Cronicas de una guerra: sombras del tiempo

CAPITULO XIII

Grandes llamaradas salieron hacia todos lados, amenazando con quemarlo todo. Un bloque de roca maciza bloqueó la entrada de la biblioteca, dejándolos prácticamente sin escapatoria y las sombras danzaban, creciendo y tomando forma sólida, confundiendo a la mayoría de los presentes.

Los soldados del hemisferio norte los tenían rodeados, y los del sur intentaban hacerlos retroceder, mientras Duncan y Hinto se defendían intentando encontrar una forma de escapar.

Los soldados del aire y el fuego combinaron sus poderes para formar un tornado hecho por completo de llamas, que derribó a varios de sus enemigos. Pero los de la tierra no se quedaron atrás y pronto el piso comenzó a llenarse de grietas demasiado profundas y anchas como para ser saltadas a los apurones. Pronto, todos los presentes estuvieron acorralados en una especie de isla rodeada de grietas tan profundas que no podía verse el fondo.

Y volar no parecía ser una opción segura tampoco. Los soldados del aire no paraban de generar torbellinos y ráfagas que hacían difícil incluso mantenerse en pie.

Los únicos que parecían no estar haciendo nada eran los únicos dos soldados de la luz que habían aparecido en la emboscada. Lo observaban todo, siguiendo a cada uno de los soldados, como esperando el momento oportuno para atacar.

A Duncan se le erizaron los pelos de la nuca al pensar en qué podían estar esperando aquellos soldados. El clan de la luz era por lejos el más poderoso de todo Marte... No podía ser bueno.

―Tenemos que salir de aquí lo más rápido posible. ― le susurró a Hinto mientras generaba una pantalla de fuego que derritió automáticamente las enormes púas de hielo que iban en su dirección.

―Ajá, escucho sugerencias de cómo.

El joven hizo un gesto con las manos y las sombras, con la apariencia de una sustancia gelatinosa, rodearon a uno de los soldados cual mano de gigante saliendo de debajo de la tierra y lo lanzaron lejos de ellos. Ver a Hinto y a la mayoría del clan de la oscuridad pelear era como estar en presencia de un pulpo gigantesco y oscuro, que además absorbía toda luz existente. Cada tentáculo, que no se limitaba a ocho ni de cerca, le hacía frente perfectamente a cualquier tipo de ataque ya fuera un poderoso latigazo de agua, una enorme llamarada de fuego o una roca gigante lanzada en su dirección.

Duncan observó a los demás soldados y trató de pensar en un plan, pero los ataques que iban en su dirección eran demasiados como para tener la cabeza tranquila por un segundo. Ninguno de los dos había sido nunca el estratega del escuadrón, sino todo lo contrario, actuando siempre según sus instintos, incluso en las batallas más complicadas. En sus días como un equipo, la estrategia solía quedar en manos de su compañero del aire.

―Quizás...― una idea surgió al ver como una soldado del agua tomaba a uno de la tierra por el tobillo con un lazo de agua y lo lanzaba hacia la enorme grieta. ―Sé que no te agrada demasiado, pero quizás puedas usar de títere a uno de la tierra y formar un puente.

Hinto no respondió automáticamente. Creó una enorme burbuja de oscuridad sólida alrededor de ambos y luego se giró para mirarlo. Sus ojos brillaban de un intenso violeta.

―Puedo hacerlo, pero tendremos que acercarnos bastante, hay demasiadas sombras moviéndose y no me será sencillo atrapar la adecuada.

―Okey, tu concéntrate en atraparla, yo te cubro.

El guerrero asintió con la cabeza y la burbuja de oscuridad desapareció. Dos soldados los estaban esperando, pero pronto tuvieron que retroceder para no ser quemados vivos por las llamaradas de Duncan.

Mientras avanzaban hacia uno de soldados de la tierra que estaba demasiado ocupado luchando contra otro de fuego, el arqueólogo formó un látigo con sus llamas y se dispuso a atacar a todo aquel que se les acercara. El daño infligido por aquel ataque era doblemente efectivo: golpeaba y quemaba a la vez, haciendo que los soldados atacados retrocedieran forzosamente.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Hinto colocó sus manos cual titiritero al accionar sus marionetas y atrapó la sombra del soldado, haciendo que se quedara completamente estático. Duncan, a su lado, creó un verdadero muro de fuego que impidió a todos sus compañeros ir en su ayuda. Los soldados del sur entonces aprovecharon para reagruparse y tomar una posición sumamente defensiva.

Moviendo sus dedos con total precisión, como si tuviera hilos saliendo de ellos, el guerrero de la oscuridad manejó la sombra del otro sujeto, obligándolo a obedecer. En el pasado, Hinto odiaba usar aquella estrategia, pero al parecer el correr de los años le habían enseñado que a veces no quedaba otra opción. En cuestión de segundos, el soldado de la tierra había creado un puente que cruzaba la enorme grieta y que se veía lo suficientemente fuerte como para cruzar sin preocupaciones.



#19951 en Fantasía

En el texto hay: amor gay, aliens, poderes elementales

Editado: 09.10.2019

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