Hay decisiones en la vida cotidiana, que no tienen importancia, pero hay otras que pueden tener repercusiones impensadas. Después del beso con Mónica mi vida dio un giro en 180°, mis ganas de estar con ella eran cada vez más y la relación con Ricardo, se iba deteriorando; quince de agosto y después de una intensa clase de matemáticas, salimos a recreo, y allí algo interesante llegó a mi oído.
—Les puedo contar algo, pero no se lo pueden contar a nadie—. Nos pedía la Fanny
—Huuuy tanto misterio, cuenta weona—. Le pidió curiosa la Maritza.
—La Mónica... Va a patear al Ricardo—. Nos aseguró.
Esa eran la mejor noticia que podía escuchar, pero ¿Realmente será así?.
—Pero, ¿Estás segura?—. Pregunté.
—Si, la Mónica me dijo que se había aburrido del Ricardo —. Confirmó ella.
Bueno el sol estaba saliendo para mi, y ahora el camino quedaba abierto para poder conquistar a la Mónica; pero primero tenía que asegurarme con la misma "afectada" de que esto era verdad, así que fui a buscarla.
—Monica, hola—. La saludé.
—Ahh Almuna, hola—. Respondió —Estaba distraída disculpa—. Se excusó.
—¿Por que te pasó algo?—. La quedé mirando preocupado, haciendo como que no sabía nada.
Mientras hablaba con Mónica mi cuerpo temblaba, la incertidumbre de saber que iba a pasar con ellos dos me tenía mal. Su mirada era de pena, se notaba que todo esto con Ricardo la tenía muy preocupada.
—Ni yo me entiendo... No se que hacer...—. Suspiró.
—Es el Ricardo, cierto—. Le pregunté.
—Si, es él, a veces está tan interesado en mi, pero a veces ni siquiera me toma en cuenta—. Agachó la cabeza con pena.
—Bueno, el Ricardo es el Ricardo, es un poco cambiante, pero es buen chico—. Lo defendí.
La verdad, no sé porque lo estaba defendiendo, pero creo que era mi manera de dar apoyo a Mónica.
—Si se, pero no me da la seguridad que necesito—. Levantó la cabeza y me quedó mirando con sus ojitos verdes.
—A lo mejor, si le das tiempo...—. Susurré.
—No se si sea posible, ya le di harto tiempo—. Volvió a agachar la cabeza.
Era mi oportunidad de saber que pasará entre ella y el Ricardo y asegurarme de lo que se rumoreaba era verdad.
—O sea, que es verdad eso que dicen, que vas a terminar con él—. Hablé un poco duditativo.
—Si, es verdad—. Dijo con pena.
¡¡Bingo!! Las puertas del cielo se habían abierto, de par en par para mi, lo único que tenía que hacer era esperar mi momento y conquistarla.
—Y no le preguntaste si le gusta otro—. Me preguntó el Víctor que me fue a ver en la tarde a mi casa.
—No, para que, si estando soltera todo será más fácil—. Dije muy seguro.
—Pero mejor que le preguntes directamente, onda: que sientes por mi, care raja wn; el que no se arriesga no cruza el río—. Me palmoteó la espalda con fuerza.
Maldición, Víctor tenía razón, si quería estar con ella debía demostrarle que de verdad me interesa. Al otro día prácticamente no me pude concentrar en la clase de Ciencias Naturales pensando en esta difícil situación. Salimos al primer recreo, pero sólo me quedé en la puerta, para no parecer tan fastidioso con ella.
—Que pasa Almuna que estay tan pensativo—. Se acercó a mi la Punky.
—No nada, la prueba de historia de mañana—. Le mentí.
—No será que te preocupa todo lo que está pasando entre el Ricardo y su polola—. Me quedó mirando con sospecha —Porque, dime que no te alegra que ellos se separen—. Hizo un gesto que me observaba.
Al parecer, el fin de la relación entre ellos dos ya no era un secreto, todo el mundo sabía que Mónica iba a patear al Cogote.
—Nooo, como puedes decir eso Punky, no me puedo alegrar de algo tan fome como que termine una relación—. Aseguré.
En realidad me alegraba porque si terminan, la Mónica iba a quedar libre, pero me daba pena por la Mónica que estaba enganchado de él.
—El Almono no es así—. Se metió el Ricardo que estaba escuchando.
—De verdad lo siento Cogote, porque la Mónica igual te quiere caleta—. Lo traté de animar.
—Pónganse a llorar ahora—. Se burló el Héctor, qué pasó por ahí.
—Las cosas pasan por algo, a pesar que no me gusta la idea que me pateen, a veces son para mejor—. Fue la reflexión de Ricardo.
Todo iba mejor de lo pensé, aunque por otro lado me daba pena que Mónica y el Cogote terminaran... Por dios, la Mónica, casi la olvidaba, iba a terminar el recreo y tenía que conversar con ella, saber de su propia hermosa boca que era lo que ella sentía por mi.
—Necesito conversar contigo—. Le pedí.
—Si claro, dime—. Me quedó mirando.
Bueno era la hora de la verdad , de confesarle mi amor y saber que sentía ella por mi; por donde comenzar... tomé aire y empecé a hablar.
—Mira, yo se que este no es el momento oportuno, pero la inquietud me está matando—. Me expliqué.
—Ahh ya entiendo.... ¿Es por el beso del otro día cierto?—. Me miró fijamente con sus lindos ojos verdes.
—Si eso—. Susurré —Quería saber, que sientes por mi realmente Mónica Ruiz—. Pregunté mirándola fijamente a los ojos.
—La verdad.... No... Ni yo lo sé, estoy tan confundida—. Reconoció mirando al suelo —Hablemos después mejor—. Me pidió y se fue a su sala.
Me quedé parado, sin saber que decir, eso que me dijo ¿era bueno? ¿era malo? ¿realmente tenía chances con Mónica? Estaba en una encrucijada, y para ser sincero; no sabía que hacer.
—Oye Almuna necesito que me ayudes con algo—. Se acercó el Ricardo.
Aaay no ¿Ahora que? Con todo lo que estaba pasando, ahora se me acerca este otro, al que sólo quería ahorcar.
—En que—. Dije medio cortante.
—Estuve pensando en lo que me dijiste hace un rato y creo que la Moni todavía me quiere a pesar de todo—. Empezó a decime.
—Y que tengo que ver yo con eso—. Dije pesado.
—Necesito que hables con ella, tu eres amigo de ella, le puedes decir que aún la amo y que me de una nueva oportunidad—. Me rogó angustiado.