Se acostumbró muy rápido al ambiente al que llegó. Meses atrás comenzó a ir a fiestas, no sabía si se debía que sus hermanos eran muy sociales, o por el hecho, que a ellos les gustarán ese tipo de eventos. Quizá sólo pasaban porque cierto individuo la cortejaba de la manera más extraña que ella ha experimentado. En fin, allí estaba con un vestido rojo.
Suspiró al entrar por las grandes puestas del salón, sentía que vivía en la época del medievo, aunque la música moderna y los meseros con sus uniformes negros le advertían que aún vivía en el siglo XXI.
Encontró a sus hermanos a unos metros de distancia, ellos vestían trajes y se veían elegantes. Corín, a pesar de llevar sombrero no perdía su elegancia. Cuando Jafet la vio, se giró con la típica indiferencia de siempre. En ese entonces, ellos no se llevaban tan bien, cómo es sabido. Eckhart la recibió primero, saludando cómo siempre, una sonrisa, un abrazo y un “hola”.
Corín levantó la ceja, cómo acostumbraba y rio, moviendo la silla para que ella tomará asiento. Con cortesía, la joven agradeció y comenzó a platicar con ellos, quería evitar a Rhys…él estaba en otra mesa viendo hacia su dirección.
El odio y el amor le invadieron nuevamente, se preguntaba ¿Cuándo iba a detenerse? Quería gritarle a Rhys que se detuviera, sin embargo, sólo fantaseo aquel hecho. Suspiró vencida y se disculpó con sus hermanos, tenía que retirarse. No lo soportaba.
—Acabas de llegar. —, afirmó Jafet.
Corín suspiró.
—No te va hacer nada…—, alegó.
—No te preocupes por él, nos encargaremos…—, comentó Eckhart sonriendo.
—No me siento bien…Algo anda mal. —, dijo viéndolos. —Regresó en un momento.
Se levantó de la mesa y caminó a la puerta más alejada del salón, la abrió y para su sorpresa, se encontró un pasillo alfombrado, estaba oscuro, y la poca luz que le iluminaba procedía del salón. Sus paredes blancas y su alfombra gris le daban un aspecto terrorífico.
***
Corría desesperada, Rhys iba tras ella, intentaba asesinarla. Lyla lo había visto por última vez en el salón, no entendía por qué el cambio tan repentino de actitud, ese hombre no quería su cabeza, pero… ¿Qué había hecho?
Los tacones eran un problema y mientras corría, se paró para quitárselos y los traía en sus manos, corría y corría, pero el pasillo sólo daba círculos, y cada que quería pasar la puerta para ir al salón volvía al pasillo.
Gritaba asustada el nombre de Corín, pero cada vez que lo hacía su voz mitigaba el tono y para colmo, no se escuchaba ella misma. Rhys por lo tanto, rezaba oraciones diciendo: “No vas a salir de aquí”, “Todo lo que haces es en vano.”
Cuando el mayor había estado lo más próximo a atraparla, Lyla le lanzó un tacón. Fue una buena distracción para seguir sobreviviendo, pero tropezó y con ese momento…Rhys estuvo a punto de atraparla. Cerró los ojos dándose por vencida; cuando sintió que él le había tomado el brazo, escuchó la voz de su hermano.
—¿Qué rayos te pasa? —Asustada, abrió sus ojos cafés y vio a Corín.
—Rhys me quiere matar…
—¿Estás bien? —, preguntó incrédulo. —Rhys está allá afuera…
—No…Él ha estado acorralándome en este pasillo mucho tiempo…Estamos atrapados.
—Lyla…es tiempo de despertar…
Corín con sigilo y delicadeza, la dirigió hacia la puerta que iba al salón. La llevaba del brazo y podía sentir cómo la alfombra quemaba sus pies por las ampollas que le habían salido; vio la luz del salón, las mesas, a sus hermanos en la mesa con Rhys, él sonreía mientras platicaba con sus hermanos.
Incrédula, miró hacia atrás. Para su sorpresa allí estaba otra vez Rhys, ese Rhys que quería matarla…Volvió a mirar al salón y el peli ondulado seguía allí…Iba a decirle a Corín que girara la cabeza, aunque al entrar al salón y sentir la brillante luz golpear sus ojos...
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Editado: 14.04.2018