Sentada en una mesa del lujoso The Crimson Room esperaba impacientemente la llegada de mi acompañante, me había sorprendido mucho recibir esa llamada por la mañana, jamás pensé que esa persona recurriría a mí después de tanto tiempo, pero me gusta el misterio, y sin blancos de los cuales deshacerme por el momento necesitaba una distracción.
Di un sorbo a mi martini mientras observo el ambiente, nunca había asistido a un lugar así; primero, porque mi condición económica no me lo permitía, y segundo, no era mi estilo. Pienso en todas las estúpidas chicas que he conocido, las cuales daban lo que fuera a cambio de tener una posición social alta, me causaba repulsión el solo pensar en eso.
Me daba asco solo pensar en... Elizabeth.
Por ambición me traicionó, me engañó, ella me arruinó la vida. Tenía que dar la suya a cambio. No olvidaba su expresión y la estúpida pregunta, ¿por qué?
¿Acaso no lo sabía? ¿No sabía todo el daño que me había causado? Me había secado por completo. Había confiado en ella, y simplemente me apuñaló, como todos.
Aparto esos pensamientos de mi mente y veo como un tipo mal vestido y sin afeitar camina hacia mi, no soy de las que juzgan por apariencias o tengo prejuicios, pero la vida me ha enseñado muchas lecciones, y una de ellas era a no confiar ni en smi propia sombra.
Él se acerca y simplemente lo miro esperando que articule algún movimiento, esperaba ver cual era el truco que tenía bajo la manga.
-Buenas noches, señorita.-dijo él sonriendo.- Soy August Field, mucho gusto.-estiró su mano. Lo miré de arriba a abajo y pensé dos veces antes de tomar su mano. No me causaba gracia.
-Buenas noches, mi nombre es Amanda.-le mentí.- Mucho gusto.
-Qué lindo nombre, al igual que usted, ¿me concedería el placer de acompañarla?-lo miré mejor, su ropa vieja, desgastada y sucia, parecía un indigente, y hasta quizás un ladrón. No me inspiraba ni un poco de confianza. No podía correr ningún riesgo.
-Lo siento, estoy esperando a una persona.-sonreí falsamente.- Tal vez otro día.-mentí.
-Podría ser mientras espera.-él insistió.
-He dicho que otro día.-el asunto me estaba exasperando, levanté un poco la voz pero mantuve la sonrisa.- Mire, le puedo pagar un trago si quiere en la barra o en otra mesa, pero no aquí.
-Él me miró de una forma muy extraña, con una mezcla de resentimiento y rabia, pero luego sonrió.- No se preocupe señorita, no es necesario, ya me retiraré, tengo otras cosas que hacer, de igual forma fue un placer conocerle.
-Igualmente, buena noche.-alcé mi copa y le sonreí mostrando mi dentadura.
Él se alejó, dejándome con un tanto de incomodidad y desconcierto. Ese hombre me causaba escalofríos. Sentía que lo había visto en algún lugar alguna vez, pero no recordaba dónde. Mi mente no lograba ubicarlo.
Una voz conocida me saca de mis pensamientos, el gran Christian Reuthold estaba frente a mí, tenía que ser un sueño.
-Buenas noches, lindura.-él sonríe mostrando su perfecta dentadura.- Es un placer volver a verte después de tanto tiempo.
-Puedo decir lo mismo, cuando me llamaste no podía creerlo.-sonreí.
-Tenía que hacerlo-responde tomando haciendo.- Nadie más perfecto que tú para el trabajo.
-¿"El trabajo"?-alcé una ceja.
-Sí, tengo un pequeño trabajo para ti, nada complicado, y te prometo que será muy bien remunerado.-guiñó un ojo.
-Eso lo sé, pero, ¿qué clase de trabajo?-pregunté.
-Es muy simple, tienes que ayudarme a deshacerme de alguien que me estorba.-susurró.
-Oh no, nada de eso.-respondí en seguida.- Estoy de vacaciones en ese trabajo.
-Él se carcajeó.- Nunca se está de vacaciones para ese trabajo, y menos cuando se tiene esta paga.-deslizó un pequeño papel sobre la mesa. Lo tomé, y luego lo leí, casi me caí de la silla, era mucho dinero de por medio.- ¿Y bien? ¿Es suficiente para volver al trabajo?-preguntó con una sonrisa maliciosa.
-Es demasiado, es espléndido, pero...-dudé un segundo.- ¿Quién es?
-Es una persona que conoces perfectamente, está muy cerca de ti. Y después de lo que te ha hecho estoy seguro de que no dudarás ni un segundo en matarlo.-respondió con seriedad.- Sabes de quién hablo.
-No, no lo sé.-desvié la mirada.
-Si lo sabes.-el estiró su mano y tocó la mía.- Sabes bien de quién estoy hablando, y sé que es un poco difícil hablar de ese tema, pero tienes la oportunidad de vengarte de él, ¿no lo ves?
-Mi madre no lo soportaría.-lo miré fijamente esta vez.- Tal vez lo odie con toda mi vida, pero no puedo hacerlo. Ella realmente lo quiere.
-Ella lo entenderá.-suspiró.
-No. Ella ni siquiera sabe la mierda que él me hizo. Y tampoco tiene que saberlo. Sé que he matado a muchos-susurré.- Pero no soy una mala persona, aún tengo un poco de conciencia, y no podría hacerle daño a mi madre.
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Editado: 22.10.2019