerraba silenciosamente evitando cualquier ruido que pudiera alarmar a los vecinos provocando que vayan a cantar como un pájaro a los oídos de papá.
—Necesitamos hablar —argumentó él
Me crucé de brazos y di un mordisco a una manzana verde.
—Te escuchó antes de que me arrepienta —replique
Él soltó una bocada de aire antes de mencionar una sola palabra. Pude percatarme que sus manos temblaban debido a un nerviosismo que recorría cada centímetro de su cuerpo por las palabras que utilizaría conmigo ¿Qué pasaba en su cerebro? Posiblemente los cables chocaron en un momento desesperado tenido en su casa, y no era común en él, por lo que, me preocupaba cualquier frase que fueran a salir de aquellos labios.
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Editado: 23.05.2020