Entré rápidamente a la casa tratando de no ser vista por nadie, las luces estaban apagadas, por lo que supuse que ya todos estarían durmiendo, tenía que investigar en dónde estaba el bastardo de Ben, tenía que formular un plan para deshacerme de él, pero obviamente no podía preguntar a dónde se había ido, me descubrirían. Comienzo a subir las escaleras con cuidado cuando alguien enciende la luz, mamá está parada junto al encendedor en pijama, con el cabello despeinado y grandes ojeras, parece que no ha dormido en días.
-¿De dónde vienes?-preguntó con tono neutro.
-De caminar, asistí a los funerales de Elizabeth, y luego quise caminar un poco.-mentí.
-Parece que te ha pegado mucho su muerte.-dijo mamá mirándome fijamente.
-Un poco.-encogí los hombros.
-Deberías relacionarte con nuevas personas, buscar nuevos amigos.-sugirió.
-Sabes que no soy muy sociable-rodé los ojos- y además, ya pronto abrirán la escuela de nuevo, todo seguirá como siempre, o bueno casi. Cambiando de tema, ¿por qué ese aspecto? Te ves preocupada.
-Lo estoy... Ben desapareció.-Sin querer había dicho lo que quería escuchar.
-¿Cómo?-abrí los ojos como platos.
-Si, desde ayer, no ha venido, y tampoco responde las llamadas.-hizo una mueca.
-Tal vez quiso desaparecer un poco, o se fue con alguna chica.-dije sin darle importancia.
-No lo sé... pienso que podría haber ido a Massachusetts, allí está una casa de James que ahora es de él.- ¡genial! Lo había obtenido.- No sé qué pensar.
-Bueno mamá, él es un adulto, sabe cuidarse y también sabe lo que hace.-respondí segura.- Me voy a la cama, estoy algo cansa.-fingí un bostezo.- Mañana nos vemos, te quiero.-sonreí y luego comencé a subir las escaleras.
-Descansa, también te quiero.-respondió apagando la luz.
Lo había averiguado y sin siquiera hacer un esfuerzo, tenía todo lo necesario para llegar allí, Christian me había dado el dinero suficiente para viaje, comida, vestimenta y armas. El verdadero problema radicaba en que ya que mamá era quien me lo había dicho no podía salir de viaje, ella sospecharía, tenía que actuar de otra forma, tenía que hacerlo llegar hasta mí. Necesitaba un plan bien elaborado para no dejar ni un solo cabo suelto.
Tomé mi teléfono, entré al baño para que nadie pudiera escuchar nada, y llamé a Christian, al tercer timbre respondió.
-Hola, preciosa.-me dijo con su voz encantadora.-¿Me tienes buenas nuevas?
-Lo encontré.-dije en voz baja.- Al parecer está en Massachusetts en una de las casas que tiene James. Pero hay un problema.
-¿Cual?-preguntó.
-Mi madre fue quien me lo dijo, será difícil salir de viaje sin que ella sospeche.
-¿Y qué sugieres?
-Ve a buscarlo y luego tráelo, vivo por supuesto, nos encargaremos de él aquí.-dije segura.
-Me parece perfecto, pero sabes que no resistiré la tentación de matarlo con mis propias manos.
-Lo sé, pero yo tengo un plan divertido.-sonreí.
-Me gustan esos planes, eres maquiávelica.-él se rió.
-Sólo con quien lo merece.
-Espero nunca merecerlo.-dijo.
-Asegúrate de ello.-me reí.- Te pasaré la dirección por mensaje, manténme informada de todo, y no cometas una tontería.
-Como usted diga jefa.-se burló y luego colgó.
Salí del baño, y tomé mi computador, sabía la forma de averiguar la dirección de la casa, hace un tiempo había descubierto la contraseña de los correos de James y podía revisar cada uno de sus movimientos y adquisiciones, entre ellas, viviendas. No fue muy difícil encontrarla, la había comprado hace a penas unos cuatro meses, una mansión a la orilla de la playa, perfecto. Tomé mi teléfono y le envié la dirección a Christian, él sabría cómo actuar. Sonrío. Estaba atrapado.
***
Del otro lado de la ciudad estaba Christian recostado en su sillón favorito mientras veía las noticias en la televisión, nada nuevo, nada que le ayudara, pero tenía una esperanza, ella lo ayudaría, le ayudaría a vengarse de ese bastardo, y a su vez, se vengaría por lo que le hizo a ella. Sería como matar dos pájaros de un solo tiro.
Toma su celular y sonríe, esa chica era muy rápida y astuta, ya había encontrado la ubicación donde se encontraba ese desgraciado. Ahora sólo tenía que ir por él, y lo más importante, tener el equilibrio suficiente para no asesinarlo él mismo. La había buscado a ella, no porque no tuviera quién cometiera ese crimen o porque no pudiese hacerlo por sí mismo, sino porque se lo debía a ella, y sabía que hacerlo la haría sentir en paz consigo misma.
La quería, eso era obvio, y tal vez, sólo tal vez pudiese ser algo más, algo más como amor. Sacude su cabeza al pensar en eso. Él no era de los que se enamoraba. No podía darse ese lujo, no después de lo que pasó. Esa había sido la primera y última vez que le entregaría el corazón a una mujer.
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Editado: 22.10.2019