-Te gusta tentar a la muerte –Tenia sus brazos apoyados uno de cada lado rodeando el sofá en donde estaba sentada –No te da miedo morir.
Lo mire con una sonrisa –Eso era antes, ya no.
Salió de la pieza tirando la puerta y dejándome sola. Pose mi cabeza en la cabecera del sofá intentando reaccionar, había acabado de enfrentar a Alejandro lo mejor era que no me sentí débil en el momento que quiso intimidarme. Espero que esto no vuelva a pasar aunque si lo pienso bien incluso podría ocurrir todos los días.
Despacio me fui levantando del sofá buscando entre las cosas de Alejandro algo que me sirviera, se encargó muy bien de asegurar el armario antes de irse. Lleve mi mano a mi cabello quitándome la pinza, con cuidado la inserte en la cerradura moviéndola en círculos hasta abrirla.
Dentro del armario había varias prendas de él, busque más al fondo buscando su computador. En los cajones guardaba varios anillos, pulseras y… ¿Cartas de amor? Estaban apiladas, cogí algunas revisando que decía, la mayoría decía te amo, eres el amor de mi vida.
Ponía los ojos en blanco cada vez que leía esas palabras.
Las volví a guardar no quería seguir traumando mis ojos. Levante un poco mi vista hacia arriba una sonrisa rodeo mis labios cuando vi el computador en la parte más alta del armario, levante mis manos intentando alcanzarlo, pero mi estatura no me permitía llegar.
A mi lado se encontraba una silla, sin hacer ruido la empuje posicionándola en el lugar correcto, en donde fuera más fácil alcanzar el computador. Subí despacio estirando mis dedos cogiendo el computador, con cuidado y sin que se fuera a caer lo atraje hacia a mí.
-¿Qué haces? –Solté rápido y asustada el computador apenas escuche su voz.
Antes de que me tocara gire mi cuerpo tropezándome con mis propios pies, cayéndome de la silla en donde estaba montada. Mi pecho se golpeó fuerte con el suelo, apenas podía pararme, puse mis manos en el piso intentando levantarme. Alejandro extendió su mano, pero yo la rechace.
Gruñí por debajo ocultando mi rabia. Un poco más y cogía el computador.
No ocultaba para nada su sonrisa perfecta –Se te perdió algo –Su sarcasmo se notaba. Me aparto cerrando de nuevo el armario – ¿Cómo lograste abrir el armario?
-Hice magia –Mostré una sonrisa fingida.
-Sí. Claro y yo soy el mago de oz –Se acercó más a mí –Te pregunto una última vez ¿Cómo lograste abrir el armario?
-Lo dejaste abierto –Hice mi mayor esfuerzo porque mi voz sonara seria y no descubriera que estaba mintiendo.
-Lo deje cerrado.
-No lo hiciste –Selle mis labios antes de que mencionara algo de lo que no debía hablar.
Él no parecía convencido podía notarlo en sus ojos –Me crees idiota.
-Uy. No lo creo, sé que lo eres –Alejándome me acosté en la cama mirando hacia el techo.
Agarro el computador y se lo llevo de la habitación. Escuche el crujido de la puerta cuando la aseguraba, como si tuviera un lugar a donde escaparme. Por más que ya llevara un tiempo encerrada, todavía no estaba acostumbrada a que me no me dejaran salir, creo que por esa razón la clínica es tan grande sin las cosas que tiene varios ya se hubieran vuelto locos incluyendo me a mí.
¿Qué era lo que pensaba Milena? Al construir un lugar donde el dolor nunca para, y este mismo lugar ese en el que muchos se divierten con lo que tienen construido. Algún día quisiera saber la respuesta.
Puse mis ojos en blanco acostándome en la cama, entrecerré mis ojos hasta quedarme dormida.
Abrí mis ojos. Todo estaba oscuro. Medio dormida me pare de la cama buscando el interruptor, esta pieza no tenía ni una sola ventana. Con mis manos tocaba todo lo que se encontraba a mí alrededor, sentía el borde de algunas fotos que estaban pegadas, seguí caminando hasta que sentí el borde del armario, me guie con el llegando a la entrada.
Intente abrir la puerta para poder salir antes de que se hiciera tarde y tuviera que pasar la noche en este sitio. Empuje la puerta fuerte, nada funcionaba, Alejandro era el único que la podía abrir. Volví a la cama con pasos delicados sin tropezarme, toque el suave colchón y me volví acostar.
¿Dónde tendrá el maldito interruptor?
Sentí cuando me abrazaron la cintura, abrí mis ojos asustada. Antes de gritar, mi instinto reacciono y con mis manos empuje a Alejandro de la cama, se paró rápido prendiendo la luz. Sentándome puse mi palma en el pecho.
Mi corazón estaba en mi mano, casi me da algo.
-¿Qué te pasa? –Dijo enojado mientras se sobaba la cabeza.
-Pensé que estaba sola –Comencé a defenderme.
Suspiro con rabia –Vuelve a dormir.
Sonreí con enojo en mi ser –Yo me voy.
-Te vas a quedar –Ordeno –Y te voy a obligar, cuésteme lo que me cueste.
Volteé los ojos –Ridículo –Dije despacio sin que me escuchara.
Camine hasta la puerta sujetando la manija con fuerza. Iba a irme de aquí así me tocara amenazarlo. Con fuerza comencé a mover la manija, podía sentir como me miraba con enojo y eso lo que quería. Le di un golpe fuerte a pieza metálica en la que estaba recostada así dure hasta que él se acercó a mí agarrándome la muñeca.
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Editado: 14.09.2023