En un parpadeo abrí mis ojos, todo a mí alrededor era desconocido me encontraba en un cuarto grande con una mesa pequeña manchada de sangre donde habían varias jeringas encima de una bandeja de plata y el recuerdo de una jeringa en mi cuello llego a mi mente mandado ondas de escalofrió por todo mi cuerpo.
¿Qué ocurrió para que terminara en este lugar? No recordaba nada. Una vez más volví a mirar a mí alrededor intentando recordar que fue lo que ocurrió. Al intentar levantarme fije mi vista en unas cadenas que amarraban las muñecas de mis manos una de cada lado, escurriendo sangre de lo apretadas que estaban.
Necesita romperlas de alguna forma, jale los brazos lo que empeoro la situación logrando lastimarme más de lo que ya estaba, volví a intentarlo otra vez agregando fuerza y lastimándome, no sirvió de nada estaban tan apretadas que lo único que iba a conseguir era herir mis manos si seguía.
Mi cabeza daba vueltas y ni un solo recuerdo llegaba, lo intente varias veces haciéndome la misma pregunta muchas veces ¿Cómo llegue aquí? El dolor de cabeza volvió aún más fuerte y un fragmento de la noche anterior volvió un poco borroso era un beso delicado que juntaba mis labios con la de esa persona.
No pensaba rendirme tan fácil tenía que hacer un último esfuerzo.
« ¡Y si no recuerdo mi nombre! »
«Me llamo Micaela Nabal, hija de Laisa Nabal, mi padre me abandono a los 8, soy hija única, estudio francés, mi empleada se llama Dora» Suspire al saber que esa parte de mi memoria estaba intacta. Entonces ¿Qué fue lo que paso? Mi último recuerdo fue de Dora despidiéndose de mí.
Una voz me trajo de vuelta a la realidad –Hola preciosa, despertaste –Esa sonrisa burlona fue lo que necesite y todos los recuerdos que habían desaparecido volvieron.
Y ahí estaba parado en la puerta vestido con el mismo traje como los que entraron al apartamento, en su mano derecha sostenía uno completamente blanco, Alejandro empezó a dar pasos y el escalofrió volvió juntándose con miedo. El recuerdo de la jeringa fue lo que más me traumatizo al volver a ver como se clavaba en mi piel, una lucha que al final no funciono porque mi esperanza me traiciono.
-Me extrañaste -Me sonrió.
- ¿Dónde estoy? ¿Qué me hiciste? ¿Porque estoy amarrada? –Las preguntas rondaban en mi cabeza.
-Shhh. Muchas preguntas que no te voy a responder.
Busco entre sus bolsillos una llave que desabrocharía las cadenas, me senté rápido a sobarme las manos enserio me dolían por las heridas que yo misma me hice. Alejandro me agarro una de las muñecas apretándola fuerte y levantándola a la altura de mi cabeza.
Una lágrima salió de mi ojo deslizándose por mi mejilla, siguiéndole las demás.
-Tranquila, no te va a pasar nada –El tono burlón volvió agregando un poco de enojo a su voz.
-Suéltame me estas lastimando.
Sentí el ardor de una bofetada en mi mejilla. Con mi mano suelta pase la palma de mi mano y un leve chillido salió de mis labios… me estaba golpeando y el dolor se extendía, mis ojos se empaparon de lágrimas. La reacción con la que actuó causaba un dolor en mi pecho, quería que parara al sentir una vez más la bofetada que saco sangre de mi boca.
- ¡Cállate y no llores más!… –Alzo la voz –Ahora princesita si no quieres que te vuelva a pegar, te vas a meter a ese cuarto –Lo señalo –Y te vas a poner esto –Me entrego la ropa con fuerza.
-No lo voy hacer –Dije con seguridad aún con lágrimas en mis ojos.
- ¿Estas retándome?
El miedo volvió más fuerte, sin saber que hacer apreté mis dedos a la barra de la camilla donde me encontraba. Tentando a la muerte, seguí diciendo NO, en ese mismo instante un metal muy afilado estaba cruzando gran parte de mi cuello. Trague saliva cuando el cuchillo cortó una parte de mi piel. Su enojo crecía y no tenía oportunidad para defenderme contra él, arrinconándome a la pared volvió a cruzar el cuchillo esta vez por mi mejilla cortando gran parte.
El grito del dolor se escuchaba en toda la habitación, mordiéndome el labio logre concentrarme en otro dolor sin importarme que ahora también mis labios sangraban. Una sonrisa perversa se formó en su rostro apenas escucho el chillido de mi voz en el momento en que fue turno de mi pierna para ser lastimada dejando un círculo marcado. Dándome un empujón me soltó y caí arrinconada en una esquina.
-¿Por qué me haces esto? –Dije secando las lágrimas que ya no pensaba soltar.
-Quiero saber tu último recuerdo.
-Solo…solo recuerdo… la aguja atravesando mi piel.
- ¿Segura? –Asentí con la esperanza que las torturas pararan – ¿Vas a obedecer? –Negué.
Fue alejándose poco a poco y empezó a buscar en todo el lugar algo hasta que lo encontró, unas tijeras que pasó por mis ojos volviendo a esa sonrisa perversa de hace unos minutos. El cuchillo de nuevo estaba en mi cuello untado de mi sangre, despacio fue cortando la blusa logrando romperla y arrancándomela por completo.
Con su mano suelta me agarro el cuello -¡Grita, que eso me encanta! –Me decía al oído -¡Ahora vas a ponerte la ropa! –Me ordeno, pero yo seguí negando.
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Editado: 14.09.2023