Creo que te quiero

Distancia


La adolescencia es una etapa de cambio, de crecer, pero también es una etapa donde uno empieza a descubrir lo que quieres, lo que anhelas. Yo quería a Mónica, pero ella había tomado una decisión; se había quedado con Ricardo y no había quedado duda que para mí era muy difícil conquistarla.

—Y si te metes en la relación cara dura—. Me sugirió la Carolina, mi amiga

—Kuky, yo no puedo hacer eso, a mi no me gustaría que se metieran en mi relación si estuviera con ella—. Respondí con firmeza.

—Pero no que el loco no está ni ahí con ella—. Me quedó mirando extrañado el Victor.

—Si, sólo le interesa su prestigio, no está ni ahí con ella, pero están pololeando y yo no puedo meterme en esa relación—. Comenté

—Es que voh soy muy bueno Benja, por eso siempre te dejan pagando—. Me la tiró sin anestesia la Kuky.

Era doloroso reconocerlo, pero la Kuky tenía razón, era muy blando y por eso había perdido, a lo mejor era hora de cambiar de estrategia, pero a esta altura ¿Valdría realmente la pena?.

Al día siguiente llegué a clases, afuera estaban el Emilio, el Ricardo y Mónica, simplemente los saludé y pasé adentro de la sala a dejar mi mochila; la Punky que a esta altura había captado todo lo qué pasó entre nosotros se acercó a mi.

—Aclárame algo—. Me  pidió la Punky —¿No que esos dos iban a terminar?

—Aay Punky, yo tampoco entiendo, se supone que estaban, mal pero ahora se reconciliaron—. Conté con un dejo de tristeza.

—Creo que a lo mejor deberías alejarte—. Se le ocurrió decirme.

Era lo que tenía que hacer, resignarme que yo había perdido, aunque siempre queda una luz de esperanza que esto puede cambiar. La hora de recreo siempre es un momento de alegría y relajo, para mi era un suplicio que quería que terminara muy pronto. Nos juntamos el grupo a excepto la Mónica y el Cogote que estaban en un rincón.

—Te pasa algo Almuna—. Se dio cuenta de mi cara de funeral la Maritza.

—Me duele un poco la cabeza no más, pero ya se me va a pasar—. Fue la tonta excusa que se me ocurrió.

—Vamos al kiosko, parece que la tía tiene aspirina—. Me indicó así que fuimos los dos.

Era extraño, ir con Maritza, la chica que se supone que era con quien iba a retomar lo pendiente de lo que quedó en séptimo grado, la que había cambiado por otra que no me tomó en cuenta y ahora iba caminando con ella, me sentía un poco culpable. En el camino no hablamos nada, hasta que llegamos al kiosko, ella sacó el habla.

—Que te parece que hayan vuelto el Ricardo y la Mónica—. Me consultó ella.

—Me parece bien, que se hayan puesto en la buena porque igual fome que hubieran durado tan poco—. Traté de no demostrar mi rabia porque volvieron.

—Pero, tú no estabas muy contento por lo que supe—. Se arregló el pelo.

—No, o sea, con la Moni siempre hemos sido amigos, porque me voy a enojar—. Me saqué el pillo.

—Mira Almuna, yo te conozco y esos ojos con que miras a la Mónica es la misma mirada que tú le dabas a la María José cuando pasaba cerca tuyo—. Me miró sospechosamente.

A Maritza era difícil engañarla, no lo sabía pero parece que ella me conocía más de lo que yo pensaba. No lo podía admitir frente a ella, no podía decirle que me gusta otra que no es ella, pero lo que me acaba de decir Maritza era muy cierto, así que mejor me hice el leso para que no me descubriera.

—Vamos donde los chiquillos mejor—. La abracé.

—Si, mejor—. Sonrió irónicamente.

Cuando volvimos de comprar estaba el grupo conversando, esta vez con Mónica y mi compañero metido en la charla, yo no me quería integrar, pero si no lo hacía las sospechas de Maritza se volverían realidad, así que hice un esfuerzo y me quedé ahí.

—Que le pasa al Almuna que anda con ese caracho—. Se le ocurrió consultarme al Ricardo.

—Le duele la cabeza—. Respondió la Maritza.

—Seguro que es solo eso—. Sospechó el Cogote.

—Obvio que es sólo por eso—. Le aseguré.

—Espero sea por eso solamente—. Agregó la Mónica, yo solo sonreí nervioso.

La conversación quedó ahí, sin embargo cuando entramos a clases me agarraron en la puerta el Ricardo y el Emilio, parece que mi excusa no había funcionado.

—Tengo una duda, cuando te pedí que me ayudaras con Mónica, tú no querías, ahora que volví con la Mónica andas raro ¿Acaso te enganchaste en verdad de la Moni?—. Lanzó la pregunta al hueso.

—Ese día que hablamos en Los Arcos tal vez si, pero ahora que volvió contigo no, yo respeto eso—. Fue mi respuesta.

—Ah ya, más te vale, no quiero que me andes mirando mucho a la Moni—. Me pegó una cachetadita en la cara.

Mi corazón latía a full, no sé porque, pero esto se estaba complicando más de lo que pensé, tener que mentir para ocultar mis sentimientos hacia una chica, que eligió un ser que ni siquiera le interesaba, era injusto. Lo natural que un ser humano normal haría es alejarse de ella y olvidarse de acercarse a Mónica, pero mi corazón me decía otra cosa. En el segundo recreo me escapé a la galería, no quería saber de ella, no quería saber del Ricardo, solo quería estar solo, hasta que alguien llegó a interrumpir mi soledad.

—Porque tan sólo joven Almuna—. Se sentó a mi lado mi compañera, Leyla Ochoa.

—Necesitaba pensar un poco... La cosa se ve difícil, tu sabes, a veces uno se enamora y no le corresponden—. Reconocí.

—¿Te puedo dar un consejo? A veces hay que saber lo que queremos cachai, cuando tengas eso claro, juégatela por tenerlo, pero hazlo con ganas—. Me golpeó en la pierna.

—¿Pero si eso que buscas lo tiene otro?—. La miré con un dejo de tristeza.

—La pregunta es ¿Se merece esa persona lo que tiene? Por lo que he visto,creo que no—. Me respondió.

Al parecer Leyla había observado lo que había pasado y su consejo era claro, primero tenía que tener claro mi objetivo, convencerme que podía tenerlo y luego convencerla de que soy yo quien realmente la quiere y no el Ricardo. Ese día me fui a mi casa con un tremendo abismo en mi cabeza, me gustaba Mónica y mucho, pero por otro lado no podía meterme en una relación como la que tenían Mónica y Ricardo, pero también había que tener en cuenta que el "Cogote" no tenía interés por ella, así que si llegaban a terminar, no le afectaría tanto.




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