Capítulo 17. Perdido.

Cae la noche en Autumnsheet, el compañero del alguacil llega al cementerio donde se encuentra el desconocido observando una tumba. -¿Ya estás mejor?- Pregunta el compañero mientras él lo ve sorprendido y triste, se nota que ha llorado. -¿Ella era mi madre?- Pregunta, el desconocido asiente. -¿Quieres contarme por qué nunca fueron por mí?- El desconocido se sienta en el prado frente a la tumba haciendo que el compañero lo siga. –No podíamos, nos buscaban, nos querían asesinar y vimos la vida que el alguacil y su esposa te daban, creímos que era lo mejor, así no correrías peligro. –Dice el desconocido tratando de contener el llanto. –Me hubiese gustado poder conocerla.- Dice el compañero tomando su mano. –Y a ti padre...

En casa del alguacil, él les cuenta a su esposa e hijo lo ocurrido en casa de su padre con su compañero. -¿Nos borraron la memoria?- Pregunta su esposa confundida, aterrada, llena de nervios comienza a caminar por la sala. –Sé cómo suena, es confuso, yo aún lo estoy procesando.- Dice el alguacil. –Tenemos que buscar el libro, si lo que dices es cierto es tecnología muy avanzada, o magia; con todo lo que ha pasado en estos últimos días cada vez estoy más seguro de que todo proviene de ahí. Si queremos respuestas, deben estar ahí.- Dice el hijo del alguacil mientras su madre le dice que el desconocido tenía uno en su cabaña. –De acuerdo, iré en la mañana,. Dice el alguacil. -¡No!, la idea mía, yo también iré.- Dice el hijo del alguacil algo molesto. –Yo iré al convento, hablare con la monja y la enfermera, creo que podremos descubrir cómo se conecta el convento en todo esto.- Dice la esposa.

A la mañana siguiente la mujer del alguacil llega al convento donde a la enfermera a ayudando a las personas heridas y los enfermos. -¿Necesitas ayuda?- Pregunta saludando. –Te lo agradecería, el hospital se llenó con tanto caos después de desaparecer y somos el plan b, pero las monjas y yo no somos capaces solas, ¿No deberías estar allá?- Dice la enfermera mientras satura un paciente en el brazo derecho. Las enfermera terminara y las dos caminan por el pasillo. –Sí, pero no iré, mi esposo necesita ayuda para averiguar todo lo que pasa y encontrar soluciones.- Responde ella. –Sí, ¿Qué harán con los alimentos?, ¿Ha dicho algo?, Nuestras provisiones nos mantendrán bien por tres semanas, pero no más.- Pregunta la enfermera preocupada. –No lo sé. Sé que ha hablado con el alcalde sobre eso, pero están buscando soluciones, ha sido complejo después de los saqueos de ese día.- Amabas llegan donde un chico quizá de ocho años que está murmurando mientras mira fijamente a la pared.

-"Llueven, llueven las hojas, la caída naranja atormentará a los habitantes..."- La enfermera lo toca interrumpiéndolo haciendo que la mira con los ojos abiertos y dilatados. -¿Estás bien?- Pregunta la chica del alguacil pero el chico no responde. -¿Cuál es tu nombre?- Le pregunta la enfermera. –Me llamo Tempus.- Dice él recuperando la razón. -¿Dónde están tus padres?- Pregunta la esposa del alguacil mirando alrededor. -¿Padres?, ¿Qué son "padres"?- Las dos se miran confundidas. -¿Estás solo?- Pregunta la enfermera y él asiente.

El alguacil y su hijo llegan a la cabaña del desconocido quien está con el compañero del alguacil. El desconocido los invita a pasar y se puede sentir la fricción entre el alguacil y su compañero. –Gracias por recibirnos, venimos a preguntarte por el libro. Pregunta el hijo del alguacil. –No lo tengo, lo tiene mi madre, se lo llevo para la biblioteca.- Dice el desconocido. –Bien, tendremos que ir, ¿Vendrán con nosotros?- Les pregunta el hijo del alguacil. El alguacil y su compañero se miran un poco incomodos y acepta. –Yo no iré, debo solucionar algunas cosas sobre...- Se detiene pensando en su esposa. Los tres llegan a la biblioteca en donde los recibe la bibliotecaria. –Es grato veros y a ti, mi nieto.- Dice ella tomando las manos del compañero con ternura.

De regreso al convento la mujer del alguacil y la enfermera llevan a Tempus a la cafetería para darle algo de comer mientras le hacen preguntas. -¿Tienes hambre?- Pregunta la mujer del alguacil, él asiente. -¿Cómo llegaste al convento?- Pregunta la enfermera. –Por el bosque, camine hasta llegar acá, una mujer me permitió llegar para no estar solo.- Las dos se ven intrigadas. -¿Qué hacías en el bosque?- Pregunta la mujer del alguacil. –No sé, solo estaba ahí, solo recuerdo que desperté cubierto de hojas, estaba sin ropa, me levante y camine por mucho tiempo hasta que llegue aquí.- Dice él empezando a tomar su sopa. –¿No recuerdas como llegaste al bosque?-Pregunta la enfermera. –No, solo recuerdo oír "Aequus-nox" antes de despertar.

De regreso a la biblioteca, Stanly (el compañero del aguacil) abraza a Rachet (la bibliotecaria) diciéndole abuela, -Alguacil Herbert, es bueno que llegara. Tengo a un chico pelirrojo quizá de ocho años comiendo algo, Lo encontré desorientado cuando venía de casa esta mañana. Dice que su nombre es Locus; no recuerda nada más, ni a sus padres.- Dice ella llevándolos a donde él se encuentra. Locus los saluda al verlos. –Hola, ¿De dónde vienes?- Pregunta Herbert. –Del bosque, allí desperté, estaba cubierto de hojas cuando desperté, caminé hasta que ella me encontró y me ayudó. –Herbert mira a Rachet sin entender, -Vengan.- Dice ella haciendo que la sigan hasta una estantería donde toma el libro. -¡El libro! Veníamos por él.- Dice Vilfredo (Hijo del alguacil.)

En el convento la mujer del alguacil le pregunta a Tempus si las llevaría al lugar donde despertó y él acepta. –Sí, es un lugar bonito. Hay una mesa de piedra y un circulo de rocas.- Las dos se ven asombradas y lo llevan en auto hasta ese lugar. Al llegar los tres bajan del auto, empiezan a caminar en el bosque siguiendo a Tempus. -¿Confías en él? Sigo pensando en lo que murmuraba cuando lo encontramos.- Dice la enfermera nerviosa. –Sí, por supuesto. ¡Tempus! ¿Recuerdas lo que decías cuando te encontramos?- Él hace una negación y pregunta que era. –Algo sobre una lluvia de hojas.- Hace una negación. –Lo siento, no lo recuerdo.- Dice él. -¡Miren, ahí es!- Señala el lugar y corre con ellas hasta llegar.