Esa misma tarde le habían encargado un trabajo de extrema importancia, el cual había aceptado inmediatamente.
Por ello, se encontraba en lo alto de Marilyn Building, un edificio recién terminado en lujoso distrito de Manhattan, al lado del Bank of America Tower.
Ella siempre había tenido una política de no rechazar encargos a menos que los intentara y fuera descubierta, cosa que nunca pasó por lo que todos sus trabajos fueron hechos a la perfección.
Sin embargo, no sabía con seguridad si conseguiría realizar el encargo de entonces, ya que aparte de importante, era muy arriesgado: debía acabar con el presidente del banco más popular y que más dinero movía de todos los Estados Unidos.
Era peligroso, mucho, pensaba ella, más su recompensa merecía la pena. Gracias a la misma sería ya capaz de pagar los tratamientos médicos que necesitaba su hermano, Choi. Es por esto último, que la "asesina de Junio", June, aceptó el pedido sin casi pensarlo.
June salió de sus pensamientos en cuanto vio a un hombre rodeado de seguridad extrema, llegar en un coche de lujo cerca del edificio. Preparó sus armas, y en cuanto el hombre salió del vehículo... ¡Bam! Disparó y este cayó al suelo. Muy limpio le resultó el disparo, pensó ella, pero lo que no sabía es que por detrás estaba llegando otro mercenario.
Este la apresó tapándole boca y nariz con una tela negra húmeda, ella, enormemente sorprendida, trató de librarse de él y de quitarse esa tela, pues parecía estar empapada de alguna sustancia. Sin embargo, pese a todos sus esfuerzos, no consiguió sacárselo de encima y justo cuando iba a perder el conocimiento para siempre, consiguió atisbar los rasgos del agresor.
Al hacerlo, ella abrió repentinamente sus ojos, al reconocer de quién se trataba y comprender la situación en la que se había visto envuelta: Samuel, un mercenario de su misma organización, le sonreía victorioso puesto que había acabado con la asesina que tanta reputación tenía y se había apropiado de la enorme recompensa se su último trabajo.
Poco después, lo único que June vio, fue negro con lágrimas, lágrimas de rabia por haber sido tan descuidada que por ese fallo, había sentenciado a su hermano menor y perdido la vida.