Al volver a su palacio, Ranhir debía pensar en quién sería su sucesor. Por derecho era Lumina, pero sabía que la sirena no se haría cargo de tal responsabilidad. Antes de su retorno a Tritonia, el rey habló con su primogénita quien le propuso proclamar a Amaranta como reina.
Ranhir debía pensar en la propuesta de su hija mayor, no estaba seguro si Amaranta quería hacerse cargo de semejante responsabilidad. Días después de su paso por Brisbane, el rey regresó a la ciudad acompañado de su hija menor pues Lumina se lo había pedido.
Al llegar a casa de la sirena, el rey y sus dos hijas tuvieron una larga conversación respecto al romance de Amaranta con el soldado y también sobre la propuesta de la princesa.
—¿Estás segura de eso quieres, hermana? Por ley te corresponde a ti ser la reina cuando nuestro padre no esté. Son las reglas de nuestra nación. —Dijo Amaranta.
—Tengo dos hijos que cuidar en tierra firme y aunque no me hubiera casado con un humano, de igual manera no habría podido ser la reina. Jamás me sentí preparada para el puesto, en cuanto a ti, hermana mía, tú estás hecha para esto. Con tus conocimientos en defensa y tus aptitudes de gobernante, serás una gran reina para nuestra nación. —Comentó Lumina mientras cargaba a la pequeña Jocelyn y veía a Christopher en brazos de Ranhir —Debo permanecer aquí mientras Joseph esté en altamar. Además, quiero que mis hijos crezcan en un ambiente diferente.
—¿No los llevarás jamás a Tritonia? — Ranhir estaba preocupado. Pensaba que Lumina nunca llevaría a sus hijos a conocer su identidad bajo el agua.
—¡Claro que sí! — aseguró la sirena —No tengo por qué ocultarles su identidad. Vi cómo reaccionaron Raynor y Gema cuando la tía Stara les dijo la verdad acerca de nuestro pueblo, y no me gustaría que la historia se repita con mis pequeños. —Al ver que su hermana menor hacía gestos para que cambiaran de tema, Lumina, repentinamente habló de Amaranta y Leyniker. Pensó que era el momento indicado para tratar el tema — Padre, ahora que estamos los tres aquí, hay algo de lo que tenemos que hablarte.
Ranhir estaba confundido —¿Pasa algo?
Lumina y Amaranta se miraron. El rey comprendió que se trataba de su hija menor —Es sobre mi hermana. Si ella va a ser la heredera al trono tal y como lo he pedido, debe tener a su lado a un tritón digno de ser su esposo. Alguien que sea fuerte, valiente y leal a nuestro reino.
—Amaranta ¿Hay algo que deba saber? —Preguntó el rey llevando su fría mirada hacia la sirena más joven.
—Leyniker y yo estamos enamorados y queremos tu aprobación. Intenté decírtelo mucho antes, pero tuve miedo de tu reacción. —Amaranta tenía ganas de llorar pues esperaba un fuerte grito por parte de su padre.
—¿Qué te hace pensar que no aprobaría que unas tu vida con uno de los mejores y más leales soldados de nuestra nación? —Preguntó Ranhir y añadió —Si permití que tu hermana se convirtiera en la esposa de un humano a pesar de haber crecido con la idea de que eran seres peligrosos incluso más que Iryatum, no puedo negarte a ti, hija mía, que seas la esposa de Leyniker y gobiernen juntos la nación en cuando yo ya no esté en este mundo. Solo quiero que sean felices y sean capaces de dirigir sus vidas sin lastimar a nadie. Siempre he confiado en su juicio y hasta ahora me he sentido muy orgulloso de ustedes.
Joseph en ese instante había regresado a casa. Estaba ayudando a William y Nina con la mudanza a su nueva casa cerca del restaurante. Al ver a Ranhir, creyó que algo pasaba en Tritonia. El rey lo vio preocupado y le comentó que todo estaba bien.
Cuando finalmente decidieron que Amaranta sería la futura reina en Tritonia, el rey y la sirena más joven regresaron a la fosa. Semanas después, Traimor y Rinah se casaron. Lumina dejo a sus hijos con los padres de Joseph para cumplir la promesa que le hizo a su primo en la infancia: estar en su boda. Con la unión de Traimor y la hija de Tarek, Tritonia y el Tánzur reforzaron su alianza.
Al regresar a tierra firme, Joseph seguía esperando por la llamada de la compañía mercante. Mientras eso sucedía salía por las mañanas a trabajar con su hermano en el restaurante y por las tardes se quedaba en casa con Lumina a cuidar a sus pequeños gemelos.
En el fondo del océano, Marania precisamente, Atolón se preparaba para viajar a la frontera para hablar con Thaón. El príncipe buscaba que su madre y su hermano conocieran al pequeño Adon.
Eudora ya tenía conocimiento de que su nieto había nacido, asique decidió viajar hasta el pasaje de Drake para encontrarse con su hijo. La sirena pidió a Thaón que la escoltara hasta la frontera con el Atlántico para conocer a la criatura.
—Atolón, educa y cuida bien a este pequeño. —decía Eudora con el bebé en sus brazos.
—Eso haré. Será un gran guerrero y un excelente gobernante. —dijo Atolón y luego preguntó por su hermano menor.
—Me temo que no puedo responderte a tu pregunta. Evan está en otro continente estudiando oceanografía y no volverá a Australia por muchos años.
—¿Al menos encontró a su amor? Veo que últimamente todos lo hemos hecho.
—Es Gema, la hija menor de Stara. — respondió Eudora mientras regresaba al bebé a los brazos de Avarinia.
Después de reunirse con su hijo, Eudora regresó a Nueva Parténope a cumplir con sus obligaciones. Sabía que Atolón jamás encontraría a Evan en un país tan grande como Inglaterra, de igual manera no le dijo en qué lugar se encontraba pues el príncipe maranio muchas veces lograba salirse con la suya.
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Editado: 01.04.2021