Conforme la nueva semana comenzaba Laura encontraba que su insomnio se veía terriblemente prolongado, a pesar de creer que su antes aterrador enigma parecía haberse resuelto por completo, eso no parecía ser suficiente, ahora que parecía obvio el hecho de que sus padres estaban metidos hasta el cuello en el asunto, se permitiría continuar el "juego" por un rato más calculando sus pasos y ahora no dejar que se le fuera de las manos, controlaría la situación hasta su límite, ya no podía dejarse manipular por ellos. Tantos años se vio bajo su control y sofocada por sus reproches constantes, se había ido, ya nunca volvería, ni aún por la memoria de su amigo "Si no eres fuerte, alguien tomará lo que te fortalece contra ti" se repetía al tiempo que recordaba esas palabras, tenían razón, Verónica usó todo lo que Sela era y lo destruyó, ahora él estaba loco y resultaba irónico que fuese él quien le dio el consejo en primera instancia.
Iría a la joyería, enfrentaría sus traumas y se aseguraría de que no se alargase más de lo necesario.
Para cuando el viernes siguiente llegó con él llegó la incertidumbre de que se encontaría. Benjamín y Mariana la esperarían en la parada de autobuses, se negaba a usar el auto, "¿Y si es robado?" pensó, si así era tampoco podía obsequiarlo. Debido a su poca somnolencia ya ni siquiera se tomaba el tiempo de mirar el espejo, siendo que su apariencia gritaba "ayuda" antes que transmitir otra cosa, la joven pareja se vio bastante preocupada, intentaron persuadirla para que echase una siesta hasta llegar a la fábrica sin embargo la testaruda muchacha se negaba.
Llegaron al fin y se acercaron a la reja que los separaba del estacionamiento de "Andaluz" Laura estaba acostumbrada a pasar bastante tiempo allí haciéndole compañía a Sela, desde que le habían internado el lugar parecía un desierto y dejó de ir, sin él no había otra razón de permanecer ahí. El vigilante la reconoció al instante y abrió, el grupo entró y divisó una caja de cartón junto a uno de los autos, no parecía tener nada en común,mientras caminaban aproximándose al extraño objeto del que se despedía un terrible hedor putrefacto, Mariana tapó su nariz dado el nauseabundo aroma que la atacaba, Benjamín buscaba por otro lado un lugar donde su novia pudiese volver el estomago de ser necesario, Laura tomó dos pañuelos desechables, y abrió ambas alas del contenedor y dando una sonora arcada al encontrarse con la más perturbadora escena que jamás había visto en su vida,la cabeza de un cordero cercenada con sangre aún un poco humeda, buscó la nota y sin embargo no parecía estar por ninguna parte, el asco era muchísimo menos que antes, así que se acerco al miembro detenidamente y notó el trozo de papel en el hocico de animal.
-Aquí está la nota- Comentó tranquila Laura y tal vez un poco aliviada de no tener que indagar más ahí dentro.
-No pretendes sacarla ¿o sí? ¿Y si te enfermas?
-Para eso son los pañuelos Mari´- Respondió Laura mientras ampliaba las mandíbulas del animal con calma
-¡No cuentes con que vea eso! Estas loca
-Fuiste tú la que decidió que la policía no se metería, esto lo estarían haciendo ellos en este momento.
Mariana vio la razón en su amiga y fue a vomitar a otra parte.
-¿Qué dice entonces?- Se acercó su amigo curioso y divertido por la reacción de su pareja
La joven morena la abrió.
"¿Qué tal la sorpresa? Impresiva ¿o no? Continuemos entonces, no tendrás que esperar, entra a la fábrica, segundo piso tercer oficna a la izquierda, estoy segura de que la conoces bien"
-Grandísimo hijo de....- Benjamín se impidió decir el improperio que pretendía y miró consternado a Laura que estaba callada y quieta.
-Entremos entonces- Dijo ella en completa rabia