Cruel Realidad

Capítulo 10

Antes de ingresas vigilamos que nadie nos siguiera y se diera cuenta. Seguí cada paso que Cristián dio ya que él iba de primeras, cuando por fin entramos e ayude a prender los computadores para poder visualizar las cámaras, nos toca estar pendientes de cada detalle que se nos cruzara por si pasaba algo malo.

Termine de arreglar todo, ahora era momento de quitarme la ropa que llevaba puesta, entre al closet cogí lo primero que vi. Iba a provechar cada segundo en el que no tenía que estar con la ropa que nos obligaban a poner puesta, me arrepentía de todas las veces que me queje de mi agradable y cómoda ropa, estando aquí encerrada  he aprendido mucho, debí agradecer que me encontraba en un hogar en el que no me faltaba nada y donde siempre estaban para mí.

Al terminarme de cambiar me acerque a la puerta mirando escondida a Cristián quien estaba acostado en el mueble mirando el techo, se veía tan tranquilo sin preocupaciones. Al darse cuenta que lo estaba vigilando me escondí.

-Sé que estás ahí –Maldita sea.

Me quede callada sentada en el piso

Escuche sus pasos acercarse. Tengo una jodida mala suerte, yo quería seguirlo mirando, él me daba esperanza, no sé porque, pero si estoy segura de algo, cada vez que lo observo y estoy con él me siento protegida.

- ¿Por qué te escondes? –Pregunta.

-Estaba meditando.

-Ajá, sí, claro.

Me extendió la mano y con mucho gusto se la recibí. Caminamos hasta el mueble acostándonos juntos, él seguía mirando hacia el techo, no tenía ni idea de que miraba, acosté mi cabeza en el mueble mirando hacia arriba, una sonrisa pequeña se me formo al leer la palabra que había escrita pintada de rojo.

- ¿Libertad?

-La que todos deseamos.

Dejando de mirar al techo volvió a mí, mi vista seguía mirando la palabra libertad mientras mi mente la analizaba, también está distrayéndome no quería perder la cordura y perderme en sus ojos. No lo quería mirar, menos mal tenía una excusa perfecta para pensar en otra cosa y no la iba a desaprovechar.

-Eres hermosa –« ¿Por qué me tiene que estar pasando esto a mí?» Ahora si estaba perdida en otra cosa.

-Gracias –Deje de mirar al techo y empecé a mirarlo a él – ¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí?

-Hasta que el idiota de Alejandro se dé cuenta que nunca nos va a encontrar.

-Sabes que si no volvemos nos van a matar, literalmente nos van a matar.

-Ya quisieran ellos matarnos, somos sus premios –Hizo las comillas con los dedos –El día que nos maten Milena se volverá loca. Por ahí nos harán heridas o nos amenazarán con algunas de sus pistolas de juguetes.

Me reí por encima de él. Ya quisiera que todas esas pistolas fueran de juguetes así sería más fácil enfrentar a los guardias sin que tener que asustarnos porque nos disparen. Mire otra vez a Cristián quien seguía relajado, entonces lo que decía era enserio, pero pistolas de juguetes no me convencía todavía de creerlo.

Él seguía mirándome –Aunque lo no creas, la mayoría de esas pistolas son de juguetes –Quede con la boca abierta, por lo que acababa de sucedes me había leído la mente –Quieres ver.

Asentí.

Tenía que mirarlo con mis propios ojos para creer que eran de juguetes y si lo eran estaba segura que no me iban a volver a intimidar con sus amenazas de que me van a disparar. Él extendió su mano y saco debajo del mueble una pistola, me asuste apenas la vi quitándome se su lado. Eso no parecía de juguete, se veía muy real para ser solo un juguete.

Se acercó y yo me aparte –Relájate. Se la robe a un guardia y es falsa.

Yo seguía apartándome –Eso no se ve falso.

Puso los ojos en blanco –Quieres mirar.

Me acerque con cuidado cogiendo la pistola entre mi manos, la empecé a observar revisando cada detalle. Suspire con alivio cuando me di cuenta que si era de juguete, la mayor parte era plástico, ni siquiera se podía disparar. Él tenía razón no debía sentir miedo, si la mayoría de los guarias cargaban pistolas falsas, como iba a saber quiénes llevaban las reales.

Se la devolví y la volvió a guardar debajo del mueble.

-Ahora si tenemos que irnos, llevamos mucho tiempo –Dije.

-Solo llevamos diez minutos, déjame disfrutar la libertad un poco más. Las habitaciones quedan del otro lado llegaremos rápido.

Me volteé –A veces te odio porque me convences muy fácil –Vi cómo se le escapa una sonrisa.

-Hace un rato estabas hablando con Daniel, ¿De que hablaban?

-Pues creo que cometí un error.

-¿Qué hiciste?

-Bueno pues. Estábamos hablando de que mañana sacan a los que tienen menor porcentaje y –Suspire profundo antes de decir lo que acaba de cometer –Le prometí que lo iba a sacar de aquí –En el momento que escucho lo que dije, se quedó sin habla porque no me respondió –Creo que cometí un error ¿Verdad? 

-Uno muy grande, no estás segura si vamos a poder salir de aquí.

-Lo sé. Creo que me arrepiento de haberle dicho eso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.