Capítulo 12. Los bebés

Londres, octubre 14 de 1826. Desde una pequeña capilla en el centro de la ciudad un extraño humo rojizo se escapa por la chimenea, adentro mujeres jóvenes danzan en forma de circulo con antorchas en sus manos cantando una y otra vez "aequus nox" en el centro del círculo, un símbolo otoñal, una hoja de otoño se encuentra dibujado, varios hombre frente a ellas las observan y uno en el altar como si de un cura se tratase. El hombre con un libro en mano comienza a hablar. -El día de hoy iniciaremos la travesía anual que nos conducirá durante dos semanas al pueblo de Autumnsheet, allí rendiremos homenaje a la gran luna naranja.- Dice en voz alta mientras las mujeres continúan danzando y cantando.

-Traigan los tributos.- Unos hombres se acercan cuatro jaulas con lobos dentro. -Cuando completemos el ritual, nosotros, la comunidad de la luna naranja, continuaremos con el legado de mantener el espacio tiempo en orden...- Dice mientras cierra el libro, mismo libro que se encuentra en Autumnsheet.

En el presente pocos vestigios de la noche se logran ver, el humo rojizo continúa sobre el cielo de Autumnsheet dejando que la luna se vea poco. Mientras que en la biblioteca la enfermera intenta salvar la vida del desconocido.

La anciana bibliotecaria toma de la mano al desconocido llamándolo Hyun. -Amelia, por favor salva a mi hijo.- Dice la anciana a la enfermera, haciendo que el compañero del alguacil se sorprenda e inquiete aún más. -¿Hijo? Si él es mi padre, ¿Tú eres mi abuela?- Ella asiente mientras la enfermera saca la bala y empieza a suturar la herida. -Si lo llevamos al hospital podría hacer más por él.- Dice la enfermera. El hijo del alguacil se asoma por la ventana viendo como el ambiente se ha tornado rojizo. -Algo pasa afuera, el cielo está rojo.- Al decir eso la anciana bibliotecaria se levanta asustada, se asoma para ver con sus propios ojos lo que ocurre. -¡No!- Grita ella. -El ritual está a punto de iniciar.

En el convento la monja lleva a la mujer del alguacil, el alguacil, la enfermera que los acompaña y la primera mujer embarazada a una habitación con la luna naranja tallada en la puerta, todos entran observando retratos de personas, esquemas, constelaciones y demás colgados en las paredes. -La comunidad de la luna naranja se creó hace siglos. Los pertenecientes a la comunidad ofrecían una penitencia, caminar desde Londres hasta Autumnsheet, al llegar se ofrecía como sacrificio unos lobos con un ritual de por medio; dicho ritual servía para hacer un lapso de tiempo en que otro ritual no podía hacerse.- Dice la monja mientras los demás la miran confundidos. -¿Cómo que otro ritual?- Pregunta la mujer del alguacil.

-Eres monja, ¿Cómo crees en esto?- Pregunta el alguacil. -He sido testigo de lo que trae ese libro de los rituales. Las cosas que han salido de allí no tienen explicación, ni mucho menos una divina.- La enfermera se percata del cambio de luz en el ambiente a un poco más oscura, va hacia una ventana abriéndola y dejando ver cómo el cielo de Autumnsheet se tornó rojizo. -¿Empezó?- Pregunta la primera embarazada. -Sí…- Dice la monja yendo rápidamente hacia un armario, de él, saca varias armas y municiones. -Hay otro grupo llamado Los Autumnsheanos de la noche, dedicados a distorsionar el orden social, deben acabarlos.- La enfermera se niega a hacerlo. -Tu no, debes quedarte aquí por si llegan heridos.

-¿Qué harás tú?- Pregunta la primera embarazada. -Buscar a los que quedan y enviarles ayuda. -Dice la monja entregándoles armas. -Espero sepan utilizarlas.- Las dos mujeres asienten y salen de allí junto al alguacil. -¿Cómo sabemos a quién debemos atacar?- Pregunta la mujer del alguacil -Los Autumnsheanos de la noche utilizan túnicas Rojas.- Dice la monja yendo a su auto. -El alguacil sube a su patrulla con su mujer y la primera embarazada intentando recuperarse y no prestarle atención al dolor, la monja les dice que sigan el humo rojo ya que es la fuente y se va en un auto, él alguacil enciende el auto y comienzan su camino hacia la iglesia.

En la iglesia la pelirroja empieza labor de parto cuando escuchan un enorme estruendo en la puerta principal, algo golpea la puerta. Afuera los pocos habitantes que son parte de la comunidad de la luna naranja intenta derrumbar la puerta con un enorme tronco, dentro, la pelirroja intenta liberarse mientras puja con gran esfuerzo, el hombre recibe al bebé, corta el cordón umbilical y la mujer empieza a pedir auxilio. Dos personas la amordazan y el hombre, el líder hace traer al otro bebé. -¡Daremos inicio al ritual!- Dice el hombre. -¡Aequus nox!- Replican, unos de los hombres salen por otra puerta para asesinar a las personas que intentan derrumbar la puerta principal, formándose una batalla donde varios pierden la vida.

La anciana sale de la biblioteca junto a la enfermera, el acompañante del alguacil y el hijo del alguacil que llevan de los hombros al desconocido hasta llegar a un auto detrás de la biblioteca. -Amelia y yo lo llevaremos al hospital, ustedes vayan a la iglesia  e intenten detener lo que sucede.- Dice la anciana mientras ellos lo suben al auto. -¿Qué pasa si no podemos?- Pregunta el compañero del alguacil. -Podría cambiar la realidad tal como la conocemos, incluso el tiempo...- Los dos se miran confundidos y la anciana bibliotecaria enciende el auto yéndose con la enfermera y el desconocido. Los dos toman otra vía encontrándose con el auto estrellado y el cadáver de la castaña, pasando de largo.

Tras ellos, en el auto el joven despierta pidiendo ayuda, el hijo del alguacil alcanza a oírlo deteniéndose, mira el auto detenidamente observando movimientos. -Creo que hay alguien allí.- Dice yendo al auto, el compañero del alguacil lo sigue y al ver al joven con la herida en la frente deciden ayudar a sacarlo del auto. -Se llevaron a la mujer a la iglesia.- Dice el joven captando la atención de ellos. -Por favor, ayúdenme a salvarla.- Dice con dificultad. -Vamos para allá.- Dice el compañero del alguacil, saliendo los tres hacia la iglesia y sin pensarlo empiezan a oír disparos con más frecuencia y gritos proviniendo de la iglesia, haciendo que se asusten un poco.