Crónicas de una sirena enamorada 4

En donde la unión hace la fuerza

Mientras los tritones, marianos y arpías se enfrentaban a muerte, Lumina y Joseph se escabulleron entre los arbustos para ir en busca del joven Tyler. En el camino se perdieron, pues era obvio que no conocían el lugar. 

—¡Maldición! —exclamó Joseph —¿Y ahora cómo vamos a hacer? 

—Calma, cielo —respondió Lumina —debemos pensar en algo. De cualquier modo encontraremos el camino que nos llevará a Tyler. Ten por seguro que regresaremos con él a Australia. 

—Tengo miedo, mucho miedo de que algo malo le pase a mi sobrino. Él no tiene que ver en esto, ¿Por qué secuestrarlo? No entiendo por qué querrían las arpías tener a Tyler cautivo. 

A lo que Lumina contestó —sea cual sea el motivo debemos impedirlo. Para ello necesito que te calmes. 

En ese mismo instante, al otro lado de la isla, Tyler intentaba escapar del calabozo. El joven humano aprovechó la ausencia de la arpía encargada de custodiarlo y comenzó a cavar en la tierra lastimando sus uñas. 

—¡Mierda! —susurró y miró sus dedos sucios de tierra y pequeñas gotas de sangre —no podré seguir así. 

Tyler buscó por toda la celda algún objeto que le sirviera para hacer un hoyo y salir de allí. Al ver que nada salió como planeaba, se resignó y decidió acostarse en un rincón adoptando posición fetal. Pensaba en sus padres y si alguna vez volvería a verlos. Dejó caer un par de lágrimas lamentando no volver a casa al anochecer. Allí permaneció hasta caer en un profundo sueño. 

A eso de las tres de la tarde, Lumina y su esposo se rindieron y decidieron que debían regresar con los demás. De pronto, Joseph recordó que su amigo estuvo cautivo alguna vez en ese mismo lugar, y que además, había recorrido la isla acompañado de Perla en aquel entonces. 

—¡Bingo! —exclamó con entusiasmo —cariño, creo que ya tengo la solución. 

Lumina se acercó a su esposo y le preguntó —¿cuál es? 

A lo que Joseph respondió —¡Evan! 

El ex marinero le pidió a su esposa cambiar con Evan. Ella permanecía peleando y él iba por su sobrino con ayuda del pelirrojo, pues sería más fácil ya que él recordaba el camino a la celda. Lumina aceptó y regresaron con los demás, allí se encontraron con Evan y le explicaron. 

—¡Vamos de una vez! —exclamó el pelirrojo con entusiasmo —saquemos a Tyler de ese maldito lugar. 

De regreso al interior de la isla, Evan recordaba el camino a medias pues hacía ya mucho tiempo que había estado allí. 

—Para aquel entonces no tenía ni idea de que pronto me casaría y tendría una hija.  No me juzgues o reclames si me llego a perder. 

—No lo haré. —comentó Joseph —entiendo perfectamente que no seas capaz de recordar el camino con claridad. 

—Prometo que haré mi mayor esfuerzo.

Ambos siguieron caminando y mirando a todas las direcciones. No se atrevían a gritar el nombre de Tyler, pues pensaron que era mala idea ya que tal vez podía haber una arpía escondida acechándolos desde la vegetación. 

—¡Espera, Joseph! —alertó Evan —escuché un ruido proveniente del norte. 

Guardaron silencio, solo se escuchaba un grillo a lo lejos y de pronto, el crujir de las hojas como si algo de gran tamaño se acercara a sus espaldas. Aquel sonido que Evan escuchó y más tarde Joseph, se detuvo y cambió de dirección. 

Evan voltea para quedar de frente a su amigo, diciendo —tal vez fue la sugestión. 

En ese momento, Joseph cambió su expresión. Ya no estaba alerta sino que estaba aterrado. Señaló sin poder hablar, a lo que Evan le preguntó qué pasaba, volteó y se encontró cara a cara con una enorme arpía de casi dos metros de altura, armada hasta los dientes con flechas, arco, espada y escudo.

—¡Mierda! —exclamó el pelirrojo. —Joseph, creo que estamos en graves problemas. 

—¡Estamos jodidos! —balbuceó Joseph. 

—De los seres más irracionales que he visto en mi vida, ustedes los humanos rompen el récord de estupidez. ¿Y se hacen llamar la especie más inteligente? —habló la arpía. 

—¡Vaya! Eso fue un golpe bastante bajo. —dijo Joseph. 

—¿Qué hacen aquí? 

—Lo siento, pero vengo a rescatar a mi sobrino el cual no tiene que ver con este problema. —respondió Joseph —¿Puedo pasar por él y llevarlo a casa?

—Él no irá a ningún lado —manifestó la arpía mientras desenvainaba su espada. — y ustedes tampoco. 

—Escuche, creo que no ha entendido. El joven que tienen cautivo no tiene relación alguna con los tritones o los maranios. —intervino Evan —en cien porciento humano y está en esta isla por error. 

—Eres Evan de Marania, ¿no es así? 

El pelirrojo asintió y aclaró —aunque me crié como humano, por lo tanto soy Evan Kratt. 

—¿Quién es tu amigo? —cuestionó la arpía mientras blandía la espada. 

—Joseph Verlander, esposo de Lumina de las Marianas. —presumió el marinero australiano. 

Al escuchar que se trataba del hijo de Maher y del marinero que enfrentó a Atolón en varias oportunidades, la arpía atacó sin previo aviso. Evan y Joseph desenvainaron sus espadas y enfrentaron a la arpía a pesar del miedo que los poseía. Debían ganarle la pelea de cualquier modo e ir en busca de Tyler para sacarlo de la isla.  



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En el texto hay: magia, sirena, marinero

Editado: 05.02.2024

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