* * *
Sebastián
Dos meses atrás mi opinión en esta locura hubiera sido negativa. No apoyaría una idea que pudiera perjudicarme en mi entorno familiar y personal conociendo las reacciones que pueden tener mis papás al saberlo, además las constantes advertencias hechas referente a Jonathan Ross.
Sin embargo, aquí estaba de pie camino hacia una sala de cine con contrabando de comida en el bolso de Jeannette. Déjeme de quejarme sabiendo que desde un inicio esta salida comencé con mala suerte, y puedo enumerar cada tragedia con los dedos de mi mano.
Mentirle a papá como pinocho.
Un intento de “suicidio” en el coche de los Ferrer.
César dándole celos a Jonathan.
Jeannette quebrantando las normas del cine trayendo comida en su bolsa.
Únicamente faltaba otra tragedia más para culminar la noche desastrosa que teníamos en el centro comercial.
—Tranquilo, no sudes nerviosismo —susurró César—. Percibo el aroma y no es agradable para mi nariz.
Rodé los ojos.
Quisiera comprender a mi mejor amigo con su actitud un poco salvaje por así mencionarlo. Y honestamente me pone nervioso saber que introduciríamos alimentos a una sala de cine donde era ilegal hacerlo, esto no resultaba bastante común en Estados Unidos, por lo que, observaba una diferencia entre ambas culturas; los mexicanos preferían introducir alimento chatarra, mientras los americanos seguían el reglamento establecido del cine.
Jonathan entrego las entradas para acceder a la sala número cuatro donde nos sentaríamos alrededor de dos horas y media mirando una buena peli de estreno. Sentía un hueco en el estómago con solo pensar en que posiblemente nos harían cateo y terminaríamos en la estación de policía por una estupidez.
—Pueden pasar, que disfruten su función.
Mi temor desapareció cuando empezamos a caminar con la multitud de gente. Creía que terminaríamos ocasionando una escena típica como en las películas donde todos hacen un video o toman fotografías debido al escándalo.
—¿Cómo nos sentaremos? —cuestionó Jeannette
—En los asientos —bromeó César
Jonathan le dio un zape a César por su respuesta, lo cual me causo un poco de gracia.
—Puedo acomodarme en medio de dos personas —sugerí
—Cierto, este sería el orden: Jeannette, César, Sebastián y yo —replicó Jonathan
Puedo observar una sonrisa dibujada en los labios de Jeannette al saber que estaría a lado de César; esto me huele a una relación en un futuro próximo cuando su odio mutuo disminuya, aunque a Santiago posiblemente no le agrade la idea de esto dado que, mantiene sentimientos por mi mejor amigo, ya ansiaba ver el show que se formaría.
—Bien, acepto —comentó Jeannette, mientras caminaba por el pasillo de los asientos y empujaba a la gente.
—Dios, te pido paciencia y cordura —musitó César
Solté una risa.
—Podremos estar juntos —susurró Jonathan
Eso me gustaba estar al lado de mi novio a pesar de que la cita fue planeada diferente para evitar cualquier rumor entre ambas familias.
Las luces de la sala se fueron apagando hasta quedar en una completa oscuridad causando que tropezara y cayera en los brazos de un desconocido, además accidentalmente toque una parte un poco privada de aquel hombre.
—Amor, has caído finalmente en mis brazos —susurró una voz masculina conocida.
Apreté los dientes.
No puedo quejarme sabiendo que termine cayendo en las piernas de César, así que resignadamente mencione:
—Gracias por cuidarme.
César termino besándome en la frente y terminó sonrojándome como un tomate. A mis espaldas puedo sentir una mano agarrándome el hombro ahí pude percibir un poco de miedo por la reacción que tendría Jonathan al verme en las piernas de César conociendo la escena dramática formada en el apartamento de papá cuando se enteró sobre aquel beso en el antro.
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Editado: 23.05.2020