Historia 15: Una charla
Emily no pudo creer lo que pasó, a pesar de poner todo su entrenamiento y experiencia en la batalla terminó perdiendo ante una rival superior. Esmeralda le dio la mano como símbolo de respeto, quería terminar asperezas con ella, pues nunca le gustó terminar mal con las personas. No era diferente a la hipocresía, después de todo, Esmeralda le rompió varios huesos del cuerpo.
—¿Estás bien, Emily? —La joven de cabellos negros rechazó el apoyo que su rival ofreció, posteriormente se colocó los lentes nuevamente y luchó para reincorporarse.
—Es imposible, ¿cómo pude perder ante ti?, una cabeza dura incapaz de percibir la realidad que la rodea. No lo entiendo, simplemente no puedo entenderlo.
—Oye, mal perdedora, ya deja de quejarte y acepta tu derrota. Estoy cansada de tus lloriqueos, deberías ponerte a pensar en los demás alguna vez. —Wendy trató de regañarla, a pesar de no tener muchos argumentos realmente buscó ayudarla a su manera, por desgracia, Emily no le hizo caso, de hecho la ignoró de manera monumental, ya que ni siquiera volteó a ver a su dirección.
No fue una falta de educación ni nada, para Emily, Wendy no existía y tampoco era necesario involucrarla. Esmeralda se agachó debido al dolor en su pierna, aún con el hechizo de regeneración la curación en sí iba a tardar algunas semanas.
—Supongo que no podemos ser amigas, es una pena, Emily, yo en verdad quería ser amiga tuya. Vamos, ¿por qué sientes ese odio por mí?, ya has visto que la violencia no resuelve nada. Utilicé una técnica mortal contigo, pude haberte matado para salvar más vidas, después de todo, un héroe no pone valor a las vidas. Para un justiciero es la cantidad de vidas salvadas lo que realmente importa, en cuanto tú decides darle un valor dejas de ser un héroe y te conviertes en un verdugo. Yo lo soy, salvo a la gente que quiero salvar, a las personas buenas con buen corazón que desean la felicidad.
Esmeralda tenía razón, para ser precisos, su pensamiento era una combinación entre juez y héroe, ya que le daba un valor a las personas que la rodeaban. Porque las chicas mágicas eran sinónimo de esperanza, de valor y por supuesto, amor por la vida.
Sus trajes coloridos reflejaban la inocencia en medio de un mundo oscuro, donde el mal podía hacer de las suyas, no obstante, las chicas mágicas no juzgaban las vidas, tampoco las salvaban como tal, simplemente ofrecían una alternativa para continuar sonriendo.
—¿Darle valor a las vidas?, ¿de qué hablas? —Emily no comprendió nada, sus ojos por un momento perdieron brillo y se apagaron lentamente.
—Vamos a dar un ejemplo, imagina que hay cien secuestradores y veinte rehenes, entonces te lanzas a la batalla y matas a los cien secuestradores porque son malvados. Muy bien, mataste a cien personas para salvar veinte, cuando haces un conteo de los hechos llegarás a la conclusión de que la única asesina eres tú. Las cien personas a lo mejor hacían eso por algún motivo, quizá los rehenes no eran tan inocentes como parecían en un principio, no obstante, ellos tenían familia también, pongamos a cuatro o cinco más. Al final, hiciste infeliz a mucha gente solo por veinte rehenes, pero todavía no terminamos, si eres una heroína de la justicia deberías centrarte siempre en el concepto correcto de justicia. Hacer lo correcto aún si eso significa destruir tu vida o la de algún ser amado, incluso si no tienes a nadie ahora eventualmente vas a enamorarte, después de todo, solo un imbécil diría que el amor no existe, ¿podrás sacrificar tu felicidad cuando llegue el momento?, tú que has vivido sola todo este tiempo. Estás viviendo de una forma muy autodestructiva, vas a morir de tristeza si continuas salvando a la gente, mejor sé como yo, ayudemos a las personas a ser mejores para que haya menos dolor. No vas a soportarlo, nadie podría hacerlo, por eso no hay héroes allá afuera.
Las palabras de Esmeralda destrozaron la filosofía de Emily, ella se encerró en ese pensamiento para no caer en la desesperación ni la locura con la muerte de sus padres. Emily abrió su boca lentamente, quería expresarse y contrarrestar su argumento, sin embargo, no había nada que decir. De hecho, ¿qué podría decirle?
—Yo nunca aceptaré tus palabras, ¡nunca!, de aceptarlas significaría que mi forma de vida ha sido una mentira inferior. —Emily por fin pudo ponerse de pie, posteriormente dio unos pasos hacia atrás mientras negaba con su cabeza.
—Solo queremos ayudarte, haz caso a lo que dice Esmeralda. —Wendy volvió a interactuar con ella, pero nuevamente su idiotez volvió a jugarle una mala pasada. Esmeralda levantó su mano diestra para detener a su amiga de seguir hablando, Emily yacía en un estado muy frágil, además cualquier comentario podría romperle la mente.
—Significa que todo lo que he hecho no tiene sentido, ¿cómo es posible?, no quiero creerlo, no debo creerlo. Además, yo soy una heroína de la justicia, no una persona, ¡podré soportar el dolor! —gritó Emily, Esmeralda soltó un suspiro lleno de resignación, entonces llevó sus manos a las caderas y negó repetidas veces con la cabeza.
—No lo harás, estás ocultando tu dolor en una faceta irreconocible, no sabes lo que quieres o hacia donde vas. Olvida ser una heroína y conviértete en mi amiga, yo sé que lo deseas, una vida normal, sonreír con los demás y esforzarte en cosas inútiles, vamos, ven conmigo…
Emily recordó las palabras de su madre, aquella maldición que terminó por destruir su fe en la humanidad: “Los humanos son mierda”, menuda afirmación más triste, si no hubiese dicho esas palabras, Emily habría tomado la mano de Esmeralda sin rechistar, aceptando sus errores y por fin liberándose de las sombras del pasado.
Pero era inútil, aceptar la bondad de Esmeralda significaba desechar el legado de sus padres, a pesar de ser la decisión correcta no quería perder ante una ideología menos dura. La chica desvió su semblante hacia otro lado, posteriormente comenzó a caminar en reversa para no tener que encarar a las dos jovencitas.
—No puedo aceptar tu amabilidad, lo siento. —Emily se fue cojeando, en seguida llevó su mano diestra directo a su abdomen y costillas cercanas, el dolor le punzaba terriblemente, de hecho a medio camino terminó por arrodillarse. La noche oscura cayó sobre la ciudad, Emily llegó a un parque abandonado, el mismo que hace algunos años era un lugar lleno de vida y con muchas sonrisas.
Las pocas estrellas que se apreciaban en el cielo nocturno brindaban una vista relativamente buena, el escaso alumbrado público ayudó a que las estrellas tuviesen un brillo más intenso. En fin, Magical Blade trató de no pensar en la pelea, simplemente dio unos pasos hasta llegar a una caja de arena.
Emily sintió una sensación familiar, algo que según ella desapareció el día en que se unió a los cazadores. Un nudo se formó en su garganta, la antesala para iniciar el llanto poco a poco ganaba fuerza, aún así, ella trató de contener dicho sentimiento en lo más profundo de su corazón.
Llorar no servía para nada, ella lo comprobó tras la muerte de su madre, en vez de buscar alivio en medio del dolor se debería tener la fuerza para afrontar nuevos desafíos. Una mentalidad algo dura, pero eficiente.
Por desgracia, a Emily no le quedaba nada, su forma de vida había sido aplastada por alguien más fuerte, por más que odiase admitirlo no podía evadir la realidad por siempre. Si, aquí definitivamente no existía ningún error… Esmeralda de la Luz era mucho más fuerte.
—Mierda, mierda… ¿Tan bajo he caído? —susurró Emily, la chica se vio a sí misma frente a un espejo en el baño publico del parque, sus ropas yacían rasgadas y las heridas sangrantes todavía continuaban produciéndole dolor, la única parte de su atuendo intacta eran los lentes que se quitó antes de empezar la pelea.
Emily quería llorar, descargar su frustración como una niña pequeña que no tuvo el permiso de su madre para salir a jugar. No obstante, hacerlo significaría darle la razón a Esmeralda, porque llorar era cosa de humanos, no de héroes.
Después de todo, un héroe es aquel que puede cargar con el mundo entero sin dejar de sonreír, una figura casi divina, carente de humanidad y rozando la perfección numérica. Los héroes no podían amar, no debían de hacerlo, ellos dedicaban su vida al bienestar ajeno, como máquinas sin capacidad de procesamiento automático.
—¿Estás bien? —Una voz desconocida llamó a la chica por detrás, era Ryo Yamamoto, el estudiante de intercambio e ídolo escolar, que él decidiera dar un paseo a esas horas y por dicho lugar debió ser una coincidencia del destino, un encuentro que estaba destinado a pasar.
—Que importa cómo esté —respondió Emily un tanto molesta, Ryo sonrió mientras se quitó la chaqueta que llevaba puesta, posteriormente se la colocó a Emily.
—A mí me importa, vamos, no puedes caminar por ahí con esas heridas, ¿te pasó algo?, ¿quieres ver a un médico? —La muestra de amabilidad fue un poco extraña, Emily no sintió ninguna muestra de hostilidad, tampoco malas intenciones por parte del muchacho. La jovencita estaba en su punto más bajo, deseaba hablarle de todo, sacar la frustración que cargaba consigo su corazón.
—Sí me pasó algo, pero no puedo decirte, no lo comprenderías.
—Podría intentarlo, últimamente he visto muchas cosas locas, de hecho hace poco conocí a dos chicas mágicas en la escuela, prometí no revelar su identidad y todo, pero en verdad me sorprendió ver que existían personas así. —Ryo volvió a sonreír, en su memoria yacía los rostros de Esmeralda y Wendy durante el incidente de los falsos recuerdos, también las vio pelear en la calle en días recientes contra monstruos feos y ese tipo de cosas.
—¿Chicas mágicas?, supongo que conociste a Magical Blade y a Magical Fénix.
—Sí, ¿tú las conoces? —cuestionó Ryo.
—Se podría decir que yo soy parecida a ellas, pero al mismo tiempo muy diferente. No tiene sentido que te lo diga. —Emily caminó torpemente hasta un columpio, ahí la chica se acomodó suavemente para no dañar sus costillas.
—Ya veo, te hiciste esas heridas en una pelea, ¿segura qué no quieres mi ayuda para curarte? —Ryo volvió a insistir con buena intención, al chico le preocupaba tener a una joven mujer de su edad herida por las calles, ya que cualquiera podría aprovecharse de ella. Claro, ni él ni los abusadores contaban con sus habilidades… Incluso en su estado actual Emily era capaz de golpear ladrones normales.
—Tranquilo, e-estoy bien… —respondió Emily, las lágrimas seguían acumulándose en su garganta —. Bueno, en verdad no estoy bien, estoy confundida y no sé qué hacer.
—Quizá pueda escucharte, puedo ver que tienes muchas ganas de hablar, además, no conozco bien el mundo donde tú vives, pero haré el intento de comprenderte. Soy solo un extraño, no tienes que preocuparte de lo que piense de ti, tampoco necesitas contarme todo, simplemente habla. —Ryo tomó asiento en el columpio de a lado, en seguida empezó a columpiarse sin hacer mucho ruido.
Por primera vez en muchos años Emily habló de su pasado, del asalto en Ciudad Juárez, la locura de su padre, el entrenamiento con los cazadores y su ideología justiciera. Fue una charla enorme, duró cerca de media hora contando cada hecho de manera resumida, hasta que finalmente tocó el tema de Esmeralda.
Fue ahí donde Emily hizo una pausa a su relato.
—Seguro piensas que es una locura, pero todo lo que he dicho es verdad.
—No lo dudo, tu historia es demasiado convincente para ser una mentira, entonces si mi intuición no me falla te hiciste esas heridas peleando con Esmeralda, ¿no es así?
—También conoces la identidad de esas dos chicas mágicas, me has ahorrado el trabajo de explicarlo. En fin, creí que ser una heroína era castigar a los malos, pero ya no estoy segura de eso, ¿qué puedo hacer?, ¿debo renunciar a la única vida qué conozco?, ¿o renunciar a ello para vivir una vida normal? —Emily estaba en un punto clave, la respuesta de Ryo resultaría vital para su decisión, aún así, el joven no tenía que lidiar con tal responsabilidad. Ryo pensó por un momento, a diferencia de otras personas él mantenía una postura muy positiva de la vida.
Bueno, en realidad era ignorancia, no saber que existe el mal es una buena forma de eliminarlo. Él no vivió las grandes masacres que Emily presenció durante su entrenamiento, por lo tanto, una diferencia de opiniones era bastante normal. Aún así, la joven cazadora yacía débil mentalmente, su razonamiento podía destrozarse con una sola palabra y Yamamoto comprendió la gravedad de la situación.
¿Cómo podía responderle?
Una chica que perdió su inocencia en poco tiempo, alguien cuya vida carecía de valor alguno. Para los cazadores no significaría gran cosa perderla, ellos reclutaban por todo el mundo y en algún lugar de este vasto planeta se encontraba alguien mejor que Emily. Su vida era reemplazable, nadie lloraría su muerte ni tendría recuerdos felices con ella.
Sí, definitivamente no había error…
Magical Blade era innecesaria a los ojos de todos, lo único que justificaba su existencia consistía en el combate, castigar a los villanos le daba un arquetipo, el de heroína, de ese modo ella ganó un propósito y también forjó un sentido de identidad. Renunciar a su propia identidad de “heroína” significaría dejar de vivir, convertirse en un fantasma sin ningún rumbo.
Claro, podría decirle una linda mentira, que todo iba a estar bien, ofrecerle la mano para brindarle calor y protección. Ryo creyó por un instante que esa era la respuesta a su predicamento, por desgracia volvió a ver a Emily, sus ojos vacíos y tajantes no encajarían en la sociedad. Una persona que se entrenó para matar no podía volver a vivir una vida normal, los veteranos de guerra y soldados retirados fueron muestra de ello. No obstante, existían casos de viejos guerreros arrepentidos que encontraron el perdón con el paso de los años.
¿Emily era una de esas pocas almas afortunadas?
Yamamoto Ryo suspiró, sin saber que decirle tomó aire en sus pulmones y alistó su lengua.
—No tienes porque encasillarte a ti misma en un solo concepto, los humanos somos seres cambiantes, además yo creo que eres muy capaz de cambiar. Pero tengo otro dato que darte, ¿qué significa para ti ser una heroína?, ¿cuál es la diferencia entre una chica mágica y tú? —Ryo dejó de columpiarse por un instante, posteriormente miró a su acompañante directo a los ojos sin sacar el semblante de encima.
—Ser una heroína es proteger a las personas buenas de las malas y eliminar de raíz el mal, no creo en las segundas oportunidades, yo nunca se las di a mis víctimas. Si ellos murieron de ese modo yo no puedo simplemente darles la espalda y ser alguien normal otra vez, ¿qué tal si uno de los criminales o malvados que maté realmente quería cambiar?, ya no lo sé, ejecutar a los villanos es mi único talento.
—Son cosas demasiado fuertes, ¿en verdad nunca has leído un manga en paz?, o visto una película tranquilamente durante las tardes. Eso es lo que hacemos las personas comunes, tú también lo viviste incluso en la pobreza, sonreír por un chiste insignificante o salir a comprar tortillas como ustedes mexicanos lo hacen. Creo que comprendo tu punto, no sientes que merezcas esos placeres otra vez y siendo sincero, como una heroína no los merecerías. Sin embargo, yo creo que si vuelves a ser una chica normal nadie te juzgará, ni siquiera Esmeralda o Wendy.
—¿Nadie me juzgará? —susurró Emily.
—Nadie tiene el derecho de hacerlo, todos tenemos cosas que es mejor no contar.
—Suena demasiado conveniente para ser verdad, en cierto modo desearía hacerlo, pero no puedo dejar lo que tanto me ha costado crear. Mi identidad como Magical Blade, además, no sé si la vida de estudiante me gustará. —Emily trató de impulsarse con sus pies, al hacerlo el columpio lentamente se movió más rápido, por primera vez en muchos años el tono de su voz dejó de ser tan fuerte y se suavizó.
—Creo que hace tiempo fuiste una persona bondadosa y no quieres que nadie vuelva a sufrir lo mismo que pasaste. No está mal, si quieres ser una heroína entonces dedica tu vida a ello, lucha por el sueño que tanto has buscado y no te preocupes por lo demás. —Ryo susurró con amabilidad, entonces le dedicó una sonrisa tranquila y finalmente se levantó del columpio —. Ser una heroína o una chica normal, al final la decisión es tuya, confío en que tomarás la elección correcta sin duda alguna.
—Gracias por haberme escuchado, por cierto, ¿cómo te llamas?, yo soy Emily…
—Ryo Yamamoto, un desconocido que caminaba por acá.
—No sé si fue una coincidencia haberme topado contigo, pero fuiste de gran ayuda.
—No hice mucho, realmente, solo escuchar y darte un consejo basado en mi opinión. Si eliges ser una heroína te deseo la mejor de las suertes combatiendo al mal, pero si prefieres ser solo “Emily” búscame en la escuela y podremos ser amigos, la decisión es tuya.
—Claro que sí. —Y de esa forma la conversación terminó, Ryo caminó junto a Emily hasta la salida del parque, no dijeron nada más pues ya habían dicho todo lo que debían decir. Soltar una palabra más resultaría innecesario, Ryo no deseaba involucrarse con ella y Emily pensó algo parecido.
Los dos se dieron un último vistazo antes de partir en diferentes direcciones, Ryo recordaría por siempre el encuentro que tuvo con Magical Blade, fue quizá la experiencia más sobrenatural de su vida. Por otro lado, la conversación con Yamamoto Ryo fue una salvación espiritual para Emily, de no habérselo topado habría muerto de tristeza, como una muñeca sin alma, carente de algún objetivo propio.
¿Qué decisión tomó Emily?, ¿luchar por la justicia o por ella misma?
La respuesta no era relevante en este momento.
Fin de la historia 15