El cuerpo me dolía, haberme dormido baja el chorro de la regadera no fue una gran idea, la piel la tenia un poco arrugada y sensible, falte a clases por lo mismo, acabe enfermándome, sentía dolor de huesos y me cargaba una temperatura que hasta podía hornear un panqueque, le pedí a Anya que me buscara unos medicamentos a la farmacia para el resfriado, pero insistió en que debía ir al medico cosa que no me gustaba en lo absoluto. Y aquí me encontraba en estos momentos, sentía la nariz congestionada e irritada, el doctor Banners escribía en una hoja membretada del hospital los medicamentos que tendría que tomar cada hora.
—Vas a tomar estos medicamentos por una semana y después estas vitaminas, por hoy vas a descansar sin hacer nada, aunque no me explico porque estay muy pálida. -Me miraba buscando algo como si quisiera que yo le digiera el porqué, algo que no haría- puede que sea por lo mismo, solo descansa y toma los medicamentos a su hora, bebe mucho líquido y duerme, lo necesitas.
Asentí, tomé la receta medica y me levanté para irme, me fui de ahí arrastrando los pies. Me sentía como una de esas irradiadores de calor o lista para empollar un huevo, el tono de llamada de mi iPhone comenzó a sonar, ¿Qué quería Gavrel? Al parecer no había captado la indirecta de que no le iba a contestar, no estaba de ánimos para una pelea verbal ni su actitud arrogante lo que quería era paz y no pensar en nada. Deje que sonara, se iba a cansar de insistir o acabaría apagando el celular, dejo de sonar unos minutos después. James se encontraba apoyado en la camioneta y al verme se apuraba para abrirme la puerta, entre y coloque el cinturón de seguridad.
—¿Puedes pasar a comprar estos medicamentos? -Mi voz era un poco gangosa, le tendí la hoja para que la tomara.
—Si señorita.
El sueño comenzaba hacer acto de presencia y mi cuerpo cansado lo recibía con agrado, cerré los ojos para descansar, dejé que James se encargara de llevarme a la casa, normalmente solía contar los coches o casas, me sentía cansada.
—Llegamos señorita.
Entre el sueño logre escuchar la voz de James que me decía que acabábamos de llegar a la casa, abrí los ojos con pesadez, las heridas me pulsaban de dolor pero las ignore, baje de la camioneta y entre la nubles en los ojos vi a alguien se bajaba de un jeep Wrangler Unlimited de color negro, parpadee para despegar la borrosidad de mis ojos pero me sentía tal mal que me tambalee e intente sostenerme de la puerta del coche, y escuche a Gavrel.
—Gwen…
¿Qué hacia Gavrel aquí?
Por mas que deseaba mantenerme despierta no podía, la temperatura tenia a mi cuerpo todo adolorido y cansado, me pesaban los parpados y sin contar el dolor de huesos que me cargaba, veía borroso por lo que no distinguía muy bien y no estaba segura de que fuera el idiota de Gavrel más bien podría ser que estuviera alucinando con él, puede que hasta paranoica este. Perdí por completo la vista para después irme a la deriva.
La cabeza me dolía, podía sentir las palpitaciones de mi cerebro chocando contra las paredes del cráneo, --Gemí al darme vuelta en la cama… esperen… ¿Como termine aquí y que paso?, abrí los ojos de par en par y lo primero que vi fue el techo blanco decorado con estrellas en la oscuridad brillaban pero como era de día no hacían esa magia, me levante hasta quedar sentada y con la espalda apoyada en el cabezal de la cama, entraba aire por las ventanas abiertas, las cortinas bailaban al son de las ráfagas de aire que entraban por la ventana, mi cuarto se encontraba pulcramente ordenado y en el escritorio se encontraban los medicamentos. Toque mi cabeza con mi mano derecha mientras recordaba algo de lo sucedido, Había escuchado a Gavrel decir mi nombre ¿en serio fue él quien me hablo? Recuerdo no haber distinguido bien por la falta de nitidez en los ojos y con una alta temperatura y dolor de huesos no había ayudado mucho que digamos.
Solté un pequeño suspiro, lo más probable es que haya alucinado de tanto que me acosaba. Escuché como la puerta se abría, supuse que debía ser Anya para los medicamentos…
—Veo que despertaste ya. -Dijo una voz erótica que a la vez sonaba divertida la cual ya conocía muy bien.
Mi corazón salto lleno de sorpresa, lo voltee a ver con los ojos bien abiertos.
—Tu acoso no tiene límites, ¿Qué demonios haces aquí? -Dije. Lo mire esperando una respuesta y me di cuenta que traía una bata ligera que mostraba mis brazos, asustada mire las heridas, mi brazo izquierdo se encontraba vendado- Gavrel ¿Quién me cambio de ropa?
—Yo.
Furiosa le lance la almohada con fuerzas, que demonios se había creído para tomarse esa libertad... ahora él sabía que tenía el cuerpo lleno de pequeñas marcas de cortes. Aquellos aojos azules indicaban un sinfín de preguntas, Gavrel moría por preguntarme sobre los cortes podía verlo en su bello rostro.