Capítulo fuerte no apto para sensibles
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Llevaba horas dando vueltas por toda la clínica, era una de las formas en la que lograba distraerme, logrando que mi mente pensara en otra cosa que no fueran todo lo que he vivido estos meses. Todavía me dolía el pie.
Iba hasta el comedor y volvía a mi habitación dando vueltas por todo el lugar, sin tener un camino al cual dirigirme. En mi mente tarareaba algunas canciones mientras caminaba por los largos pasillos que se encontraban a mí alrededor, lo que más me gustaba de todo esto era estar sola imaginando mundos en mi cabeza que no existían o a veces pensando en cómo le estaba yendo a mi mamá, mi corazón duele al recordarla, pero a la vez me pone feliz saber que ella está bien.
Desde lejos veo una cara muy familiar, ella se encuentra al igual que yo sola, observando el plato vacío que tiene al frente y jugando con los cubiertos.
-¡Rous! –Grite.
Ella gira su cuerpo fijando su vista en mí con su cabeza me da señas de que me acerque, sin pensarlo dos veces empiezo a caminar hasta llegar a donde esta y sentarme a su lado.
-¿Te puedo hacer compañía? Ya estoy cansada de dar solo vueltas –Dije mirando la sonrisa que se le asomo.
-¿Por qué estás sola? –Dejo los cubiertos aun lado.
-Me gusta estar sola ¿Y tú por qué estás sola?
-Ves al chico que estaba allá parado junto a la chica rubia.
Asentí mirándola confundida. Hablaba como si estuviera triste.
-¿Brian? –Alce las cejas.
-Está convencido de que la rubia le va a prestar atención, si le empieza a coquetear –Hizo una pausa –Antes de que tu llegaras estaba conmigo, pero llego la niña bonita y se fue con ella dejándome sola.
- ¿Te gusta? –Pregunte curiosa.
Negó. No me convencía del todo, para estar tan triste estando sola y acabarme de contar lo que estaba ocurriendo, podía notar en sus ojos que ella sentía algo por él. De los tres con el que menos me hablaba era con Brian, no podía establecer una conversación con él como lo hacía con Rous o Cristián.
La noche anterior vino a mí, recordando lo que había ocurrió.
-Pregúntenle a su amiga.
Se me ocurrió un plan para distraer a Rous y que dejara de pensar en Brian.
-Rous –La llame y giro enseguida – ¿Qué le dijiste, para que nos ayudara? –Levanto las cejas confundida, pero sus expresiones cambiaron cuando se acordó –Vamos Rous cuéntame –Suplique.
-Solo si tú me cuentas ¿Qué hicieron anoche?
-Eres mala –Sonreí.
Rous era la mejor nunca tuve una amiga como lo era ella cuando estaba conmigo, me gustaba la manera en la que se salía casi siempre con la suya, su positivismo era lo que más me encantaba, siempre estaba hay para apoyarme y motivarme, se había convertido en alguien especial, tenía puesta toda mi confianza en la chica que se encontraba a mi lado.
El recuerdo de ella desangrándose llega a mí, recordando también como en ese momento no le importaba nada, siempre fue fuerte, valiente y una gran amiga.
-Mica –Volví a ella –No te puedo contar todavía, mira detrás de mí.
Haciendo lo que ella me pidió, mire por detrás de sus hombros, la loca de Antonella se encontraba observándonos. Por esa razón Rous no me podía contar, la mayoría de los guardias incluyendo a Antonella tenían sus ojos puestos más que todo en mí, observando con detalle cada movimiento que realizábamos.
Asentí despacio, dándole a entender que comprendía lo que me quería decir.
-Está loca –Susurre.
-Lo sé ya no la soporto más.
-Lastimosamente toca verle la cara todos los días.
Las dos reímos.
-Antonella se vuelve fastidiosa cuando se trata de ti, lleva todo el día observándote –Dijo –Desde que está en esa esquina no ha parado de mirarte.
- ¿Qué crees que estén pensando en hacerme esta vez? –Pregunté.
-No sé, pero no es nada bueno –Se quedó callada unos segundos – ¿Le tienes miedo a morir?
Asentí.
-No me gustaría morir en este lugar. Creo que en cualquier momento algo malo va a pasar que me quitara la vida.
-Yo pienso lo mismo todos los días.
Comenzamos hablar de temas que no tenían tanto sentido para disimular, era la única forma de que no sospecharan de todo lo que ha ocurrido estos últimos días. Sí le iba a contar a Rous lo que paso en la biblioteca, no era el momento adecuado, cuando la loca se fuera le contaría todo lo que ocurrió.
Antonella duro mucho tiempo observándonos ya estaba cansada de que nos estuvieran vigilando como si le debiéramos algo. Cuando por fin se fue respiramos las dos, ya no se nos ocurría nada más para seguir fingiendo.
-Hasta que por fin –Mande mi cabeza hacia atrás estirando mi cuerpo al mismo tiempo.
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Editado: 14.09.2023