Crónicas Tzargarianas I: El Albor De Un Imperio

Capítulo 28: Una Playa Aleshiana.

Un molesto y constante pitido de una alarma del panel electrónico suena sin cesar; combinan con el vaivén del movimiento por inercia causada por las olas que llegan a la orilla moviendo de un lado a otro la cápsula de escape que yace en la orilla de una desconocida playa, hacen que Maya se despierte con su cuerpo acalambrado por la casi rígida posición obligada dentro de la cabina de escape, la aprisionada cápsula que le salvó la vida, ahora era una gran molestia. Abre los ojos, y aún está oscuro, mira el panel táctil en el vidrio templado de su prisión temporal, aprieta el botón virtual que hace cesar el molesto sonido y destapa la esclusa de la cápsula permitiéndole salir de ese claustrofóbico aparato.

Un olor a brisa marina le invade el sentido del olfato, el cantar de unas aves marinas a lo lejos le indican que está en una orilla, la cápsula una vez que abre, se apaga porque agotó su energía, han pasado más de 10 horas desde que fue lanzada al mar y el dispositivo de salvamento solo contaba con energía para ocho horas más la reserva que permitió hacer sonar la molesta alarma. Maya hace un esfuerzo por salir de ese aparato con algo de dificultad y nota que está en una playa desconocida en medio de la oscuridad, el clima está caluroso y seco, una brisa caliente sopla sin parar desde el sur en dirección a sotavento, rumbo hacia el norte.

«¿A donde he llegado?», pensó. Revisa la cabina de escape y saca sus armas, el bastón Kersh recogido y enfundado lo cuelga a su espalda y lo termina de esconder cuando suelta su negra cabellera que cae sobre su espalda, su cuchillo que lo coloca en su cinto, revisa el estado de la grabadora tipo lapicero que no haya sufrido daños, y se aleja a la orilla seca de la playa, los primeros rayos del amanecer comienzan a aparecer en el horizonte, Maya se ubica y mira que está al este de algún lugar desconocido.

«¿Será la Isla Ha"Melekh?, era lo que decía el dispositivo cuando comenzó a navegar», pensó. Mira para todas partes, el oscuro mar no le permite ver con claridad, mira detrás de ella y solo ve una colina o un montículo tipo duna ennegrecida por la oscuridad de la noche y todavía faltaba para el amanecer.

Maya se sienta en la arena a esperar que amanezca, pensando que va a hacer ahora, «¿Tío, por qué hiciste eso?, y tu Kaled, ¿por qué si teníamos un acuerdo? No me dijiste que significaba "eved", los maldije pero no era en serio, los amo, y tu Kaled ya te sentía como un hermano mayor que nunca tuve», pensaba en todo eso, «¿a donde iré? ¿Que haré ahora aquí?», planificaba en su mente que haría después. Rompe en llanto por sus amigos, recordaba cuando su tío Boro Morh le enseñó los primero pasos de las artes marciales, le enseño el uso del cuchillo, el puñal y la daga, luego le llevó donde el maestro Joab para completar su entrenamiento con el bastón, donde se destacó siendo una buena aprendiz hasta llegar a ser maestra.

«¿Que ocurrirá en Fronda?, ¿cómo estará el profesor Remir, Laizza, Jarg, Ariel y Mogul?, ¿Jared habrá logrado escapar?», se preocupaba en su mente por sus amigos, luego recordó a sus padres, cuando Arnuk la llevó a su primera fiesta, cuando llegó el primer novio, cuando al cumplir 15 años siendo una niña, prefirió decirle a sus padres que no quería una fiesta de celebración, sino ir al museo de Biología de la Universidad de Fronda, eso le hizo recordar sus estudios, su vida exitosa, al pasar el examen de casta tejnik, pasó eximida ya a los 16 años estaba graduada como bióloga, empezó a trabajar como asistente pasante de Remir Karnuc, tal cual como ahora lo era Jarg Visnu con ella y el profesor.

─Toda mi vida estuve bien, viví bien, una buena familia, un buen trabajo, y ahora todo se fue. ─sollozó para si─. ¡Maldita sea mi vida! ¿Elegida para que? ¿Para llevar desgracias tras desgracias? ─mirando al cielo protesta varias respuestas sin escuchar o sentir alguna que la reconfortara en esa solitaria playa.

Maya se queda acostada en esa arena por un rato más, duerme un poco, hasta que comienza a sentir un cálido clima en su cara. La luz del día comienza a calentar el ambiente. Maya ahora ve mejor donde está, detrás de la playa la ennegrecida elevación es una colina que empieza a tomar el color de la polvorienta arena de playa blanquecina que empezaba a dibujar otro panorama más claro, ella aún no se ubica y decide explorar, sube toscamente la blanca colina y en perpendicular a la playa como a una cuadra de distancia divisa unas palmeras y un verde paraje tipo oasis, que estaba en medio de una hondonada, Maya camina y el suelo no es desértico pero si polvoriento, tornándose marrón oscuro, dejando atrás la blanquecina arena, el sitio al que llega es grande, como del tamaño de media cancha, observa que hay unos arboles frutales conocidos, en definitiva si era un pequeño oasis.

─Debo ir para allá, quizás haya algo para comer y beber. ─dijo para sí─, espero que haya agua.

Sin embargo su emoción se diluye cuando llega a la charca de agua y la misma es salobre, ella toma un poco y la escupe asqueada.

─¡Que agua tan asquerosa! ─refunfuñó molesta. Se para de nuevo y decide ver el lugar que tenía algunas plantas altas y unos cactus tipo barril del que colgaban unas pequeñas frutas como tunas y consigue otros árboles pequeños que tenían unos frutos cítricos. Sin perder tiempo Maya recolecta varios frutos variados y los destaja con el filoso cuchillo devorándolos sin piedad alguna, no había cenado y el hambre le estaba haciendo decaer, pero esas frutas cítricas le estaban calmando la sed, y las tunas le proporcionaron un rico desayuno. «Es lo más exquisito que he probado en mi vida», dijo en su mente, había comido una docena de frutos variados que encontró en el lugar.

Le quedaba una fruta cítrica que iba a dejar para después cuando escucha un familiar sonido que tenía tiempo que no escuchaba, se ponen en alerta y mira para todos lados, sin darse cuenta entretenida por su desayuno, se le había acercado una bestia equina, era la hembra de un álazar, una alazarina, de color blanco intenso, estaba pastando en la poca vegetación y la bestia olió las frutas que estaba degustando Maya. Ella se emociona al ver la primera señal de vida, aunque fuera animal en ese solitario paraje, Maya corta el cítrico que iba a guardar para ella, y se lo ofrece a la bestia, quien un poco desconfiada se acerca poco a poco y come de la fruta que le ofrece Maya en su mano. Ella nota que la alazarina era alta, bien alimentada, y advierte que tiene una muy elegante silla de montar.



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En el texto hay: cienciaficcion, ficcion, aventura espacial

Editado: 07.08.2023

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