Al año siguiente de haberme recibido, no tuve la posibilidad de volver a elegir la misma escuela rural, asi que tuve que ir a trabajar a una escuela que me quedaba un poco más lejos. SI bien, podía viajar todos los días en ómnibus a la escuela, debía quedarme en la vivienda de mis padres en el pueblo.
Mis padres habían construido una vivienda de ayuda mutua durante tres años, pero no estaban viviendo en ella porque estaba a 9 kilómetros de dónde trabajaban. Fue así, como la íbamos amoblando de a poco. Yo había ido comprando algunos muebles y electrodomésticos como forma de agradecimiento por los estudios brindados.
Fue así, como me debía quedar en ella para poder viajar todos los días a esa escuela. Pero, tenía ómnibus para ir, pero para regresar debía esperar 2 hs el ómnibus. Decidí entonces, que pudiendo, me venía antes, haciendo dedo a la gente que pasara por allí, de apariencia confiable.
La escuela era muy linda, allí tenía tres clases: primero, segundo y tercero. Había otra maestra que era la directora y que tenía a su cargo el resto de los grupos. Yo tenía unos 16 alumnos, y la escuela estaba ubicada en un pequeño pueblo, en dónde hacía muchos años había funcionado una estación de ferrocarril. Es por ello, que ahora vivía poca gente allí, y casi todos realizaban tareas agrícola-ganaderas.
Las clases eran de 13 a 17 hs, no había comedor escolar. A la hora del recreo, se les brindaba una merienda a los alumnos. Cuando llegaban las 17 hs yo me acercaba al portón de la escuela, y allí esperaba a que pasara algún vehículo con personas conocidas o confiables. De a poco, la gente que pasaba por allí me fue conociendo y sabía hacia dónde iba. Recuerdo que dos días a la semana ya tenía el viaje seguro, pues un señor viajaba y volvía en ese horario, por lo que siempre me traía.
Cuando no conseguía ningún viaje, me volvía en ómnibus porque se me hacía la noche rápidamente. A veces, tampoco hacía dedo porque llovía y prefería llegar más tarde, que todo humedecida. Fue un lindo año de clases, donde conocí mucha gente y aprendí a vivir sola, pues ya no tenía a Estela este año, quién fuera la auxiliar de servicio del año anterior.