Crónica de las fronteras grises, libro 1: cocodrilo.

20-Guerra debajo de un sombrero.

Águila volteo a ver al cazador que yacía hincado frente a los cuerpos de sus ex discípulos, les arranco las puntas y sin limpiarlas, volvió a meterlas en el arma de su brazo.

-¡¿Ahora qué hacemos?!- le pregunto águila, el cazador ignorándola entró a la oficina derramando gruesas lágrimas, arrepentido se decía: -he destruido mi propia obra-.

Puede decirse mucho de la naturaleza de un hombre por lo que es en el presente, pero aún sí se es malo, algo de bien debe conservarse, pues nadie sobrevive respirando solo mal.

El cazador acababa de matar algo de su bien interno y eso lo estaba destrozando, no quiso pensar ni saber nada del búho o los cuervos, pues sabía que todo lo que estaba pasando era en gran parte por su causa, cuanto tenía que ver en esto la bruja-serpiente, era lo que le inquietaba, entendió que esa águila, a la cual solo había volteado a ver con desprecio, era el instrumento de la venganza para el destino, esa ave era lo único que podía darle su redención.

Impactado por la grandeza de esa revelación, fue a sentarse en el escritorio del perro administrador.

Águila por un momento, no pudo entender la situación del cazador, cegada por primera vez por sus sentimientos, gritaba y presionaba sin darse cuenta que el cazador en cualquier momento podía matarla.

-¡no te quedes ahí!, ¡dime a donde vamos!, ¿qué hacemos?, ¿Cómo encontramos a mi búho?- al decir esto, águila calló de pronto, sentía una extraña alegría por haber llamado a búho como suyo, sintió por primera vez lo que era el amor y no quería perderlo.

Mientras águila seguía gritando, el cazador encontró en el escritorio un papel escrito con la letra fluida de bingo, el perro administrador, era la dirección de su casa, dejada ahí a propósito o por descuido, le dio al cazador la idea de ir a casa de bingo, pues sabía bien que no le agradaban los cuervos, bingo era el único perro que tenía contacto con los gatos del barrio de la media luna, había construido esa fábrica con el dinero que le heredaron sus padres, pero tuvo que venderla a los cuervos, él era el único ser cuerdo que vivía dentro de la selva de azabache, el cazador lo sabía porque durante algunos años trabajo con él, de hecho, el cazador había forjado su arma, “el destello azul”, dentro de la fábrica de bingo, cuando hacía algo más que extraer basura.

-Vámonos- dijo el cazador levantándose, -¿A dónde?- pregunto águila yendo tras él, afuera era de noche, el cazador después de salir de la fábrica miro hacia el este, unas luces se dejaban ver dentro de la selva de azabache, águila salió detrás de él agitada, pero no dijo nada al verlo tan serio, -debemos seguirlos- dijo el cazador de pronto, -¿a quién?- pregunto águila un poco molesta, -mira hacia allá- contesto el cazador señalando hacia el noreste, sorprendida de sí misma, águila fue capaz de observar los ojos brillantes de búho dentro de la selva de azabache, como si estuviera frente a ella, -¡los veo!- grito águila, -pero ya están muy lejos-, el cazador no se sorprendió, él sabía que las águilas pueden ver muy lejos, águila por su parte no entendía cómo era posible que tuviera ese don.

¡Bang!, sonó de pronto un fuerte disparo en medio de la noche, una bala pasó rozando el sombreo del cazador, dejando descubierta su cara, se escuchó, a lo lejos, el horrible graznido de un cuervo, -¡Mauro!- dijo el cazador, -¡vamos!- agregó volteado a ver a águila.

Águila se había quedado petrificada y retrocedía espantada, -¡eres un humano!- gritó por fin cayendo al piso, horrorizada.



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En el texto hay: animales antropomorficos, brujas, un cazador

Editado: 19.01.2019

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