Historia 16: Lesionada
Esmeralda de la Luz se levantó con dolores en todo el cuerpo, la batalla contra Magical Blade le costó más de lo que pensó y por ende, las heridas en su humanidad no se hicieron esperar. La chica se dirigió al espejo para verse a sí misma y revisar los daños, en primer lugar tenía una herida horrible en el abdomen que ya estaba totalmente vendada, su rostro estaba cubierto de moretones y en su frente yacía una venda.
Aún así, la herida más terrible se encontraba en su pierna derecha, a pesar de estar vendada y tratada con hechicería médica todavía no era usable del todo. Por ende, tuvo que usar una muleta retráctil que Wendy consiguió prestada en la enfermería escolar.
—Rayos, me veo muy mal —comentó en silencio, tras guardar la muleta prosiguió a sentarse en su comedor y desayunar dos enormes huevos con jamón. Tras devorar sus alimentos de una forma poco agraciada (Esme-chan come muy gracioso), caminó hacia la intersección con su molestoso aparato para desplazarse.
—¿Esmeralda?, ¡qué te pasó! —Pablo Casanova llegó al punto de encuentro, Esmeralda por un momento se quedó sin palabras, ¿cómo podía explicar esas heridas?, decirle que fue un asalto era relativamente tonto, ya que traía raspaduras y heridas dignas de un golpe por coche.
¿Golpe por coche?
¡Eso era lo que buscaba!
—A-Ayer me atropelló un coche camino a casa y salí volando hacia la banqueta. No me pasó nada grave, pero mi pierna golpeó el piso muy fuerte y ahora no puedo usarla por unos días. —Pablo Casanova abrió sus ojos en par, al hacerlo nuestra protagonista pudo notar cómo se cristalizaban poco a poco, sin llegar al llanto.
—Oye, eso es serio, ¿estás bien?, ¿puedes caminar a la escuela?
—Sí, tranquilo que no me pegué en la cabeza ni nada.
—Pero tienes todas esas vendas en el cráneo, ¿seguro no te pasó nada? —Pablo insistió, algo raro en él ya que nunca se preocupaba por los demás. De hecho, el verlo tan asustado e inquisitivo con su salud fue una novedad de su parte y un gesto que hizo feliz a Esmeralda. Sus palabras en verdad mostraban un lado amable que nadie había visto en él.
—Relájate, Pablo, si me di unos golpecitos pero estoy bien y mi vida no corre peligro alguno. Anda, ¿confías en mí? —Esmeralda sonrió para tratar de calmarlo, aún así el chico mostró un leve rubor que le hizo apartar la mirada durante unos instantes.
—Es que n-n-n-no qui-quiero que te pase nada…—susurró apenadísimo, el muchacho se quedó sin palabras, sus mejillas se volvieron tan rojas como el color de su cabello y para colmo, tartamudeaba muy gracioso. Se veía adorable, Esmeralda no pudo evitar sonreír más cuando vio a su querido amigo preocupado por ella.
—Mira, todo está bien. —Esmeralda expandió su muleta retráctil y dio unos pasos con ella. Por desgracia, todavía no dominaba el arte de caminar usando dicho artefacto y en un mal paso acabó por resbalarse hacia atrás —. ¡Ah! —exclamó.
—¡Cuidado! —Y como si fuese un manga shoujo, Pablo Casanova atrapó a Esmeralda justo antes de que impactase con el suelo, sus brazos rodearon suavemente a la chica tomándola de la cintura. Una postura bastante comprometedora, que provocó un rubor impresionante en las mejillas de ambos —. Veo que todavía tienes problemas con esa muleta —comentó el muchacho para romper el hielo.
—Sí, es un poco difícil…—Esmeralda iba a decir: “Ya puedes soltarme”, pero esas palabras jamás salieron de su boca, en vez de ello decidió permanecer callada para ahorrarse la vergüenza de mencionar el incidente. Pablo Casanova tampoco dijo nada, lentamente fue soltando a Esmeralda hasta acomodarla de pie junto a su muleta.
—¿Estás bien? —cuestionó muy apenado, su tono de voz se ablandó tanto que apenas era reconocible.
—S-Sí, gracias por atraparme, es la primera vez que uso muletas. —Pablo miró al artefacto de apoyo y luego elevó su mano hacia el frente.
—Oye, ¿me dejas ver la muleta?, puedes recargarte en mi hombro.
—Claro. —Esmeralda obedeció sin rechistar, Casanova miró a la muleta moderna ya que se podía guardar en el bolsillo como si fuese un tripie en miniatura. Pablo guardó el objeto en su bolsillo, posteriormente volvió a cargar a Esmeralda como si fuese una princesa o novia recién casada, es decir, en brazos.
—Yo te llevaré a la escuela, estoy seguro que te darás un buen porrazo si te dejo ir en esa muleta. —Pablo habló con determinación, incluso los rubores en su rostro y nervios disonantes no fueron excusa para mermar sus buenas intenciones, por el contrario Esmeralda sí protestó un poquito ya que trató de bajarse al arquear su cuerpo sin mucho éxito.